"Todos Somos Sinaloa"

"Amelia Wilhelmy / Malena La Guayaba Actriz y cantante"
06/11/2015 07:30

    Mario Martini

    Cuando se piensa en la llamada época de oro del cine mexicano, surge la evocación de imágenes que se fijaron para siempre en la memoria colectiva: la escena de Pedro Infante cuando sale de la vecindad en llamas con su hijo, el Torito, carbonizado; o aquella del indio Tizoc que en posición de gracia escucha la voz de ultratumba de la Doña; o en la que Joaquín Pardavé, el harbano Jalil, baila seguidillas con agilidad de quinceañero, escudriñado por la mirada fiera de Sara García, su esposa; o en la que Pedro Armendáriz-Pancho Villa ordena el fusilamiento de su compadre Fierro que invirtió el dinero dispuesto para armas en alcohol y mujeres; o la de Chachita cuando enfrenta al Pichi, su novio, que le reclama haberse cortado las trenzas para comprarle un regalo; o la de Luis Aguilar y Pedro Infante en motocicleta, al ritmo de Parece que va a llover… o la elocuencia oratoria de Mantequilla; o los dramas en donde el peso actoral recayó en los hermanos Soler, Abel Salazar, Prudencia Grifel o Sara García; o cuando el Mayor, David Reynoso, esgrime una antorcha para encabezar la búsqueda de su hijo perdido en el sonorense desierto de Altar de la premiada cinta Viento Negro; y, por supuesto, pocos mexicanos son ajenos a la ternura que transmitieron las borrachinas de Nosotros los Pobres, La Guayaba y La Tostada, imagen de la solidaridad de dos mujeres, abrazadas por la soledad, el desconsuelo y el alcohol.
    Fórmula común de aquellos episodios cinematográficos fue la utilización del humor para aligerar los dramas del México de las décadas de loas años 30 a los 60 del siglo 20: el sufrimiento de los padres cuando los hijos se van, el empedernido galán infiel, las herencias familiares, el viejo rabo verde, lo bravío del macho mexicano, la mujer provinciana engañada por el patrón, etc. Este recurso escasas veces fue plasmado con éxito.
    En este sentido, la bien dosificada inocencia de las escenas de La Guayaba y La Tostada pudieran considerarse como los episodios cómicos más efectivos y perennes del cine mexicano en cuanto a la fusión equilibrada de los elementos de la tragicomedia.
    Amelia nació en la ciudad y puerto de Mazatlán, entre 1920 y 1922, pero muy jovencita se trasladó a la Ciudad de México a estudiar canto, su primer amor. Así, incursionó en el ambiente artístico como tiple de opereta; sin embargo, fue en el cine de las década de los años 30 y 40 donde encontró el mejor campo para su desarrollo profesional, bajo el amparo del infumable Juan Orol, creador del género charros-gánsters.
    Su carrera cinematográfica tomó impulso a finales de la década de los años 40 del siglo pasado, cuando participó en la inolvidable Oveja Negra, filmada en 1949, bajo la dirección de Ismael Rodríguez con la participación estelar de don Fernando Soler, el padre irresponsable, y Pedro Infante, un joven bondadoso incapaz de juzgar a su progenitor. En esta cinta Amelia hace el papel de la nana Agustina.
    Pero su primera incursión en el cine se produjo en 1937 en la tragicomedia revolucionaria Así es mi tierra, dirigida por Arcady Boytler, con la actuación estelar de Mario Moreno Cantinflas en el papel de El Tejón, Manuel Medel como Procopio y Amelia como Adelita.
    Al año siguiente actuó en tres películas: El Derecho y el deber, dirigida por Orol con las actuaciones de Polo Ortín, Juan José Martínez Casado, Toño ´El Negro´, Paco Martínez, José Eduardo Pérez y Joaquín Coss; Caminos de Ayer, dirigida por Quirico Michelena, compartiendo créditos con Estela Ametler, Victoria Argota, Eduardo Arozamena, María Gentil Arcos, Carmen Hermosillo, Paco Martínez, Jorge Negrete y por única vez con su hermano Luis Wilhelmy; y en Estrellita, de René Cardona, con Narciso Busquets y Julián Soler, entre otros.
    En 1941 trabajó en El Secreto del sacerdote, dirigida por Joselito Rodríguez, con las actuaciones de Arturo de Córdova, Pedro Armendáriz, René Cardona, Evita Muñoz Chachita y Armando Soto La Marina.
    Al año siguiente intervino en La Abuelita, de Raphael J. Sevilla, al lado de Sara García, Pituka de Foronda, David Silva y Armando Soto La Marina.
    En 1943 trabajó en Adiós juventud, bajo la dirección de Joaquín Pardavé, y en 1944 intervino en la cinta Como todas las madres, dirigida y estelarizada por Fernando Soler, Joaquín Pardavé, Pituka de Foronda, Estanislao Schillinsky y Manolo Fábaregas.
    En 1945 participó en cinco películas. Con Juan Orol filmó Los Misterios del Hampa, con las actuaciones de María Antonieta Pons y, claro, el mismo Orol; en Adán, Eva y el diablo, dirigida por Alfredo B. Crevenna, con las actuaciones de Gloria Aguiar, Lauro Benítez, Alfredo del Diestro, Roberto Meyer, Tito Renaldo, Enriqueta Reza, Carlos Riquelme, Rubén Rojo, Emma Roldán y Roberto Soto; en El Capitán Malacara, dirigida por Carlos Orellana, con las actuaciones de Luis Alcoriza, Pedro Armendáriz, Mimí Derba y Armando Soto La Marina; y también actuó en Una Gitana en México, dirigida por José Díaz Morales, con entonces prometedor Joaquín Cordero, Mimí Derba, Ángel Garasa, Tito Junco, Manuel Medel, Eduardo Noriega, Jorge Reyes y Paquita de Ronda.
    Pero su más difundida actuación se produjo en 1947 durante la cinta Nosotros los pobres, con Pedro Infante, Pepe el Toro; Blanca Estela Pavón, Celia La Chorreada, Evita Muñoz, Chachita, Carmen Montejo y Katy Jurado, en el papel de La que se levanta tarde. Amelia interpreta a Malena "La Guayaba", la pareja inseparable de Delia Magaña, "La Tostada". Ese mismo año participó en Qué verde era mi padre, de Ismael Rodríguez, estelarizada por Mimí Derba, Amparo Arozamena, Evita Muñoz Chachita, Alfredo Varela y Roberto Soto.
    En 1950 participó en Cabaret Shangai, de Orol, con las actuaciones de Amparo Arozamena y Rosa Carmina, y en No Desearás a la mujer de tu hijo, dirigida por Ismael Rodríguez, con las actuaciones de Irma Dorantes, Pedro Infante y Fernando y Andrés Soler, secuencia de La oveja negra.
    En Prefiero a tu papá, filmada en 1952, compartió créditos con Joaquín Cordero, su amiga Delia Magaña y Fernando Soler. Un año antes volvió a trabajar bajo la dirección de Orol en la película Infierno de los Pobres, con Víctor Junco y Rosa Carmina. Ese mismo año trabajó en A toda Máquina, la memorable cinta que reunió a Pedro Infante, como Pedro Chávez, y a Luis Aguilar, como Luis Macías, dos motociclistas rivales, dirigida por Ismael Rodríguez.
    Cuando Amelia Wilhelmy, cantante de opereta, llegó al patio de la vecindad de Nosotros los pobres ya había picado mucha piedra en la entonces dinámica industria cinematográfica que por aquellos tiempos producía películas como si fueran tamales. A ella, y a otras sinaloenses de menor fama, se debe acreditar la pavimentación del camino que años después caminaron varios sinaloenses que le dieron lustre a la cinematografía nacional.
    Murió en la ciudad de México sin que se conozcan más detalles de su vida personal.