"Resaltan participación de Sinaloa en lucha de Independencia"
CULIACÁN._ El pasaje de la historia de la Independencia en Sinaloa se atiende a la perspectiva de las provincias internas, del Virreinato de la Nueva España, del imperio español y del contexto de las luchas trasatlánticas.
El historiador Gilberto López Alanís, director del Archivo Histórico General de Sinaloa, señala que durante muchos años fue lugar común la afirmación de que en las provincias de Sonora y Sinaloa no pasó casi nada en la lucha por la Independencia.
"Hoy sabemos un poco más, ya no circunscribimos este pasaje histórico sólo a las batallas de El Rosario y San Ignacio, con la decidida participación de José María González Hermosillo, Pedro de Villaescusa y Alejo García Conde, en 1810 y 1811 respectivamente".
En textos de investigación difundidos, López Alanís establece que, "en cierto momento, a partir de 1808 fuimos de abruptamente súbditos de los intereses franceses".
Señala la abdicación de Carlos IV y Fernando VII a favor de José Bonaparte y su adopción del estatuto de Bayona, en el cual se plasman las ideas de una constitución en la cual, las provincias de Sonora y Sinaloa ya tenían un lugar en las cortes.
En el trabajo de investigación "Mil conferencias y una historia que contar", se considera que el siguiente paso de los hermanos Bonaparte sería el de atraer la Soberanía del pueblo, para suplir al monarca.
A estos y otros argumentos se adhirió el síndico de la Ciudad de México, Francisco Primo Verdad y Ramos, y en ello perdió la vida, manifestándose así las conspiraciones de Guanajuato y Querétaro que encontraron clímax expresivo el 16 de septiembre de 1810, dijo.
De esta raigambre ideológica es la designación de José María González Hermosillo como organizador de los levantamientos de las provincias de Sonora y Sinaloa.
"De esa forma, los sinaloenses quedamos insertos en una modernidad que en Europa y en América llevaba tiempo manifestándose a partir de la Independencia de las colonias americanas y de la Revolución Francesa", indicó.
Por consecuencia, a Sinaloa llegó la libertad de imprenta en las páginas de El Despertador Americano, editado en Guadalajara, como abrevadero en los círculos de lectura en los cuales participó Pablo de Villavicencio.
Esos círculos eran alimentados también por los textos de propaganda independentista manufacturados en la imprenta de José Fructo Romero y su esposa, la sinaloense Petra Manjarrez, a quienes se les siguió proceso criminal en 1811.
Después de las confrontaciones de El Rosario y San Ignacio, la lucha ideológica en la Provincia de Sonora y Sinaloa se hizo soterrada y abierta.
Con la irrupción de la República y su Constitución, las relaciones políticas ya no fueron las mismas, se habían sentado las bases para la formación de una clase política regional que aspiraba al contrato social de las constituciones y su división de poderes.
En contrapunto, desde Culiacán, el Obispo de Sonora y Sinaloa, Fray Bernardo del Espíritu Santo, con su pastoral de la Soberanía del Altísimo, combatió con elegantes y fundadas razones, los ataques de Pablo de Villavicencio y Joaquín Fernández de Lizardi.
Defendió a nivel nacional sus demeritados fueros y privilegios y llegó hasta la confrontación con Guadalupe Victoria, Presidente de la República y las autoridades regionales.
En esa violencia verbal y política, aunado a la militancia en el ideario liberal de carácter masónico y mexicano, nació el venturoso ensayo político del Estado de Occidente para dar paso al Estado Libre y Soberano de Sinaloa en 1831.