"Queso, dulces de leche y más"
MAZATLÁN.- Cuando era pequeña, Justina Lizárraga Rodríguez aprendió a trabajar en el campo y la ganadería. Igual que un hombre, junto a su padre, conoció el proceso de elaboración de los quesos, que constituye una de las tradiciones que caracteriza a El Quemado, poblado de donde es originaria.
"En los ranchos desde chiquilla se enseña uno a todo, hasta cuidar a las vacas. En la casa ya mis papás hacían quesos. La verdad sí es un trabajo pesado, sobre todo en una mujer, pero se tiene que hacer, uno se acostumbra a trabajar así. Mi papá nos ponía a mí y a mis hermanos y así lo aprendimos", confesó.
Ama de casa y madre de tres hijos, Justina tiene que administrar su tiempo para elaborar sus productos, que le proporcionan sustento a su familia, y además encargarse del hogar.
Su día inicia a las 4:00 horas, cuando aún no amanece, y termina a las 23:00 horas. "Termino los quesos y también estoy pendiente de la cocina, pendiente de lavar, de los hijos y mi esposo", comenta.
A pesar de su ardua rutina diaria, confiesa que no cambiaría por nada su vida.
"Ni siquiera pensaría cambiarme a vivir a otro lugar, no me gustaría; pero quizá más adelante por la crisis tengamos que movernos a la ciudad, aunque no nos guste. Yo soy feliz así, qué le vamos a hacer", declaró.
Como un negocio de familia, así define ella la elaboración de productos derivados la leche y su venta. Diario hace cerca de 30 quesos.
Los miércoles y sábados se transportan al puerto, a la Colonia López Mateos para vender, además, dulces de leche, requesón, jocoque y a veces hasta tamales.
"Hacemos un trabajo artesanal, el queso lo preparamos con nuestras manos, a la forma antigua, y mis hijos tratan de ayudarme, mi esposo alimenta al ganado, a veces yo ordeño, a veces él, y nos vamos a vender a Mazatlán; pero todos ayudamos", comentó.
Como ella, cientos de mujeres mazatlecas viven en la zona rural y desempeñan labores relacionadas con el campo, la ganadería o la pesca, y contribuyen al desarrollo económico del municipio, pocas veces son reconocidas, pero son parte del motor que mueve a Mazatlán.