"Óscar Rivera: retrato en el tiempo"
Martín Durán
CULIACÁN._ La casa está llena de recuerdos... "¿cómo se despide uno de alguien que se va así, de repente?"
Doña Olga Inzunza dice que su esposo Miguel no ha dejado que su hijo Óscar se despida por completo, desde la tarde en que lo mataron.
"Todos los domingos sin falta va al panteón a dejarle flores, sólo que llueva o que yo me enferme no va, pero ya este último año no le ha llorado tanto; yo le digo que lo tenemos que dejar ir", cuenta la madre del periodista, que en su última etapa de la vida se convirtió en vocero del operativo "México Seguro".
Después de cinco años, doña Olga abre su casa de la calle Mario Camelo, y la despeja de la amargura que le dio el asesinato de su hijo menor. Tiene más años de los que cargaba en 2007, cuando acribillaron a Óscar, pero sigue fuerte, sólida, incluso más fuerte que su marido, asegura.
Ella misma hace la imagen de don Miguel Rivera cada domingo. Toma su sombrilla, unas flores y se va con uno de sus hijos al parque funerario al sur de la ciudad. Ahí se para frente a la tumba y le llora un rato.
"Óscar era el pilar de la casa, lo extrañamos tanto; todas las tardes venía a visitarnos", recuerda.
La sala y el comedor están pobladas de fotografías de Óscar Rivera. Una donde está con sus dos hijos, su padre y su esposa.
"Esta es cuando el más chico se graduó de la primaria", comenta. En la pared, antes de llegar al comedor, está una más grande: "Fue la última foto que se tomó mi hijo".
También está la foto de Óscar cuando era adolescente, vestido de payaso, perpetuado en un gesto risueño.
"Era cuando le ayudaba a Rossy Robles y a Gerónimo Martínez en su taller... era payasito educativo", desgrana el desván de los recuerdos.
"Te cuento su vida, es lo único que tengo de él"
Desde que nació, un 23 de septiembre de 1965, Óscar Rivera Inzunza fue un sobreviviente. Pasó su infancia con un asma bronquial que incluso en la vida adulta le impedía beber más de lo necesario.
Como era muy flaco, se ganó el apodo de "El Finito". En 1972, la familia Rivera Inzunza llegó a vivir a Culiacán, proveniente de Pericos, Mocorito.
"Llegamos a vivir a la Gabriel Leyva y ahí empezó a criarse mi hijo, estudió la primaria en la Ángel Flores y era un niño muy obediente", narra doña Olga.
Cuando los artistas plásticos Rossy Robles y Gerónimo Martínez instalaron su taller por la calle Agustín Verdugo, ahí a la vuelta de la Mario Camelo, Óscar fue seducido por el mundo del arte.
Entonces andaba en la adolescencia. En el taller aprendió la escultura y la pintura, a Rossy le ayudaba a conseguir piedras basálticas o troncos para hacer obras.
"Yo no sé cómo le hacían, pero iban a Badiraguato y traían una rocas enormes donde Rossy esculpía, en verdad no sé cómo las podían", dice Olga.
Tal vez por eso, muchos pensaba que el camino de Rivera Inzunza sería el arte, pero cuando entró a estudiar comunicación en la Universidad de Occidente, en el año de 1984, la vida se le torció. Más bien cuando hizo sus primeras letras en Noroeste. Se quedó en el periodismo.
Los Intocables
De aquellos años, lo que más recuerda el periodista Eduardo Valdez Verde, fue la fundación de la mítica columna "Los Intocables", elaborada con la información de hechos trascendidos del mundo de la policiaca.
"Un día nos reunimos, platicamos y decidimos que hacía falta una columna con toda la información que no podíamos manejar a nivel de nota", recuerda Valdez Verde, quien trabajó en la sección Seguridad y Justicia de Noroeste.
Al principio eran tres los reporteros que hacían la columna por turnos. Verde era "El Malandrín"; José Antonio Liñán era "El Uyuyuy", y Rivera Inzunza se autonombró "Ellíos Nel".
"La columna llegó a ser una de las tres más leídas del periódico", refiere.
Ahí contaban de todo, desde balconear al policía gordo que se caía de la patrulla hasta sórdidas historias que nadie pensara que entraran a la imprenta.
"Óscar era un tipo muy adelantado a su época, muchas de las cosas que aprendí en el periodismo lo aprendí con él", comenta Valdez Verde.
Fue uno de los jefes de la sección de nota roja que logró que la policiaca tomara otros rumbos y alcanzara a publicarse en la portada.
"¿Qué era lo que hacíamos?, escribíamos historias, Óscar era muy dado a eso, a darle seguimiento a una nota hasta agotarla".
Su madre cuenta que Rivera Inzunza salió de Noroeste porque quería más independencia, y se puso a hacer la revista Cambio 21 con un puñado de colaboradores.
Era 1999 cuando su salida hizo estrépito en su círculo de amistades, pero no se amilanó y continuó con el proyecto de la revista.
La época en jefaturas de prensa
Pero Cambio 21 sería un proyecto efímero, y con el tiempo, Óscar Rivera entró a trabajar como jefe de prensa de la Policía Ministerial del Estado, cuando mandaba Jesús Antonio Aguilar Íñiguez, "Chuy Toño".
Ya eran tiempos violentos. El periodista Martín Gastélum Zepeda recuerda sobre todo esta época, en que llegaba a la Ministerial del bulevar Emiliano Zapata, y a veces tenía que lidiar con el polémico jefe policiaco, reacio a las entrevistas.
"La enseñanza que me dejó Óscar como periodista fue una frase que usaba 'donde no hay nota hay nota'", indica Gastélum Zepeda.
La cosa consistía en que si un funcionario no quería dar una entrevista, por más que se le solicitara, la próxima vez era llegarle con la grabadora encendida. Y lo que dijera eso era la nota.
Pues Martín se la aplicó un día, estando Rivera en la Ministerial, cuando "Chuy Toño" no quiso salir a entrevista. Óscar le explicó por teléfono a su colega que no saldría su jefe a dar la conferencia. Y eso fue la nota, cuenta Gastélum.
"Ahora resulta que vas a hacer mi alumno más avanzado", le soltó jocosamente Rivera Inzunza a Gastélum por el auricular.
Vocero de un operativo fallido
En mayo de 2005, cuando el Presidente Vicento Fox quiso limpiar de "topocatas" el estado, mandó el operativo conjunto "México Seguro", del cual Rivera Inzunza se hizo vocero oficial.
A él acudían los medios para ofrecerles información sobre decomisos y acciones policiacas y militares.
Era el primer año de Jesús Aguilar, el mismo que meses atrás había declarado que la violencia era algo normal en Sinaloa.
Ese mismo año desaparecieron a Alfredo Jiménez. "Nadie como Óscar se movió para que investigaran lo de Alfredo", recuerda doña Olga.
Martín Gastélum trata de ser más certero: "Fue el único que en verdad se movió por Alfredo".
Entonces Rivera Inzunza era presidente de la Asociación de Periodistas 7 de Junio.
Más tarde, en enero de 2006, llegó el General Rolando Eugenio Hidalgo Eddy a la Novena Zona Militar con el empeño de capturar a Joaquín "El Chapo" Guzmán.
Y con el mando militar, Óscar tuvo que sortear el vendaval de violencia contra la instancia castrense, pues a Eddy primero le arrojaron un cadáver afuera de la Comandancia y más tarde pasó el acoso del grupo criminal.
Pero Rivera siempre estaba ahí para los reporteros que necesitaban información sobre las acciones de seguridad.
"Hijo, cuídate mucho, cuídate", le decía su madre siempre que la visitaba en su casa.
"No, madre, que se cuiden los que andan mal", era la respuesta.
Una noche antes de que lo asesinaran, todavía Olga le recordó a su hijo que se cuidara.
Pero él, confiado, aseguró que no pasaba nada, que era su trabajo. El martes 4 de septiembre, Rivera se tomó un café con un panqué, y se fue con su esposa alrededor de las 9 de la noche.
"Fue la última vez que lo vi; ya al día siguiente Leticia su esposa me habló para decirme que se iba a encontrar con Óscar cerca de su oficina, en Gobierno", narra Olga.
Pero el encuentro ya no se dio. Leticia alcanzó a llegar hasta donde estaban los policías, impidiendo el paso sobre la calle Insurgentes, cerca de la Torre de las Américas. Aquel hombre perforado por las balas, dentro de la Suburban, era su marido.
Secuelas malditas
"Es todo lo que tengo que contar de la vida de Óscar", concluye su madre, sentada en la sala de su casa.
Lleva en sus manos unas hojas blancas escritas a mano, donde relata la reseña de vida de su hijo. A un lado tiene una foto de bodas. Leticia y Óscar hacia el 27 de febrero 1991.
"Hoy mis nietos tienen 18, 17 y 6 años; la niña siempre se la pasa hablando de él, dice que quiere un cohete para ir hasta donde está... le hemos dicho que se fue a una estrella lejana".
De esta historia, Olga dice que ya no quiere marchas ni protestas. Están cansados y viejos, dice. Si Jesús Aguilar se comprometió a resolver el caso y no lo hizo, Malova menos lo hará, externa.
La investigación, a unas horas de cometido el crimen, aquel 5 de septiembre de 2007, fue atraída por la Subprocuraduría de Investigación en Delincuencia Organizada, y lo único que dejó fue el retrato hablado de uno de los sicarios. El caso, cinco años después, sigue estancado, y los personajes que aseguraron esclarecerlo siguen su vida pública.
DATOS
Los que estaban al frente...
Jesús Aguilar Padilla
El Gobernador que se comprometió a resolver el crimen, actualmente están en el Comité Ejecutivo del PRI. Le coordinó la campaña en cinco estados a Enrique Peña Nieto, presidente electo.
Luis Antonio Cárdenas Fonseca
Entonces Procurador de Justicia, ahora es Diputado local por el PRI y busca la alcaldía de Guasave para 2013.
Rolando Eugenio Hidalgo Eddy
Entonces Comandante de la 9 Zona Militar, a fines de 2007 salió de Culiacán, y más tarde se retiró. El último cargo público fue de Secretario de Seguridad en Aguascalientes. En 2008 se descubrió que su despacho estaba infiltrado y sus colaboradores filtraban información al cártel de Sinaloa.
"La enseñanza que me dejó Óscar como periodista fue una frase que usaba 'donde no hay nota hay nota'".
Martín González Gastélum
Periodista
"¿Qué era lo que hacíamos?, escribíamos historias, Óscar era muy dado a eso, a darle seguimiento a una nota hasta agotarla".
Eduardo Valdez Verde
Periodista