"Olvidados del mundo"
CUITABOCA, Sinaloa._ Son pasadas las 11:00 horas. Una familia tarahumara decide descansar en el vado del arroyo de Agua Caliente de Cebada para luego continuar subiendo.... a pie.
Sus pieles morenas empiezan a transpirar gotas de sudor que surgen con el candente sol. La mujer jala de la mano al más pequeño mientras la hija más grande, de unos 8 años, se conduce sola; el jefe de la familia lleva una carga sobre sus hombros.
La mujer casi arrastra una falda colorida que ella misma se ha hecho y los huaraches de tres puntadas revelan lo mucho que han recorrido ese camino pedregoso para llegar a su choza de palma.
Así son los habitantes de los pueblos indígenas situados en la sierra de Sinaloa.
Pueden caminar horas para bajar a proveerse de alimentos o medicinas.
Para llegar a Cuitaboca, se tienen que recorrer entre 60 y 70 kilómetros desde la cabecera de Sinaloa de Leyva, son cerca de cuatro horas en vehículo. Si se va en bestia el trayecto se hace más largo y pesado, si es caminando, se resignan a hacerlo durante todo el día, hasta entrada la noche.
El paisaje que se aprecia desde que empieza la travesía es inigualable. En el trayecto se encuentran las comunidades Las Tatemas, El Amapal, La Higuera, El Limón y Agua Caliente de Cebada, hasta ahí llega la energía eléctrica, más allá la oscuridad los cobija al caer el sol.
Por el camino observan de manera intermitente en diferentes puntos bultos de estacón que sacan.
El paisaje lo conforman árboles de igualama, palo colorado, higueras, y donde la sierra se vuelve más intrincada empiezan los cedros, encinos y los pinos repletos de piñones.
La vida en la sierra
Don Ramón Cabrera Reveles tiene 82 años y es originario de El Rincón, pueblo indígena integrado por dos o tres familias.
La edad y las enfermedades que lo empiezan a atacar, a pesar de ser de cepa fuerte, ya no lo dejan arar la tierra con su par de mulas para sembrar frijol y maíz, como lo hacen los más nuevos, lamenta.
"Aquí la pasamos, los más nuevos trabajan pero uno que ya no puede ¿cómo?", cuestiona, "yo estoy viejo ya y enfermo, ahora viene el frío y uno tiene que cuidarse más".
La principal actividad allá es la siembra de maíz y frijol, si no nace, no comen.
Algunos tejen petates de palma o canastas, también elaboran ollas de barro y con lo poquito que venden logran subsistir.
En La Mesa de la Burra, Tepomena, El Rincón, El Barranco de Jesús María y Cuitaboca las casitas son de adobe y techo de palma. Viven tarahumaras o rarámuris mezclados con mestizos.
Los niños de ahí van a la escuelita, también de adobe, con la maestra que mandaron del Conafe y que ha durado más que las otras porque se casó con un joven de ahí.
Comentan que es difícil educarlos, alimentarlos y curarlos cuando se enferman, pues el camino se pone intransitable, sobre todo en época de lluvias.
Olegario Zágate Cabrera recuerda con tristeza las veces que se les ha muerto un niño mientras se esfuerzan por llevarlo a que lo atienda un médico.
"El camino está muy malo, a como podemos bajamos a Sinaloa, a veces es cada mes, cada 20 días, para ir a traer provisiones y medicinas, cuando llueve se pone peor", detalla.
La cría de gallinas y de una que otra vaca es para los más privilegiados en el pueblo donde aún se habla la lengua tarahumara.
En la época de frío no puede faltar la leña para hacer la fogata y calentarse un poco, dice don Hipólito García Cabrera.
"Ahí hacemos una lumbrita, nos va peor con el frío, aunque ya estamos impuestos, no nos hace mucho", asegura.
Oficialmente no existen
Hace poco tiempo, gracias a una campaña de registro civil, doña Josefina Castro Olguín tuvo su primer acta de nacimiento.
El documento marca su llegada a este mundo un 1 de octubre de 1940 y escasamente entiende lo que le dicen.
Nacida y criada en el poblado El Sombrerete, la adulta mayor comenta que ya no tiene esposo y está enferma, el dolor en las piernas a veces no la deja dormir.
Ella no tiene que esperar el efecto de ningún medicamento porque no lo hay a la mano, sólo le queda aguardar a que con el reposo se controle.
Muchos de los habitantes de estas poblaciones indígenas no cuentan para el Gobierno, pues no tienen acta de nacimiento ni credencial de elector, pero existen y están olvidados, a la buena de Dios.
Necesitan ayuda
Aunque muchos comprenden el español no se atreven a hablar abiertamente y expresar sus necesidades, pero éstas son evidentes.
A los vecinos de estas comunidades indígenas les hacen falta alimentos, medicinas, ropa, zapatos, cobijas, menciona Enrique García Cabrera.
Con desconfianza el comisariado de Cuitaboca cuestiona la presencia de los medios de comunicación y del resto de los visitantes, pues no hay campañas electorales.
"Nosotros tardamos unas cuatro cinco horas para llegar a Sinaloa, mínimo", detalla. "Han muerto niños, si va enfermo uno con este camino se enferma más.
"Yo estuve en la Presidencia municipal y me prometieron mandar maquinaria para arreglar el camino la semana que entra, pero no creo, así son las autoridades, hay que estar insistiendo, se batalla mucho para conseguir".
Aunque el camino es prioridad, manifiesta que también requieren de una buena escuela, por las condiciones en que está la que tienen.
Y por esa vereda, a las 18:30 horas, ya oscuro, la misma familia de tarahumaras sigue buscando su destino, sus pies empolvados y que se mueven casi a rastras dan muestra del cansancio de tanto caminar.
Esa es la vida de los indígenas, los que viven a la buena de Dios, los olvidados del mundo.
Inician programa de ayuda
Con el fin de llevarles algunos apoyos Wilfredo Véliz Figueroa anunció un programa donde el comercio organizado, empresarios y ciudadanía en general puedan donar víveres, ropa y cobijas.
El ex Presidente municipal hizo un llamó a quienes deseen participar a que acudan a llevar sus donativos al Ayuntamiento, al DIF, la Casa de la Cultura o su propio negocio, en la cabecera municipal.
"Buscamos ablandar corazones, sensibilizar a la población, a los que tienen la fortuna de estar en mejores condiciones para llevar una esperanza de hermandad", expuso.
"Para que vean ellos que no están solos y que podemos unir esfuerzos los comerciantes, los agricultores, los políticos, para poder ayudar a los que menos tienen".
El político negó que estas acciones lleven un fin electorero.
CUITABOCA
Es una comunidad de apenas dos casas ubicada en la sierra, a casi 70 kilómetros de Sinaloa de Leyva y a la que se llega por un camino de un carril que está en malas condiciones.
En la región donde se ubica esta comunidad tienen un potencial forestal de 10 mil hectáreas de las cuales se explotan solamente 350 hectáreas de pino.
También existe potencial minero e incluso hay una mina llamada El Pilón que extrae metales.