"Malova versus Vizcarra"
Evaluar un debate entre candidatos se parece mucho a un examen profesional, sólo que a diferencia de éste, donde el alumno está solo con los miembros de un tribunal de lectores e interrogadores y un público compuesto de familiares y amigos, en los debates políticos se encuentran frente a frente los aspirantes a cubrir la plaza de Ejecutivo del Gobierno y tienen un público interesado e invisible. Sin embargo, la parafernalia es la misma, por un lado está el escenario más incómodo que pudiera existir, como es la soledad de la geometría del pódium, el presidente, que en este caso es el moderador, quien pendiente del reloj y el acuerdo regula cada una de las intervenciones y un público expectante de los dichos, argumentos, propuestas, descalificaciones, incluso, vacíos.
Más aún, ahí están, aunque silenciosos, los ojos y los oídos de los medios de comunicación que son el multiplicador de las voces, aciertos, yerros, dislates o mentiras que se puedan decir en ese escenario cargado innecesariamente de tanta solemnidad cercana a la de una misa o una sesión de un tribunal. Y, entonces, un mal desempeño puede contribuir a una baja o alta calificación. Incluso, la reprobación del aspirante.
Pero, yendo al punto de este debate, exploremos en los cuatro elementos del buen discurso en un debate que ejercitan los miembros de Toastmasters International.
Construcción del discurso
La triada discursiva de inicio, desarrollo y cierre en el debate entre Mario López Valdez y Jesús Vizcarra, candidatos a Gobernador, meridianamente se cumplió pero con algunas diferencias entre sí. Malova fue capaz de articular en la mayoría de las intervenciones estos tres momentos, lo que le permitió optimizar mejor el tiempo. Ponía de entrada la idea central, desarrollaba los argumentos y cerraba con una conclusión. Vizcarra, en cambio, se vio que no tenía manejo de la técnica discursiva, lo que le hacía depender mucho de los papeles que llevaba en sus manos, por lo que en más de una ocasión perdió el orden (y la paciencia). Eso lo llevó constantemente a leer las notas que le fueron "preparadas por un despacho de asesores" y perder un tiempo precioso para realizar las réplicas y contraréplicas. Buscó afanosamente construir un discurso en el éxito de su persona como político, como empresario, como padre de familia
Esto lo distrajo de los temas agendados y lo alejó de la plataforma electoral de la coalición "Para ayudar a la gente". Esta distancia lo presentó como un candidato, como sucede frecuentemente, que desconoce la plataforma política de su partido o coalición. Y no sólo eso, lo peor es que deslizó una imagen de que él gobernaría con sus propias ideas y no con la plataforma de su coalición. Craso error. Los políticos, al menos en teoría, gobiernan con la oferta política que registran ante el Consejo Estatal Electoral y no con las ocurrencias que aparecen en el camino.
Buen decir
En este renglón nuevamente Malova ganó, su discurso estuvo articulado y preciso. Sin embargo, el tono pautado de su voz parecía tan ensayado que delataba nerviosismo. Esto le restó espontaneidad a sus intervenciones. La sobriedad hacía juego con el traje que portaba. Le hubiera resultado más eficaz un tono de voz menos impersonal y más fluido; como también un traje menos luctuoso o solemne que además parecía quedarle pequeño.
Los debates, aun con la tensión intrínseca, pueden ser momentos de alegría en cuanto se ponen en juego las capacidades argumentativas y cierta dosis de realización personal. Vizcarra, metido en el laberinto de un discurso preparado y la presión del tiempo, en varias ocasiones se atropelló con sus propias palabras, hasta dijo algunas incompletas y armó mal las oraciones. Esto restó la eficiencia de un discurso que exigía más ideas. El constante señalamiento de que la "gente está cansada de rollo" y lo que necesita son "acciones y resultados", buscaba dirigirse a un público permeable a frases cortas.
Sin embargo, es probable que quienes hayan seguido el debate gusten de ideas largas y esto habría mal orientado su mensaje. Debiera en lo sucesivo reivindicar la inteligencia de sus interlocutores e ir por ellos sin que esto signifique que dejen de lado a los que gustan de "rollos" cortos. No hay que olvidar que quienes deciden las elecciones son frecuentemente los votantes de las clases medias más informadas.
Manejo corporal
En la primera parte de su intervención Malova se vio sin manejo corporal. Su estatura lo hacía verse pesado frente al pódium. Sus manos no acompañaban un discurso por demás pautado que le restaba fuerza a sus argumentos y, lo peor, prescindía de un énfasis final. No obstante, en la segunda mitad del debate corrigió ese error de manera que utilizó más las extremidades con una delicadeza que cerraba lo que su voz afirmaba. Lo hizo cuando presentó las fotografías de los inmuebles propiedad del Gobernador Jesús Aguilar Padilla y del Secretario de Gobierno Rafael Oceguera Ramos.Fue donde Vizcarra se vio mejor. Su manejo corporal mostraba libertad y él movimiento de las manos sin llegar a la perfecta sintonía completaban lo que haría en el caso de que los electores lo hicieran Gobernador. Incluso, la expresión de su rostro hablaba por sí solo, lo que le permitía cierta dosis de vehemencia que la gente siempre aprecia. Pero, esto ocurrió, cuando se desprendió de los papeles que le entorpecían sus intervenciones.
Contacto visual
Finalmente, Malova siempre estuvo al pendiente de la cámara como si hablara con el ciudadano al que le pide su voto. Miraba fijamente y soltaba su argumento, su señalamiento incluso hiriente. Quizá su mayor déficit fue que casi nunca, salvo cuando se refirió a sus 25 años de casado, esbozó una sonrisa, lo que contrastaba con Vizcarra que siempre cerraba con la mejor de su repertorio. La misma que asesinaba con el rin tintín de: "Vamos con todo, para ayudar a la gente". El candidato del PRI pudo tener un mejor rendimiento en este renglón, sin embargo, cayó en el error de tener un guión escrito. Leer en un debate es signo de inseguridad, desconocimiento y miedo. Mal se vio cuando se le revolvieron las hojas y hacia retórica en tanto localizaba la correcta. O peor aún cuando no la encontraba. Soslayando la réplica. Su mirada, en lugar de estar dirigida al público, constantemente aparecía baja, por estar metido en la lectura.
Convicciones
Luego de la parte convencional del debate hay otra dimensión que tiene que ver con la convicción del candidato en aspectos sustantivos. Las imágenes de las propiedades de Aguilar Padilla y Oceguera Ramos, que buscan provocar reacciones en contra entre una franja del electorado desprovista de lo más elemental. Que me parece eran los menos de quienes seguían el debate. No obstante, señala lo que para muchos es vox populi, que se han hecho grandes negocios al amparo del poder público y esto ha provocado una nueva hornada de políticos ricos en el estado.
La otra expresión es la insinuación de los ya trillados y nunca explicados satisfactoriamente nexos de Vizcarra con personajes del narcotráfico, lo que podría indicar un cambio en la estrategia política de Malova, y seguramente de sostenerla jalará al propio Vizcarra para tener una mayor definición en esta materia que es vertebral para la salud del tejido económico, político, social y cultural del estado. Pues, sin atender este reglón, poco se puede hacer por atraer la inversión y estimular la llegada de un mayor número de turistas, poco se puede hacer a nivel de pactos políticos, poco se puede avanzar para dar certidumbre a los sinaloenses y sería mucho más difícil levantar programas culturales de largo aliento.
En definitiva, el debate público cumplió aun con las exigencias de una sociedad demandante de mayores definiciones en este último y otros renglones, con lo que viene siendo intrínsecamente sustantivo que es la que la gente tenga otra fuente para tomar sus decisiones el 4 de julio. Habría que quitarle tanta solemnidad y exigir a los candidatos que sean congruentes con la plataforma electoral de su partido o coalición, para no exponer a los ciudadanos a un ejercicio de esgrima de ocurrencias y ofertas sin sustento.