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"CRÍMEN"

"¿Quién mató a Margarita?"

"Llegó de Cuba buscando una nueva vida que perdió a manos de alguien que no ha sido descubierto"
06/11/2015 10:30

    Ariel Noriega

    MAZATLÁN._ La mañana del martes 26 de agosto, en uno de los departamentos de Villa Serena, en la calle Heriberto Frías, murió Margarita Naranjo De Saá. Su muerte cimbró a Mazatlán y desató una investigación policiaca que puede tener implicaciones internacionales. 

    ¿Pero quién era Margarita Naranjo? ¿Por qué tan especial atención por la muerte de una maestra de ballet que no salía a fiestas y sólo era conocida por un estrecho grupo de amigos relacionados por la cultura y las artes del puerto? ¿Y quién estaría interesado en matar a una mujer que no se metía con nadie? 

    Las preguntas comenzaron a responderse con la llegada de un grupo de cubanos, entre los que venía una de las mujeres más cercanas a Fidel Castro, un símbolo de la Revolución Cubana y un mito en la historia del ballet mundial, su nombre: Ramona De Saá. 

    La hija de De Saá, que es una de las mujeres más poderosas de Cuba, eligió Mazatlán para rehacer su vida, después de dos matrimonios fallidos. Margarita Naranjo De Saá dejó su País, sacrificó a su familia y hasta a su hijo para poder iniciar una nueva vida. 

    Los primeros beneficiados con su decisión fueron los mazatlecos, que aprovechando un convenio Internacional entre México y Cuba consiguieron a una de las mejores maestras de ballet a nivel mundial, hija de un mito y capaz de crear en el puerto una escuela que compite en calidad con el ballet de cualquier ciudad de México. 

    Margarita era una mujer de pocas palabras, los periodistas que la entrevistaron durante más de siete años jamás la escucharon hablar en contra de nadie, y cuando alguien, de manera natural le pedía su opinión sobre el régimen castrista, lo único que obtenía era el silencio de su parte. 

    Junto con Zoyla Fernández, otra maestra cubana de ballet, Margarita se dedicó a trabajar, y en un puerto donde nadie se escapa de los chismes cotidianos, jamás apareció su nombre en un rumor, ni se le conoció pareja alguna, fuera de su ex esposo, Waldo García Ferrera, que desertó de Cuba para vivir en Mazatlán. 

    Sólo en una ocasión el nombre de Margarita fue relacionado con un escándalo. Una directora de danza cargó contra ella y contra Zoyla Fernández, al final, la directora fue despedida, sin recibir jamás ningún reclamo de Margarita.
    La última fase de la vida de Margarita Naranjo es la más investigada, en busca de algún indicio de los motivos de un asesino que la asfixió. 

    En una vida regida por la disciplina y la discreción, las últimas semanas de la vida de la maestra de baile resaltan por los cambios y las decisiones que rodearon sus acciones. 

    Después de cumplir con el tiempo de residencia necesario en México, Margarita había solicitado a las autoridades de Migración su naturalización como ciudadana mexicana, algo que cambiaría totalmente su vida. 

    Los ciudadanos cubanos jamás pierden su nacionalidad de origen, pero al obtener su ciudadanía mexicana podría entrar y salir con más facilidad a México, y podría cumplir otro de sus sueños: traer a México de forma definitiva a su hijo. 

    Con su hijo tiene que ver otro de los sucesos importantes de sus últimos días. Después de una larga batalla burocrática, la maestra había logrado traer a México a su hijo. Apenas una semana antes de su muerte, el niño de 13 años había aterrizado en el puerto. 

    La llegada de su hijo también la hizo decidirse por cambiar de casa, y después de años de vivir junto a la maestra de baile, Zoyla Fernández y la hermana de esta, Ariana Fernández, la maestra se mudó a Villa Serena, un pequeño conjunto de departamentos construido para albergar a estadounidenses en el corazón del Centro Histórico. 

    Los departamentos son pequeños, apenas una habitación trepada en las alturas de un mezanine, desde donde se observa una sala, una cocina, todo sobre un lujoso piso traído desde talleres artesanales de Jalisco. 

    Ahí soñaba Margarita vivir su nueva vida, acompañada de un hijo al que ni siquiera había tenido oportunidad de criar, y al que estaba destinado a abandonar de nuevo, esta vez para siempre.

    Una mañana sin testigos 

    El martes 26 de agosto, Margarita Naranjo De Saá acompañó a su hijo hasta la esquina donde lo recogía el transporte escolar que lo llevaría al Instituto Cultural de Occidente, donde había entrado gracias a la ayuda de uno de los personajes más emblemáticos de la cultura mazatleca. 

    Las autoridades intentan reconstruir las siguientes dos horas, las últimas de la maestra de baile que alguna vez formó parte del Ballet Nacional de Cuba. 

    Es ahí donde entra en escena, el hombre que un día antes la había acompañado, su segundo esposo, un médico que, sin ser el padre biológico del hijo de Margarita, lo crió en su ausencia. 

    Tomó café con ellos la noche anterior, incluso ayudó al pequeño con su tarea y al despedirse asegura que se puso de acuerdo con Margarita para desayunar juntos en la Plazuela Machado, su nombre es Waldo García Ferrera y está consciente de ser uno de los primeros en la lista de sospechosos de las autoridades. 

    Waldo García es un médico especialista en enfermedades del hígado y del estómago que se cansó de vivir solo de reconocimientos en Cuba y desertó durante un viaje a México, para solicitar su residencia en Mazatlán y trabajar aquí. 

    Él fue uno de los primeros en enterarse de la muerte de Margarita, incluso una persona lo ubica cerca de la zona donde murió la maestra, no lo niega, y asegura que se encontraba en la Plazuela Machado para desayunar con ella.
    Waldo García, tras enterarse de la muerte de Margarita, fue quien llamó por teléfono a Ramona De Saá. No le dijo que había muerto sino que estaba muy grave para evitarle un dolor mayor. La madre le pidió que estuviera al pendiente de ella, que la cuidara. 

    Sin embargo, horas después la maestra Zoila Fernández le dijo que por instrucciones de la maestra Ramona De Saá no se acercara para nada al hijo de Margarita. 

    Convencido de que su situación es delicada, por la cercanía con Margarita, el médico asegura que esperaba la llamada de las autoridades, pero nunca llegó, o llegó de la forma menos esperada. 

    Asegura que el jueves por la tarde se presentó en el homenaje realizado a la maestra en el Teatro Ángela Peralta y al salir se encontró con el Alcalde, Jorge Abel López Sánchez, quien lo saludó y supuestamente le preguntó si lo habían tratado bien. 

    Waldo García conoce bien al Alcade, quien sufre de gastritis y junto con su esposa Perla forma parte de la lista de sus pacientes. 

    El médico asegura que al salir de la zona del Centro Histórico se dirigió a su consultorio, ubicado en la Avenida Jesús Kumate, a una cuadra de la Avenida Rafael Buelna.

    Viaje a la oscuridad 

    Cuando Waldo García Ferrera circulaba frente al Acuario e intentaba dar vuelta para tomar la Avenida Leonismo Internacional sintió un golpe en la parte trasera de su auto. 

    Un vehículo se paró a su lado y el conductor le propuso que se detuviera para pagarle los daños causados por el golpe, el médico se detuvo y ahí comenzó una historia que parece sacada de los tiempos oscuros de un país del peor de los mundos. 

    Waldo García asegura que fue secuestrado, esposado, vendado y trasladado a una casa donde fue torturado para que firmara una declaración donde aceptaba ser el asesino de la maestra de baile. Sostiene que en ningún momento cedió a las pretenciones de los presuntos policías. 

    Desde el jueves por la tarde nadie supo nada del médico y sus amigos más cercanos, temiendo que algo le hubiera ocurrido, presentaron una denuncia de su desaparición e interpusieron un amparo. Cerca de las 5:00 horas fue dejado en libertad, y apareció en la casa de uno de sus amigos, con el cuerpo cubierto de moretones y una herida en la cabeza. 

    Molesto por lo que considera un acto de barbarie, García Ferrera se pone a las órdenes de las autoridades, sólo pide ser tratado de una forma respetuosa y mientras se respete su integridad física. 

    Cansado y con evidentes signos de haber sufrido una golpiza, muestra lo que asegura son las pruebas de descargas eléctricas, golpes e intentos por ahogarlo, y en su descargo da un dato que podría resolver el caso. 

    Asegura que hay pruebas de que en las uñas de Margarita Naranjo quedaron restos de la piel del o la asesina, y se pone a disposición de los investigadores para que analicen su ADN y verifiquen si coincide con los restos que supuestamente quedaron como prueba en las uñas de la maestra.

    Sin salida 

    Ser médico en Cuba es como ser maestro o licenciado en derecho en México, uno más de miles de profesionistas que buscan desesperadamente conquistar una de las exiguas plazas con prestigio en la Isla. 

    De grandes salarios ni hablar, no existen, si acaso los privilegios que da estar cerca del régimen o de los políticos en el poder. 

    Entre esa guerra por destacar, Waldo García Ferrera asegura que logró hacerse de un nombre entre los médicos más destacados de Cuba, lo que le permitió viajar al extranjero a dar conferencias, siempre con el permiso y la confianza del gobierno cubano. 

    En uno de esos viajes a México, ya no regresó a la Isla, lo que lo convirtió en un traidor al régimen y le cerró para siempre las puertas Cuba. 

    El médico asegura que no se irá de Mazatlán, que no asesinó a la maestra y que está a disposición de las autoridades y de una opinión pública que lo ha condenado sin juicio de por medio. 

    Desesperado por mostrar su inocencia, asegura que una de las responsables de poner a los medios, las autoridades y a la ciudadanía en su contra es la maestra cubana Zoyla Fernández Fernández. 

    Asegura que Fernández Fernández es mexicana por naturalización, que ella ha hecho declaraciones que lo han afectado y que podrían enviarlo a la cárcel de manera injusta. 

    La maestra niega las acusaciones del médico, y limitada para dar declaraciones por exigencia de las autoridades, asegura que lo único que le importa es que el crimen se esclarezca. 

    Todavía quedan muchas preguntas sin respuesta, pero lo que es cierto es que hasta anoche ninguna autoridad había interrogado de forma legal al médico, la persona más cercana a Margarita en Mazatlán y una de las últimas personas que la vio con vida.


    'Yo no culpo a nadie' 

    Sorprendida por las acusaciones de Waldo García Ferrera, de poner a la opinión pública en su contra en el caso de la muerte de la maestra de ballet, Margarita Naranjo De Saá, la maestra Zoyla Fernández Fernández negó que ella haya realizado alguna acusación. 

    "Yo no culpo a nadie, porque no tengo pruebas suficientes para decir que alguien hizo algo. Yo nunca he acusado a nadie, he sido entrevistada, como hemos sido entrevistados todo el círculo de amigos de Mangi", asegura Fernández Fernández. 

    La maestra cubana de ballet, era compañera de trabajo de la Margarita Naranjo De Saá, muerta por asfixia el martes 26 de agosto, en su departamento, ubicado en la Calle Heriberto Frías. 

    Anfitriona de Ramona De Saá, la madre de Margarita, Fernández Fernández sólo accedió a dar una breve entrevista a Noroeste ante las acusaciones de García Ferrera, pero pidió que se respete el dolor de la familia que viajó desde Cuba para asistir a los funerales de la maestra. 

    Presente en la entrevista, Ramona De Saá, directora del Ballet Nacional de Cuba, aseguró que ellos no han acusado a nadie y que lo único que han tratado de hacer es ayudar a las autoridades, respondiendo con la verdad. 

    "Nosotros no queremos inmiscuirnos en nada de esto. Yo pienso que la policía que está haciendo lo posible por resolver el caso. Nadie, aquí, ha acusado a nadie", dijo De Saá. 

    La bailarina aseguró que confían en que la policía resuelva el caso. 

    "La justicia dará la última palabra, y el culpable caerá, aquí nadie tiene que atestiguar ni acusar a nadie", aseguró.
    La hermana de Zoyla Fernández Fernández aseguró que ellos no han acusado a nadie y que recuerdan a Margarita con una profunda estima. 

    "A los amigos se guardan en la llave del corazón", dijo Ariana Fernández Fernández. 

    Molestos por las acusaciones de Waldo García Ferrera, los familiares aconsejaron al médico que si fue maltratado o interrogado por alguna autoridad que lo denuncie en las dependencias de los Derechos Humanos. 


    "Yo no culpo a nadie, porque no tengo pruebas suficientes para decir que alguien hizo algo".
    Zoyla Fernández Fernández
    Maestra de ballet