"Pagar la hipoteca social"
El 2 de octubre de 2013 se llevó a cabo en todos los campus del Tecnológico de Monterrey el Onceavo Congreso de Formación Ética y Ciudadana. El Campus Sinaloa desarrolló de manera particular una serie de eventos que tuvieron como objetivo propiciar el interés y el conocimiento por los temas éticos y ciudadanos.
La agenda del congreso se abrió con una bienvenida transmitida virtualmente desde Monterrey, por parte del Profesor David Noel Ramírez Padilla, Rector del Tecnológico de Monterrey, quien dirigió un emotivo mensaje a los alumnos y profesores de la institución en donde los invita a retomar y vivir los valores de la institución, especialmente con el fortalecimiento del Sentido Humano, repensando la dignidad humana y la solidaridad en México.
La responsabilidad colectiva
El Profesor David Noel recalcó en su intervención que solidariamente todos somos responsables de todos y que es de suma importancia afianzar el compromiso de pago de la hipoteca social. Este concepto, que nos remite al Jubileo bíblico en donde se dedicaba un tiempo para restaurar la armonía que Dios había entregado a las personas pero que los pecados humanos habían lastimado, fue también un referente en el discurso inaugural que el Papa Juan Pablo II pronunció en la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano, llevado a cabo en Puebla en el año de 1979. Es así, a través de los años que la Iglesia reconoce la existencia de una hipoteca social que es parte de toda propiedad privada, aplicable también a la propiedad intelectual y al conocimiento, pero con una visión moral de lo que significa el bien para todo individuo.
A principios de este año 2013, el profesor David Noel Ramírez Padilla publicó su libro "Hipoteca social", un texto esperanzador y propositivo explicado con la acreditada autoridad de su autor y que viene a ser un referente obligado para quienes integran la institución educativa que preside, pero ante todo para aquellos lectores externos que tendrán en sus manos un texto que trasciende el ámbito académico por el sentido humano que proyecta.
En diez amenos capítulos donde no queda pendiente mensaje alguno, adecuados a los tiempos actuales y a la preocupación de su autor, se explica detenidamente con extrema lucidez y sentimiento desbordante la gran deuda que se tiene pendiente con el dolor ajeno, con la falta de solidaridad y de compromiso social, la frivolidad de los valores, la ausencia de un Estado de derecho, la violencia galopante y el incremento de la pobreza y de la desigualdad social.
Las injusticias sociales y el ciudadano impasible no tienen cabida en las premisas del escritor. Es de hecho, se acota en el libro, el empoderamiento ciudadano por medio de los jóvenes, empresarios, políticos, universidades, familias e iglesias, los que podrían hacer de este mundo desesperanzado un mejor lugar para estar y vivir con sentido humano.
La hipoteca social
A la pregunta inicial en el texto "¿Por qué un libro sobre la hipoteca social", la respuesta del autor es muy directa: "El hombre encuentra su felicidad cuando parte de un principio: nacimos por el amor y para el amor". Esto significa que "si queremos ser felices, debemos aceptar que nunca será ético utilizar los dones y carismas que hemos recibido sólo para usufructo personal", lo cual se traduce en el deber de ponerlos al servicio de los demás, sobre todo en lo que menos tienen.
De aquí el leimotiv del texto: sobre esos bienes se grava una hipoteca social. Los bienes a hipotecar no solamente se limitan a los objetos o patrimonio material que se tiene, sino como se comentó anteriormente, grava también el conocimiento, la inteligencia, las competencias que se tienen y que la vida pródigamente ha dado.
La hipoteca como figura jurídica es muy clara, es un derecho real de garantía constituida para asegurar el cumplimiento de una obligación o deuda sobre un bien generalmente inmueble que aunque sigue en manos de su propietario, el derecho es del acreedor hipotecario. Esta parte es interesante desde el punto de vista de social pues nadie quiere dar o perder lo que le pertenece por la razón lógica de que es suyo, sin embargo, desde el punto de vista ético hay un compromiso moral de apoyar y devolver a los demás algo de lo que se ha acumulado, retenido y atesorado, a veces egoístamente.
La hipoteca social grava a los más beneficiados, no son pocos, son muchos, aquellos que no pertenecen por ejemplo a los más de cincuenta millones de mexicanos sumidos en extrema pobreza. Grava a los que tienen bienes materiales, conocimiento, intelecto, inteligencia, competencias y demás dones que la vida le ha otorgado.
El comportamiento a seguir que marca el profesor David Noel como estilo de vida, lo resume en un lema muy concreto, muy sencillo para llevar a la práctica en esta filosofía: "saber para servir". Y acota con una frase muy bella todo lo anteriormente reseñado: "La felicidad es el fin hacia el cual debemos canalizar nuestros esfuerzos, pero la lograremos si hacemos nuestra la cultura de servir a los demás".
La solidaridad
No hay un solo capítulo del libro en el cual no exista una palabra, una frase, un pensamiento que no exalte el espíritu de la solidaridad social. Los datos y cifras expuestos por el autor son crudos, no hay manera de ocultar lo que todo ciudadano conoce: la pobreza extrema, la desigualdad social, la inseguridad, la migración, el desempleo, la baja calidad educativa de las últimas décadas. Como cascada fluye la información y no queda nada menos que reflexionar, conectar, entender, apoyar, contribuir, solidarizarse con "el rostro sufriente de México".
La hipoteca social es un compromiso y cada familia es responsable de transmitirla a sus hijos. Este trabajo que se lleva a cabo al interior del hogar se respalda con los valores que se viven ahí. La ausencia y frivolidad de los valores llevan a los problemas que tiene el país. Si tan solo se garantizara la equidad, la solidaridad, la honestidad y la justicia en los seres humanos el panorama sería distinto.
Poner los dones al servicio de los demás es una tarea formativa que se lleva a cabo durante toda la vida del ser humano, poco a poco, y no tiene distingos como lo subraya el profesor David Noel: "Vale más el talento modesto que se pone al servicio de los demás, que la inteligencia brillante que busca su propio interés".
No se puede seguir indiferente ante la problemática social, no hay manera de evadir el compromiso de pago de esta hipoteca y en donde "todos somos responsables de todos, no sólo de lo mío y de los míos". Como parte de la solución a los problemas, en el texto se plantea una premisa básica para sanar la problemática del país y que implica necesariamente tres pilares o columnas: la paz, el desarrollo y la solidaridad. Vivir esta triada conlleva a respaldar el bienestar general del país y ante todo a hacer el aporte correspondiente del pago ineludible de la hipoteca social.
Los pilares
En un recorrido breve por la triada propuesta, el autor menciona a la paz como el principal detonador de desarrollo del país y que sin ella no puede haber seguridad y tranquilidad en las ciudades, entendiendo como paz "la búsqueda del respeto y del desarrollo de la vida humana".
En cuanto al desarrollo, es claro al afirmar que depende fundamentalmente de todos, con las decisiones que en sociedad se tomen y la conformación de un auténtico Estado de derecho con "un sistema de gobierno eficiente y robusto que apoye dicho desarrollo" y de esta manera enfrentar el gran reto de migrar y construir una economía del conocimiento.
Respecto al tercer pilar, la solidaridad, el profesor David Noel hace un llamado para que se asuma "el compromiso de que todos somos responsables de todos". Este valor universal que se vive ante la desigualdad social y la pobreza es parte de la fraternidad humana en donde las personas buscan el bien de sus semejantes.
El autor urge a transformar la conciencia para vivir intensamente el amor ágape, el amor perfecto e incondicional sin esperar nada a cambio. Esta parte de la triada, la solidaridad, es de suma importancia por la implicación directa que tiene toda la ciudadanía y porque una sociedad participativa que aporta sus diferentes "carismas al servicio de los demás" fortalece todo tipo de problemas y hace menos grande la brecha entre la riqueza y la pobreza.
El pago de la hipoteca social le compete a todos los deudores: políticos, empresarios, instituciones educativas, sociedad civil, iglesias, intelectuales, medios de comunicación, adultos, familias, jóvenes, niños, adultos y personas en condiciones de marginación.
Dar, compartir hasta lo que para cada quien es indispensable, con acciones muy concretas y que les corresponde hacer a cada uno desde el lugar que ocupa. De esta manera el autor exhorta a cumplir con este deber, haciendo el bien como un "imperativo que hay que vivir si en verdad queremos una sociedad humana y justa para todos".
* Profesora de Negocios Internacionales
Coordinadora del Programa de Formación Ética y Ciudadana
Investigadora del Sistema Nacional de Investigadores Nivel I