"'Que Dios aplique justicia': Ramón, padre de Vianey"
En la casa de Ramón y Yolanda ya nada es igual: Hace falta Vianey, su hija.
La niña de seis años que el domingo a la 1:30 horas murió en el Hospital General de Culiacán, víctima de una presunta negligencia médica, fue sepultada ayer en el panteón de la colonia 21 de Marzo.
Sus padres la recuerdan como una niña muy seria, pero con los niños, abierta. En casa, cuando estaba sola, se la llevaba cantando y acomodando sus cerca de 30 muñecas. Las quesadillas, su comida preferida; los caldos, los rechazaba.
Ramón, su papá, por más esfuerzo que hacía en no llorar, no podía; en cambio, Yolanda, la madre, parecía no asimilar la muerte de su hija.
Pasadas las 14:00 horas, en medio de llantos y sollozos, familiares y amigos de Vianey llevaron el cuerpo desde la funeraria a la iglesia Santa Rosa de Lima, ubicada atrás de la clínica 35 del IMSS, donde realizaría la misa de cuerpo presente.
Cerca de media hora después, la procesión empezó al lugar donde sería la última morada de la menor.
En el féretro, Vianey portaba en su cabeza una corona, y en su cuerpo, un escapulario, así como una blusa de tirantes. En su brazo izquierdo se le colocó una barbie, y en los pies, un oso de peluche color rosa, además de un pequeño globo en forma de corazón.
A las 15:23 horas, cuando la carroza llegó al panteón, Ramón, el padre de Vianey, pidió a los presentes tomaran un globo, lo soltaran al mismo tiempo para que se elevaran al cielo, ya que según él, ahí estaría el alma de su hija.
Minutos después, personal de la Procuraduría General de Justicia del Estado, llegaron al panteón para pedir a los padres autorización para realizar la autopsia a la niña, estudios determinantes para precisar si hubo negligencia en la atención que se le dio a Vianey.
Pero la respuesta de los padres fue contundente: No.
"Que ganen ellos (las autoridades médicas). La justicia de ustedes se compra, que castigue Dios, que él aplique justicia", fue la respuesta que emitió el padre al personal de la Procuraduría.
Leonel Aguirre Meza, presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Sinaloa, quien estaba en el panteón, consideró que en el momento de la muerte de Vianney, las autoridades médicas del Hospital General debieron haber avisado al Ministerio Público.
El Ministerio Público, añadió Aguirre Meza, debió haber solicitado la autopsia en ese momento, no segundos antes de enterrar el cuerpo.
Cuando el personal del Ministerio Público abandonó el panteón, Ramón, empezó a recordar a su hija.
Todos los días, manifestó el padre, Vianey se dormía a las 12 de la noche, ya que esperaba que él regresara de cuidar los carros del estacionamiento de Comercial Mexicana.
Con el dinero que ganaba, producto de cuidar los carros, diariamente compraba un litro de leche y glaseados para llevárselos a Vianey, quien luego de comérselos, se iba a la cama a dormir.
"Yo salía a trabajar a las 11 (de la noche) y ella siempre me esperaba, siempre se dormía a las 12, y siempre yo le llevaba su litro de leche y un glaseado, no podía fallarle con eso".
"Que ganen ellos (las autoridades médicas), la justicia de ustedes se compra. Que castigue Dios, que él aplique justicia".
Ramón
Padre de Vianey