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"Emprendedores"

"Raúl Gil Acosta y Adán López Sánchez: Empresarios a la carta..."

"Por las mañana atienden las mesas en un restaurante, y por las tardes su propio negocio"
06/11/2015 09:34

    GUAMÚCHIL._ La "charola" se ha convertido en su labor principal, pero el deseo de superación y el interés de darles a los suyos una vida mejor, ha hecho que Raúl Gil Acosta y Adán López Sánchez, cumplan la doble tarea de meseros y empresarios a la vez.
    Quienes actualmente, se mueven entre las mesas del Hotel York iniciaron su camino con las dificultades a las que se enfrenta cualquier emprendedor, pero mediante el esfuerzo y la dedicación han conquistado la cima de la montaña.

    Un destino para Gil...
    Una mala pasada o quizás así lo marcaba su destino, hizo que a los 9 años Raúl Gil Acosta se golpeara la cabeza al perder el equilibrio y caer en una alberca, en la casa de su padre, en San Quintín, Baja California, donde pasaba las vacaciones de verano.
    Este accidente le trajo graves consecuencias, debido a que comenzó a tener problemas de retención, lo que lo obligó a abandonar sus estudios de primaria y de profesional.
    "Me mandaron a hacer una encefalograma y salió que tenía una fisura en el cráneo, que era lo que me provocaba que se me olvidaran las cosas", explicó.
    Mientras jalaba un poco de aire, sentado en una de las mesas que normalmente atiende en su centro de trabajo, el originario de Mocorito relató que primero inició la carrera de arquitecto, en Los Mochis, pero que sus sueños de diseñar construcciones fue truncado por el mal de su memoria.
    "En el noveno semestre comencé a bajar mucho de calificaciones y mejor me salí, después opté por irme a Ensenada, Baja California, y ahí entré en la UABC a estudiar Ingeniería Civil en obras portuarias, lo cual también dejé en el segundo semestre por el mismo problema", argumentó.

    Encuentra su camino...
    Ya de regreso en San Quintín, por allá en el lejano 1990, Raúl Gil Acosta encontró el sendero de lo que sería su camino, en el restaurante bar El Alteño, cuyos propietarios eran Víctor Meza Valdez y Severo Sedeño.
    "Yo aprendí el oficio de mesero del señor Severo y me fue gustando, hasta seguir con esta carrera en la que aún me desempeño", expresó.
    Luego de dos años de laborar en El Alteño y haber conseguido las bases para atender a los clientes, Gil Acosta regresó a Sinaloa y consiguió trabajo en el restaurante Los Helechos, del Hotel Executivo, en Culiacán.
    Su tesón y anhelo de superación, llevaron al vecino del fraccionamiento Prado Bonito a escalar de mesero a capitán de meseros en el año que duró trabajando en ese lugar.
    Luego, el gerente de alimentos y bebidas de Los Helechos, le consiguió una plaza de esta misma categoría en el restaurante del Hotel Davimar, en Guamúchil, donde prestó sus servicios por espacio de 4 años aproximadamente.
    Fue en 1997 cuando Carlos López López, gerente de Alimentos y bebidas del restaurante del Motel York, invitó a Raúl Gil a trabajar en este negocio, en el que hasta ahora lleva 11 años laborando.
    "A pesar de que venía de una familia con recursos, ya que mi padre era ingeniero agrónomo y tenía algunas acciones en la empresa en la que trabajaba en San Quintín, siempre me apoyaron en esto que me gustaba hacer", reiteró.
    "Mucha gente piensa que por ser mesero no eres merecedor de nada y te miran como poca cosa, sin embargo a mí nunca me ha dado vergüenza ser lo que soy.

    Tiende los manteles...
    Quedarse estancado es algo que nunca le ha gustado a Raúl, por lo que ya estando en Hotel York, le surgió la idea de "tender los manteles" por su propia cuenta.
    "Servi Eventos Gil" fue como bautizó a su empresa de renta de manteles y cristalería, que se ubica en una casa de la colonia Militar, de su propiedad.
    "Cuando me toca el horario de 7 a 3 de la tarde, en cuanto salgo del restaurante me voy al negocio para checar las llamadas telefónicas y para ver cuántos servicios hay y luego me pongo en contacto con los clientes", detalló.
    Gil Acosta sostuvo que el éxito de su negocio se basa en ser original y dedicado, ya que de lo contrario, no hubiera logrado su acreditación.
    "En un tiempo puse una carreta de tacos de camarón, pero como no la podía atender personalmente, no prosperó; de ahí viene el ejemplo de que si no eres dedicado, por más bueno que sea el producto, no va a pegar", subrayó.
    A sus 42 años, el mesero, se ve un hombre fuerte y activo, con la astucia que lo ha llevado a reunir un patrimonio modesto, para dar una vida holgada a su esposa y dos hijas.
    "No voy a decir qué tengo, porque al rato todos van a querer ser meseros...", dice mientras suelta una carcajada; luego se queda pensativo y al fin dice: "Pues gracias a Dios me ha ido bien, tengo cinco casas y cuatro automóviles del año; y me doy el lujo de estrenar carro cada 3 años".
    Su esposa María Aurora Zataraín González, quien se desempeña como educadora, y sus hijas Iris Edén Gil, de 19 años, y María Fernanda Gil Zataraín de 13, son las que le han dado la fuerza y el apoyo para seguir desarrollándose, indica.

    Mesero por convicción
    Soportar malos tratos, hacerla de cómico, pero respetuoso a la vez, además de lidiar con las exigencias de los comensales, es la tarea que debe realizar el mesero de convicción.
    "Para ser mesero uno tiene que tener la vocación, y como seres humanos que somos, cuando tienes algún problema nunca debes reflejarlo en el trabajo, siempre tienes que mostrar una cara sonriente y amable, porque eso es ser profesional", señaló.
    Raúl Gil, cada vez que sale de su domicilio, se encomienda a Dios para que todo le salga bien en la labor del día.
    "En primer lugar, la higiene personal es muy importante, y en segundo, tienes que portarte muy bien con el cliente, si se puede, hacerlo reír con algún comentario; y sobre todo darle todo lo que pida, porque al cliente nunca hay que decirle no hay", resaltó.
    Con la historia de Raúl se cierra un capítulo de esfuerzo y éxito; y da paso a otro más, el de su compañero Adán López Sánchez, quien también es otro mesero triunfador.

    "Para ser mesero uno tiene que tener la vocación, y como seres humanos que somos, cuando tienes algún problema nunca debes reflejarlo en el trabajo, siempre tienes que mostrar una cara sonriente y amable, porque eso es ser profesional".
    Raúl Gil Acosta
    Mesero y empresario

    11
    Años lleva en
    su último empleo


    Cocinó con 'Chanoc'...

    El "Güero", como sus compañeros de trabajo en Hotel York conocen a Adán López Sánchez, quien en sus inicios de mesero le tocó cocinar al lado del mismísimo "Chanoc", aquel personaje de la selva que inmortalizó el actor Andrés García.
    Alrededor de 30 años avalan a López Sánchez de un servidor de las mesas, periodo en el que conoció desde personalidades de la política como ex Gobernador Antonio Toledo Corro, hasta del medio artístico, como el ex clavadista de la quebrada de Acapulco.
    A los 14 años, El "Güero" tuvo sus inicios en el restaurante "El Abajeño", que se ubicaba por la calle Jesús Rodríguez y la avenida Agustina Ramírez, en esta ciudad.
    El de piel rojiza, se rasca la cabeza y empieza remembrar sus comienzos, sentado en una de las tantas mesas que a diario atiende, con la simpatía y la amabilidad que lo caracterizan.
    "Yo empecé en este oficio, porque tenía un hermano que era mesero, al cual admiraba", contó "y fue por medio de un tío que era gerente de El Abajeño, que entré a trabajar ahí".
    Adán entró como intendente, pero a los tres meses un mesero renunció y tomó su lugar; y fue ahí donde comenzó su historia.
    Su encuentro con Andrés García fue cuando éste arribó a esta ciudad para ser padrino en una fiesta del dueño del restaurante, según indicó.
    "Andrés García, el patrón y unos amigos, duraron tomando tres días en el local, el cual se cerró para tener sus fiesta particular y ahí fue donde me tocó atender al famoso actor", relató.
    López Sánchez recordó con agrado la interacción con el histrión, ya que era muy amable y juguetón.
    "Él se metía a la cocina conmigo a preparar la comida", aseguró "me decía: 'Oye Güero, ¿qué vamos a hacer ahora?'".

    Una carta para un boxeador
    y un gobernador
    Antonio Toledo Corro y la máxima leyenda del boxeo mexicano Julio César Chávez, fueron otros personajes de altura que recibieron la atención de Adán López.
    Con satisfacción vuelve a ese tiempo, cuando le tocó servirle a Toledo Corro, ese zarandeado que tanto le gustaba, en el restaurante El Abajeño y qué decir del césar del boxeo, que en el mejor momento de su carrera gustaba de visitar ese negocio.
    "A pesar de que ya era campeón del mundo, Julio César era muy sencillo y de muy buen carácter", destacó.
    Quince años en El Abajeño bastaron para forjar a Adán en el oficio de mesero, para luego emigrar al Hotel York, que en aquellos tiempos era motel.

    Piensa como empresario
    y nace una guardería

    Con la inquietud de hacer algo más y no quedarse en la misma rutina, el pensamiento de "El Güero" se fincó en futuro empresarial y nació el proyecto de una guardería.
    Dicho proyecto se cristalizó en el 2006, para lo cual tuvo que sacrificar su casa, en la que vivieron 18 años, para instalar ahí la estancia infantil.
    Adán comentó que la guardería se ubica en la calle Infonavit Amapas 1410, en el fraccionamiento que lleva el mismo nombre.
    "Ahorita vivo en el fraccionamiento Bugambilias, en donde renté una casa; ya que la guardería la tenía que poner en una vivienda que fuera de mi propiedad", explicó.
    Junto con su esposa Ana Guadalupe López Payán atiende la empresa, que actualmente se ha consolidado por el trato que se les da a los pequeños.
    "Cuando salgo a las 3 de la tarde del restaurante, me voy al negocio y le ayudo a mi mujer en lo que haga falta, e incluso cocino para los niños", reiteró.
    La economía de su familia ha mejorado, pero esto ha sido gracias al trabajo y el esfuerzo de querer hacer bien las cosas, dando siempre el servicio que se merece el cliente, según indicó el de 44 años.

    Porta la charola
    con orgullo

    Adán López Sánchez, porta con orgullo la charola que en los 30 años de labor le han dado de comer a él y a los suyos.
    "Nunca me he avergonzado del oficio, porque es algo complicado que no cualquiera lo hace, en primer lugar, porque tienes que tener facilidad de palabra, ser amable y soportar el carácter de los que te topas", argumentó.
    Al parecer la tradición de camarero, no muere con Adán, ya que su hijo Adán Argenis López López, de 22 años, le sigue los pasos al trabajar de mesero en mariscos El Tanque.
    "Aparte de Adán tengo dos hijas, Anel Amairani, de 17 años; y Adamarí, de 9, a quienes nunca les ha dado pena que su padre sea mesero", apuntó.
    El trabajo de mesero es muy sacrificado, porque cuando todo mundo se divierte la rutina es más pesada, menciona "El Güero".
    "Aún así es algo que he aprehendido a querer y a echarle muchas ganas, para agradar lo mejor posible al cliente", agregó.
    Adán y Raúl son dos tipos triunfadores, que caminan por el sendero recto de la vida, dando ejemplo de que la superación está en cada una de las personas, y que sólo falta encender el motor de arranque, con la seguridad de que el esfuerzo siempre será premiado...

    "Nunca me he avergonzado del oficio, porque es algo complicado que no cualquiera lo hace, en primer lugar, porque tienes que tener facilidad de palabra, ser amable y soportar el carácter de los que te topas".
    Adán López Sánchez
    Mesero y empresario