"Martha Guadalupe Arredondo Sandoval: Confidencias de madre soltera"
Martha Guadalupe Arredondo Sandoval
Secretaria del Congreso del Estado
Martha Guadalupe Arredondo Sandoval vio nacer a su única hija viva, Martha Isabel, en medio del trajinar del trabajo parlamentario.
Estaba recién parida cuando su desesperado jefe, entonces novato Oficial Mayor del Congreso del Estado, fue a pedirle "auxilio" al hospital. Era un día de octubre de 1979. En la vida política se respiraba un solo aire. El horizonte se dibujaba del mismo color.
Aquel año iban a destituir en Sinaloa a un Presidente Municipal, y nadie en el Poder Legislativo, sabía cómo redactar el guión de la sesión.
Y al tiempo que amamantaba a su pequeña, "Marthita" --como se le llama a quien se convirtió en la secretaria modelo del Poder Legislativo-- escribía en su máquina las líneas que consumaron aquel acto, que quedó registrado en la historia del siglo que se fue.
Secretaria a los 15
Testigo privilegiada de la escena política sinaloense, pocos conocen a la mujer, hija, hermana y madre también. Hija de Eugenio Arredondo Fierro y María del Rosario Sandoval López, nació un 26 de enero de 1947, en el ranchito Majoma, Mocorito, hoy pertenece a Guamúchil.
A los 15 años, la mayor de 12 hijos del matrimonio Arredondo Sandoval se vio obligada a dejar el hogar, para venirse a Culiacán a trabajar, y ayudar a sus padres con los gastos de la casa, porque con tanto muchacho no alcanzaba.
"Me vine a Culiacán en 1962, mi familia y yo estuvimos separados 12 años, del 62 al 74. Había estudiado para secretaria en Guamúchil en el Colegio Renacimiento, que era el único que había; era un colegio de monjas, muy caro para las posibilidades de nosotros", recuerda.
En su pueblo natal vivió la "batalla" del padre, para darle estudios a su primogénita, en un país donde todavía la mujer era entrenada para ama de casa, y que apenas 9 años antes, el 17 de octubre de 1953, había conquistado el derecho al voto en México.
"Mi papá, que era ejidatario, ahorraba una monedita de 5 pesos diarios, para juntar la colegiatura; nos cobraban 40 pesos. Él cuidaba un rancho donde había vacas, ordeñaba, vendía la leche. Ahí trabajó como 20 años, hasta que se murió el dueño y lo indemnizaron".
--¿Cómo llegó al Congreso del Estado?
--Había un señor, que acaba de morir, Juan Bautista Obeso Esquivel, que fue Diputado en la 43 Legislatura; él era compadre de mis abuelos, supo que había terminado mis estudios de secretaria. Le dijo a mi abuela que había una oportunidad para trabajar, y lo consultó con mis padres. "Yo lo que quiero es trabajar", les dije.
Desde su primer día laboral, el 28 de agosto de 1962, supo que se quedaría. "(Aunque) no tenía idea de lo que era el Congreso, no sabía nada", relata.
La antigua sede del Palacio Legislativo estaba en la calle Rosales, en el Centro Histórico.
De su primer sueldo, un cheque de 221.50 pesos quincenales, le mandó a su mamá 150; el resto lo dejó para sus gastos de casa y comida.
"Yo sabía que no les alcanzaba el dinero, había muchas carencias. Aparte de que fuimos una familia numerosa, mi papá tuvo un hermano que se fue, y sus cinco hijos se fueron a vivir a la casa; todos comíamos con el salario de mi papá".
Maternidad y trabajo
Desde 1975 su madre se trasladó a Culiacán, para vivir a su lado. El mismo camino siguieron luego sus hermanos, para cursar la Preparatoria o una carrera profesional.
--Cuénteme su historia de madre
--Yo no me casé, soy madre soltera. En 1979 nació mi hija, Martha Isabel López Arredondo. Era un viernes y para el lunes ya estaba trabajando; el día que nació estaba internada en el Seguro Social, y vi pasar por el pasillo a mi jefe, entonces Oficial Mayor, el licenciado Rafael Quevedo Tejeda, de Escuinapa, con una carpeta. "Qué raro que ande aquí", me dije, y pensé que había ido a visitarme. Pero no.
Le pregunté "¿Qué pasó?", luego él me enseña un oficio y me pregunta "¿Qué hago con esto?". Resulta que iban a destituir a un Presidente Municipal, y fue a decirme "¿Cómo se hace aquí (en estos casos)?". En el Seguro el mismo día te dan de alta. Para el sábado yo ya estaba en la casa. "Tráigame una máquina y yo le ayudo", le ofrecí. Él acababa de entrar al Congreso, no sabía mucho.
--¿Mientras amamantaba a la hija usted preparaba la próxima sesión?
--Sí, hice todo lo que se necesitaba, pasó ese asunto, se lo entregué. Se destituyó a un Alcalde. El siguiente lunes, a los 3 días, ya estaba trabajando normal. Mi madre me ayudaba, ya vivía conmigo. Entonces no había guarderías, como ahora.
El trabajo para "Marthita" tuvo un vuelco, justo al inicio de su maternidad. Y es que el ritmo laboral se intensificó cuando la oposición empezó a tener representación plurinominal en la Cámara, que hizo cuadriplicar el trabajo.
--¿Cómo ha sido en su faceta de mamá?
--Desgraciadamente no te puedo decir que fui una excelente madre, porque en muchos momentos de la vida de mi hija no estuve con ella, por el trabajo; por ejemplo, a ella nunca se le olvida que cuando le dieron su certificado del kínder, en la foto yo no aparezco; una hermana mía, María Eugenia, está con ella, porque fue un día de sesión y no pude ir.
--¿Era mucho el sacrificio?
--Mucho, porque en muchos momentos importantes no pude estar con ella, cuando salió de sexto de primaria, tampoco. Parece que se estrenaba, el día de las sesiones eran los actos.
--¿Esa es la historia de muchas madres soltera?
--Exactamente, cuando se tiene que trabajar y no va a esperar a que alguien llegue y te dé, hay que pagar agua, luz, teléfono, la comida, todo. Pagaba la casa, ahora ya la pagué, ya es mía. Todo con mi esfuerzo. Porque el papá de mi hija murió cuando ella tenía 3 años. Realmente yo sola me la averigüé para mantenerla y sacarla adelante.
Por eso Martha Isabel, su hija, es agradecida. "Ella", dice, "es la mejor mamá del mundo; para mí es mi papá y mamá, al mismo tiempo, estricta, porque tengo disciplina".
Vida y orgullos
"Mi vida nunca la he platicado", confía "Marthita" en uno de los solitarios saloncitos del Congreso.
"Yo hoy les digo a las mujeres que trabajan conmigo 'vayan, no dejen esos momentos (con sus hijos), porque con el tiempo se los van a reprochar, como que no quiere la cosa'. Yo nunca salí a bailes, porque siempre había algo qué hacer y no me podía mover".
--¿Se quedó con ganas de tener más hijos?
--Yo quería tener otro, incluso tuve otro niño al año y medio después de Martha Isabel, pero se me murió a los 4 días de que nació.
--¿No le hizo falta un esposo?
--Mira, lo que pasa es que tuve mala suerte yo; porque no creas que me fue muy bien en la relación que tuve, porque en primer lugar, era una situación difícil. Y luego me tocó un hombre muy macho, machista, sí había problemas. Entonces ya que pasó eso, dije "hasta aquí"; no hubo cuenta nueva, se acabó y se acabó.
--¿Eso es común en muchas mujeres en el país?
--Sí, no te puedo decir que tuve maltratos, él nunca me golpeó, para nada. Hablaría mal. Pero él era el típico macho, que decía "Aquí no vas".
Su pareja, recuerda, la quiso sacar del trabajo. Pero le dijo "necesito trabajar porque tengo a mi cargo mi familia. Entonces estaban estudiando mis hermanos, yo les ayudaba. Fueron siete de 12 los que estudiaron, además de mí".
A mí me costaba, la comida, yo pagaba renta. Y hasta hoy, dice, sigue siendo el principal soporte económico de sus padres.
En 1997, al cumplir 35 años de servicio público, Marthita se jubiló. La hoy Directora del Departamento de Proceso Legislativo, jefa de 13 personas, ha preferido seguir recibiendo iniciativas, elaborando el Diario de los Debates, y levantando las actas de las sesiones. Ella es el "alma" de las sesiones del Parlamento. La que todo apunta, mira, y todo, o casi todo lo sabe.
--¿Qué la motiva a sacar trabajando, después de 47 años?
--Realmente me gusta mucho, conozco el trabajo muy bien, a lo mejor le dediqué más de lo que debí, pero ya pasó, ya se lo dediqué; ya no puedo echar nada para atrás.
--¿Dónde es más feliz, en el trabajo o en su casa?
--Antes, aquí me llevaba, estaba agusto; ahora disfruto la casa, mi mamá y papá, los dos viven conmigo, él tiene 87 años, mi mamá 84. Vivimos los cuatro juntos.
--¿Se ha concebido fuera del Congreso?
--No creas que no lo pienso. Sé que me tengo que ir; primero me puse de plazo que iba a trabajar 45 años, ya se cumplieron. Ahora digo que 50.
--¿Cuál es su principal orgullo?
--Para mí es muy satisfactorio que mi hija y mis hermanos hayan estudiado. Martha Isabel estudió Derecho y acaba de terminar una Maestría en Derecho Constitucional. Tengo tres hermanos ingenieros agrónomos, un biólogo, una trabajadora social, una médico siquiatra, un contador público. Todos están bien, no son ricos, pero trabajan y viven bien.
"Yo sola me la averigüé para mantenerla (a mi hija) y darle todo lo que necesitaba, sacarla adelante".
"Yo hoy les digo a las mujeres que trabajan conmigo 'vayan, no dejen esos momentos (con sus hijos), porque con el tiempo se los van a reprochar'...".
"A mí me fue mal (relación de pareja), y ya que pasó eso, dije 'hasta aquí', no hubo cuenta nueva, se acabó y se acabó".
Martha Guadalupe Arredondo Sandoval
Secretaria del Congreso del Estado