"Patrulla ruletera"
La policía municipal fue por las calles pepenando y levantando a cuanto desbalagado se encontraba hasta que la caja se llenara. Todo el día lo hizo y nadie dijo nada. Hombres y mujeres por igual fueron "levantados".
No cometieron ninguna falta contra el Bando de Policía, aunque tampoco los remitieron a barandilla. Les dieron 14. Ayuda, dirían ellos, para acercarlos a su escuela o su centro de trabajo, ante el paro nacional del transporte público en protesta por el incremento al diesel.
A la 1342 de la policía municipal sólo le faltaron el estéreo y los garbanzos. Se enrutó y recorrió el circuito Obregón, Ruiz Cortines, Gas Valle y Central Millenium. Respetuosos de la ruta. La patrulla va despacio, prendida la torreta. La gente de a pie o en automóvil mira desconcertada a los pasajeros.
La protesta nacional sacó los matices de una sociedad en paro. La solidaridad y la perseverancia, la voracidad y la sabiduría para aceptar lo que no se puede o no se quiere cambiar.
Al alba, decenas de estudiantes y trabajadores brotaron en los paraderos a esperar un transporte que nunca llegó. Señoras con la prole en ristra a la escuela o la guardería. Muchachos que atisbaban el amanecer en busca del camión.
El programa emergente implementado por Gobierno del Estado fue insuficiente. Al menos en la ruta 10 y la base provisional de taxi en la Díaz Ordaz. En la Sexta e Hilario Medina no había carro de alquiler y los trabajadores se miraban entre sí.
"Se supone que aquí iba a estar una parada de taxis y que iban a cobrar 10 pesos por cabeza", comenta Manuel.
La ruta 10 que cubrió Quintas-Barrancos hasta las 11:30 horas lo hizo con tres camiones, con intervalos de hasta 30 minutos entre ellos y más de una hora para recorrer el circuito. Pero ya no levantaban pasajeros en la Pablo Macías y Fernando Cuén, en la Ruiz Cortines porque iban al tope.
La solidaridad floreció en tiempos de protesta y los vecinos se apoyaron con el raite y el aventón, pero también la voracidad de los taxistas libres que buscaban ganancias en el río revuelto.
"Quince pesos por cada uno al Centro. Dense cuenta que no hay camiones", advierte un taxista de la Central Millenium que pasaba por la Fernando Cuén.
"En estas situaciones es cuando todo mundo aprovecha", comenta una señora.
Pasan de las 10:00 horas y los camiones no aparecen. Las personas que lo aguardan caminan de un lado a otro, platican entre ellas y se sumen en el silencio. El sol ya cala y algunos reconocen la ociosidad de la espera y regresan a casa. Con las manos en las bolsas y despacio, volteando de vez en cuando con la esperanza viva...
"De haber sabido ni me levanto, pero como dijeron que iba a haber camiones...", dice Miguel.