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"MARIPOSAS... debajo del cielo, encima del mundo:"

"Silvio Rodríguez y el furibundo poder de la poesía"

"Todo silviófilo promedio sabe que los cantos de Silvio Rodríguez son visceralmente (perdonen el barbarismo, pero no lo borren) poéticos"
16/11/2015 08:59


     
    Para el Arq. Isidro Velázquez Calleros, en amistad

     
    Inicio con una disculpa, una confesión y un testimonio. Me disculpo por intentar interpretar poesía, tal vez la mejor manera de estropearla; confieso una añeja admiración por Silvio Rodríguez y un puñado de sus canciones; testifico que por casi tres décadas no he escuchado una sola vez Mariposas sin que me haya provocado arrebatos anímicos cuasi místicos. Si ahora tengo el atrevimiento de compartir algunas reflexiones que intentan ser interpretativas, se debe a que lo prometí a un amigo hacerlo, un compañero de aquellos tiempos "terriblemente humanos" cuando estudiábamos arquitectura y trabajábamos con regular intensidad en nuestros proyectos casi siempre acompañados por la música de fondo de Silvio Rodríguez, quien fielmente velaba nuestras desveladas con sus cantos emergentes de un viejo estéreo y unos casetes que eran lo menos la cuarta o quinta reproducción de un inexistente original.
    Cuando hace algunos años publiqué un ensayo sobre Las metáforas religiosas en los cantos de Silvio Rodríguez, mi amigo, el Arq. Isidro Velázquez Calleros (el "Chilo" para sus favorecidos), me amonestó "amigamente" por no haber aludido a Mariposas en mi texto. Mi precipitada respuesta fue la promesa de escribir una reflexión específica sobre esta canción, "pero me fui enredando en más asuntos y aparecieron cosas de este mundo" y el cumplimiento de la promesa se fue aplazando año tras año. Ahora intento cumplirla, no sin cierto rubor pudoroso que provoca en los aprendices con cierto sentido de la decencia comentar obras maestras de artistas mayúsculos.
     
     
    La promesa cumplida
     
     
    Todo silviófilo promedio sabe que los cantos de Silvio Rodríguez son visceralmente (perdonen el barbarismo, pero no lo borren) poéticos, y que tal vez sería mejor definirlos como poemas musicalizados. He ahí parte del misterio de su fascinación: la magia de las palabras y el poder de la música se enlazan en ellos para potencializar sus efectos estéticos, que siempre son emocionales y espirituales. Escuchar estos cantos es por ello para muchos una experiencia profundamente humana.
    Mariposas es un canto, un poema, una historia, una nostalgia, una metáfora; es un mundo cerrado sobre sí mismo y simultáneamente una puerta abierta a un espacio mágico, violento, delirante, tierno, doloroso, feliz, pasado y terriblemente presente. Con Mariposas se puede llorar y reír, añorar y pensar, gritar y callar: toca mágicamente las antípodas de la sensibilidad humana.
     
     
    "Hoy viene a ser como la cuarta vez que espero desde que sé que no vendrás más nunca".
     
     
    Desde los primeros versos el sujeto lírico nos ubica con él en el presente narrativo del poema: es hoy desde donde se rememora el pasado, o una presencia del pasado. Pero en el hoy esa presencia es ausencia dolorosa, que se fue pero que no se ha ido del todo, pues el poeta no quiere o no puede dejarla ir.
    Es la cuarta vez que espera, un número estable como lo son los pares, pero no hay seguridad de que en realidad sea la cuarta, más bien es "como la cuarta", en el mundo de la nostalgia hay pocas cosas racionalmente ciertas. El tiempo, la situación emocional, las estratagemas de la memoria diluyen algunas certezas.
    Aunque no importa si es la cuarta, la quinta o la décima, el amante espera, espera sin esperanza, pues tiene la certeza de que no volverá la persona esperada. Es una espera contra toda esperanza, es la racionalización de lo irracional, del mundo de las emociones profundas, lugar donde la razón con frecuencia tiene vedado el acceso. Pero no hay desesperanza, si acaso formas metamorfoseadas de volver a sentir a la ausente, tal vez provocadas por el ambiente, algunos detalles, o simplemente el recuerdo.
    "No vendrás más nunca", denota a alguien que venía, una mujer que era esperada. La expresión tiene una doble intensificación aportada por la negación "no" y el adverbio "nunca". Una desesperanza tan extrema sólo puede ser provocada por la muerte. La persona que se espera sin la mínima esperanza de que llegue es una persona que ha muerto. Muerta físicamente, pero no muerta al sentimiento y los recuerdos del poeta.
     
     
    "He vuelto a ser aquel cantar del aguacero que hizo casi legal su abrazo en tu cintura".
     
     
    El sujeto lírico está envuelto en un ambiente lluvioso, de esos intensos del Caribe y Centroamérica, donde la lluvia genera sonidos tan diversos que parecen con frecuencia violentos conciertos de la naturaleza. El sujeto se identifica con ese aguacero, con el agua abundante que lo mismo estimula la vida que provoca la muerte. Recuerda tal vez la lluvia corriendo sobre el cuerpo de la mujer, rodeándola como un abrazo, como él la abrazaba y quisiera poder volver a hacerlo. "He vuelto a ser", es decir, ha habido un tiempo en que no lo fue, tal vez un tiempo de intento de olvidar, infructuoso, pues ahora sucumbe a la nostalgia y ha vuelto a ser lo que fue en el pasado.
    El abrazo legal en la cintura evoca algo repetido, aceptado, reglamentado.
    Puede referir a una costumbre, a una rutina amorosa que marcó su vida al impregnar su recuerdo. Esos detalles cotidianos, aparentemente insignificantes, con frecuencia Silvio los rescata en sus cantos y les devuelve la trascendencia que la nostalgia, el amor y la poesía les confieren. ("¿A dónde va lo común, lo de todos los días? / ¿el descalzarse en la puerta la mano amiga? / ¿a dónde va la sorpresa, casi cotidiana del atardecer? / ¿a dónde va el mantel de la mesa, el café de ayer? / ¿a dónde van los pequeños terribles encantos que tiene el hogar?", ¿A dónde van?).
     
     
    "Y tú apareces en mi ventana,
    suave y pequeña, con alas blancas.
    Yo ni respiro para que duermas
    y no te vayas".
     
     
     
    A partir de estos versos se da una coincidencia de planos de significación y de motivos poéticos reales y metafóricos. Mientras el sujeto lírico está inmerso en su evocación amorosa, una presencia real irrumpe en su espacio visual, pero sin desarticular su ensoñación. "Y tú apareces en mi ventana" expresa una relación existencial con la presencia que irrumpe, la cual trata de "tú", lo que hace posible la existencia de un "yo", y juntos construyen una interrelación. También este verso revela que el poeta está dentro de una habitación, pues hay al menos una ventana. Tal vez está dentro de una recámara viendo la lluvia a través de la ventana, cuando de repente irrumpe una mariposa.
    Cuando uno esperaría la aparición de la mujer recordada, lo que aparece es este ser pequeño, suave y alado: una mariposa blanca. El sujeto contiene la respiración, no quiere que la repentina aparición se escabulla por la ventana de regreso y lo deje como lo hizo la mujer. Quiere que la mariposa duerma, pero un sueño de ser vivo, que le permita a él sentirse acompañado y poder admirar su belleza. El otro ser amado ya está durmiendo el sueño de los muertos. Él quiere dejar de respirar para que el lepidóptero no se asuste y se quede con él; la que se fue también dejó de respirar y no estará más a su lado.
     
     
    "Qué maneras más curiosas
    de recordar tiene uno,
    qué maneras más curiosas:
    hoy recuerdo mariposas
    que ayer sólo fueron humo".
     
     
    Ahora el sujeto lírico formula una reflexión sobre las maneras de recordar. Los recuerdos se multiplican, por ello habla ahora de "mariposas", en plural.
    Califica las formas de recordar como "curiosas", palabra que rima con "mariposas". Es curioso cómo una diminuta mariposa le recordó a una presencia enorme como la de la mujer ausente. ¿A fue su evocación de la ausente la que funcionó como una invocación de la mariposa de alas blancas?
    Es proverbial el simbolismo de la mariposa como signo de metamorfosis mágica, tanto en el mundo biológico como en el literario. Aquí hay un proceso similar generado por la poesía.
    El recuerdo se extiende y abarca a otras mariposas, que ayer sólo fueron humo. ¿Por qué humo? ¿Puede ser por la característica del humo de modelar múltiples figuras de manera instantánea, de estar y de desaparecer en fracciones de segundo, como algunos recuerdos y algunas sensaciones? ¿O se refiere al humo de los cañones españoles que acababan con la vida de los guerreros náhuatl que, según una leyenda, volvían al mundo en forma de mariposas? Como Silvio lo confesó, la imagen poética le surgió de la leyenda náhuatl que afirma que los guerreros muertos en combate regresan al mundo de los vivos en forma de mariposas.
     
     
    "Mariposas, mariposas
    que emergieron de lo oscuro
    bailarinas, silenciosas".
     
     
    Las mariposas-recuerdos emergen del inconsciente, del pasado, de algún lugar recóndito del alma donde reposan, o duermen, donde pareciera que están muertas, pero que un estímulo externo (como la lluvia) las puede despertar y subir a la superficie, las hace emerger de las profundidades, pasar por el túnel oscuro del olvido, del pasado opaco a la superficie luminosa de los bellos recuerdos amorosos.
    Los recuerdos avivados llegan con el movimiento característico de las mariposas, esas formidables obras de arte en miniatura, que se desplazan "bailarinas, silenciosas", como un ballet fantástico en el que el movimiento es impredecible, y no hay más música que la sugerida por el aletear de las mariposas. Nada. Todo. Un silencio muy elocuente.
     
     
    "Tu tiempo es ahora una mariposa,
    navecita blanca, delgada, nerviosa".
     
     
    La muerte, el recuerdo, la ensoñación, la nostalgia han desarmado al tiempo de su implacable lógica. La frontera entre la presencia y el recuerdo se ha diluido, el poeta recrea una dimensión aparte. El tiempo es ahora una mariposa: fugaz, poderoso en su fragilidad, inconstante en su fluir, dando graciosos tumbos, caprichoso. El sujeto lírico experimenta la metamorfosis del recuerdo en una mariposa, no en un insecto como el de Kafka, sino en ese ser espléndido en su poderosa fragilidad.
    La mariposa, como el recuerdo, se despliega como una navecita blanca, que porta el recuerdo; delgada como las alas de mariposa y tan potente como la memoria; nerviosa como el vuelo de una mariposa o como la sensación que produce el reencuentro con el pasado. Está pero no se debe atrapar; si se le atrapa, muere, o al menos se le lastima.
     
     
    "Siglos atrás inundaron un segundo
    debajo del cielo, encima del mundo".
     
     
    Otra metamorfosis poética contundente: los guerreros -prototipos de poder, lucha, entrega- se transforman en estos seres frágiles, volátiles, delicados. Su eternidad se convierte en un segundo, así como un segundo de evocación puede contener toda una eternidad de amor. Ahora no llegan al mundo del poeta miles de mariposas, sino sólo una, pero esa única contiene toda la fuerza para hacer resucitar los recuerdos del amante, como en la leyenda resucitaban los guerreros caídos en combate en forma de mariposas.
    "Debajo del cielo, encima del mundo", del mundo de la vida, de la cotidianidad que se desenvuelve entre lo sublime representado por el cielo y lo concreto de la existencia donde las personas se enamoran, recuerdan, ríen, esperan, sufren, cantan, mueren. Es el espacio de donde se marchan las personas amadas y donde aparecen las mariposas. Encima del mundo está la vida, y más arriba el cielo, pero la amada no está tan arriba, sino dentro de la mente y la ensoñación del poeta, la que poco a poco se empieza a volver eterna gracias a que el poeta la convierte en canción, en arte.
     
     
    "Así eras tú en aquellas tardes divertidas,
    así eras tú de furibunda compañera.
    Eras como esos días en que eres la vida
    y todo lo que tocas se hace primavera".
     
     
    Las tardes divertidas eran las de la convivencia amorosa, donde el amor lo transformaba todo en dicha. La mujer era tan furibunda como una tarde plácida, es decir, su máximo furor era su dulzura. Tal vez el poeta enlace en el significado por oposición la fiereza de los guerreros mexicanos (furibundos) con la delicada belleza de las mariposas bailarinas.
    Ahora el poeta expresa la plenitud de vida que experimentaba en aquellos días de amor, cuando la mujer era una especia de rey Midas, sólo que ella no convertía lo que tocaba en oro sino en primavera, la estación de las flores, los cantos, el amor y las mariposas. La magia del amor, lo mismo que el hechizo de la poesía, se fusionan para hacer del mundo cotidiano un mundo excepcional.
     
     
    "Ay, mariposa: tú eres el alma
    de los guerreros que aman y cantan
    y eres el nuevo ser que se asoma por mi garganta".
     
     
    En este segmento del poema-canción reaparece el motivo de la leyenda náhuatl. La mariposa -singular- es la materialización del alma (la vida) de los guerreros -plural-, pero guerreros cuyas armas no son ya arcos y flechas, sino el amor y el canto. Su guerra está más allá de la lógica del mundo material y se establece en la ilógica lógica de los sentimientos. En forma de mariposas ellos vuelven del pasado, de la muerte, han logrado la victoria definitiva. Esa victoria es tan poderosa y luminosa como un sol resplandeciente, que "se asoma por la garganta" del cantor como el astro rey se asoma entre las tinieblas nocturnas para iluminar el nuevo día. Así como emerge victorioso el sol, también se levanta en triunfo el recuerdo del poeta convertido en canción, el nuevo ser que en realidad es tan viejo como la muerte y el amor.
    Y ha nacido la canción, que después de tres décadas de existencia, sigue siendo tan poderosa en sus efectos como el amor, la en soñación, la esperanza... y tan espectacular como la aparición de mariposas bailarinas y silenciosas, debajo del cielo, encima del mundo.
     
     
    *Profesor del área de Humanidades del Campus Sinaloa
     
     
    Responsable
    Ernesto Diez Martínez Guzmán
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    diez.martinez@itesm.mx
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