"'Pasa el tiempo y ni cuenta te das': Ramón Alberto Monzón"
MAZATLÁN._ El día exacto no lo tiene en claro. Lo que Ramón Alberto Monzón Carrasco sí reconoce es que los 30 años que cumplió este año en el Grupo Editorial Noroeste no los ha sentido.
Por eso hace la pausa cuando piensa en el tiempo. En que tres décadas de su vida las ha dedicado al periódico con la misma fuerza que aún conserva y con las ganas de seguir adelante.
"Pasa el tiempo y ni cuenta te das de que ya son 30 años... se dicen fácil pero son muchos", reconoce.
Ramón Alberto se sumó al equipo un día de enero de 1983 como contador del diario en Culiacán.
A los cuatro meses de haber sido empleado, el gerente general Sergio Aguirre García, avalado por el director fundador Silvino Silva Lozano, le propuso dejar Culiacán, ciudad a la que llegó desde chico proveniente Estación de Dimas, y convertirse en el gerente administrativo de Noroeste.
"Espéreme, espéreme, yo soy contador y de administrador pues la verdad; es la misma cosa, me dijo (Sergio Aguirre García), tú lo estás haciendo de contador también lo vas a hacer administrador, tú sabrás, velo con tu familia, por lo pronto mañana nos vamos a Mazatlán y ya me dices qué pasó, si te quedas allá", narra.
"Había necesidad de venirse alguien a esta plaza, en este puesto de gerente administrativo porque el que estaba en ese momento se iba a ir, urgía que viniera a alguien a tomar al propuesto ya sea para preparar a alguien y yo regresar o si quería, podía quedarme".
Finalmente a su familia le agradó la idea de residir en Mazatlán, por lo que desde entonces, el puerto se convirtió en su casa.
En estos 30 años, él ha visto cómo el periódico pasó de ser un diario pequeño, con poca circulación, un grupo modesto de trabajo y un medio que muchas veces tuvo que pedir el apoyo de Culiacán para comprar rollo de papel, a ser un periódico que llegó a imprimir hasta 30 mil ejemplares.
"Llegó un momento en que el papel ya no cupo en la bodega de las oficinas que teníamos frente a la Central Camionera; los rollos de papel los íbamos acomodando en la calle a doble fila".
Monzón Carrasco fue testigo de cómo pasaron de las máquinas de escribir Olivetti a las primeras computadoras; cómo el blanco y negro se convirtió en color; cómo se consolidó como un medio fuerte y con una credibilidad a prueba de "balas".
"Hay que pelear para que la empresa salga beneficiada... Para mí Noroeste es mi fuente de trabajo a la que le tengo mucho cariño... es la empresa en la que quiero continuar, no sé por cuanto tiempo, pero mientras pueda aquí voy a seguir".
"Hay que pelear para que la empresa salga beneficiada... Para mí Noroeste es mi fuente de trabajo a la que le tengo mucho cariño... es la empresa en la que quiero continuar, no sé por cuanto tiempo, pero mientras pueda aquí voy a seguir."