"Tropos"

"De Italia a Sinaloa: deploro y simpatía"
06/11/2015

    Adrián García Cortés

    Fue durante un viaje trasatlántico de Nápoles a Nueva York en un barco italiano llamado Vulcania. En los puertos francés, español y portugués no hubo problema; los pasajeros que desearan bajar a conocer parte de la ciudad de recalada, teníamos permisos mientras la nave permaneciera en el muelle. Pero al llegar a Canadá, en Halifax, el penúltimo puerto antes de Nueva York, los permisos fueron negados sólo a mexicanos e italianos, no obstante que la tripulación de la nave era italiana.
    Extrañados los mexicanos por esta discriminación, solicitamos una explicación, a la cual simplemente se nos dijo que “no éramos bienvenidos”. Más allá de esta respuesta tan lacónica, averiguamos que por la época las mafias del narcotráfico y de la delincuencia italiana habían logrado cierto auge que en Canadá había alcanzado el rechazo absoluto y que en México predominaba la violencia (la gran profusión de las películas de muchos balazos) y la corrupción.

    Por Italia renacía
    la Mafia Siciliana

    La Mafia Siciliana había impactado tanto en el mundo como un síndrome, aparentemente incurable, de todo lo que oliera a italiano, sobre todo a través de los medios de comunicación norteamericanos. Iniciada en tiempos feudales para proteger a los nobles, en el siglo XIX se convirtió en una red de grupos autónomos que actuaban en Sicilia por distritos. No tenían al principio una organización centralizada, pero sí procuraban utilizar cargos políticos por coacción entre el electorado, a través de los cuales podían usar armas para sus objetivos de mando. En Estados Unidos habían penetrado con gran impulso aprovechando los años de la prohibición de las bebidas alcohólicas.
    En la plenitud del poder, Mussolini suprimió la Mafia, pero terminada la II Guerra Mundial, recobró su actividad con mayor vigor, extendiéndose a toda Italia y a otras naciones, hasta que en 1980 se iniciaron los arrestos y procesos judiciales espectaculares que fueron acompañados de represalias y asesinatos contra los representantes de la ley. De manera que el año del viaje arriba citado, la Mafia Siciliana estaba en su apogeo con suma de publicidad.

    Los ensayos políticos
    engendraban violencia

    En cuanto a México, terminaba el gobierno de Miguel Alemán, al que se le atribuye la paternidad de la corrupción y de quien puede decirse que inició la era de los presidentes mesiánicos, con transformaciones sexenales que convirtieron al pueblo mexicano en un laboratorio social, económico y humano de juegos e ideas políticas cada cual con sus misiones y visiones, pero siempre en busca de un culto a la personalidad y a los cambios por encima de las realidades nacionales.
    Las violencias en pro o en contra del gobierno eran muy frecuentes; con Alemán la transformación del campo agrícola a un ensayo fabril y de sustitución de importaciones, convirtió a la ciudades en refugios proletarios y de suburbios de tugurios, en tanto que la producción agrícola se decantaba y generaba masas que permitían la manipulación del voto popular y fincarlo como sustento de un presidencialismo imperial, unipartidista y corporativo.
    La publicidad al exterior, pese a los esfuerzos comunes de proyectar una buena imagen, se igualaba a la italiana con sus mafias, enmarcada en el siglo de oro de la cinematografía mexicana de charros braveros que todo lo resolvían a balazos. Todo esto era más que suficiente para considerarnos violentos e indeseables. En Madrid, ciudad de mi mayor estancia, eran comunes los chistes sarcásticos sobre mexicanos, tomados, obviamente, de las películas:

    --¿Conoces alguno de aquellos tres allá parados?, preguntaba uno, a lo que el otro le replicaba: ¿Cuál?. ¡Aquél que se cae! –le contestaba--, al tiempo que le disparaba un balazo.

    Con estos antecedentes, era explicable, en la entonces recoleta Canadá, que los violentos y corruptos mexicanos e italianos no tuvieran simpatía en aquella nación, de por sí fría (por cierto, el Halifax de nuestro repudio estaba todo, todo blanco por la nieve, y nada se podía ver más que el paisaje idílico de los osos y las focas polares).
    En la reciente visita que el doctor José Gaxiola López, catedrático desde hace dos años en Génova, Italia, recordando este pasaje de mis periplos por el mundo, le pregunté entre curioso e irónico: ¿cómo nos ven a los mexicanos desde la culta Italia?
    La pregunta no era ociosa. Momentos antes me hablaba de los últimos sucesos italianos en búsqueda de subsanar corrupciones, narcotráficos y desviaciones del servicio público en aras del poder político.
    Cinco meses atrás habían renunciado el presidente Romano Prodi y el Procurador General, Mastela, porque se les habían descubierto vínculos con el narcotráfico, incluso a este último le habían retirado de su partido (Centro Democrático) donde era prominente figura. La noticia se había filtrado a través de llamadas por celular de Viny Mastela, la esposa del Procurador. ¡Allá sí renuncian los Presidentes!, me comentó Gaxiola.
    Y en otra instancia, igualmente en días pasados, al gobernador de Sicilia lo habían vinculado, también con el crimen organizado y le habían pedido la renuncia para poder enjuiciarlo. Pero había algo más: al gobernador de Nápoles lo destituyeron por no resolver el problema de las basuras.

    A México y Sinaloa,
    con simpatía y pena

    --“Ahora, en Italia, al mexicano y a México nos ven con simpatía: Tienen una idea muy clara de la importancia que nuestro país ha alcanzado. El año pasado, fue noticia internacional la inundación de la Chontalpa tabasqueña; a diario pasaban imágenes en televisión y colateralmente hacían comentarios, algunos de deploro y pena. Digo, en general, la imagen nos es favorable. Pero a veces, los medios de comunicación, en busca de las noticias de impacto, nos afectan terriblemente. Mucho tiempo ocupó la información de los medios, por ejemplo: la guerrilla del subcomandante Marcos, guerrilla indígena, como le llaman en Europa. Se dice que todavía hay corresponsales ligados a esos grupos y periódicamente envían información sobre cuestiones no resueltas. En algunas partes de Italia se siguen vendiendo camisetas del EZLN, con la figura del subcomandante Marcos.

    --¿Y de Sinaloa, algo se dice?, repregunté.
    --“Con respecto de Sinaloa no se tenía mucha idea de su existencia, hasta que empezaron a proyectarse cuatro documentales sobre la violencia en México. De estos cuatro dos se refieren al norte del país y los otros dos, desafortunadamente tratan lo de Sinaloa. Hablan de nuestra identidad como del nido o del lugar por excelencia del narcotráfico en el país, y de las relaciones de éste con otros traficantes de Perú y Colombia”.
    Obviamente, al señalar a México tan identificado con el narcotráfico, quizás sea por la batalla campal que las autoridades italianas han enfrentando a este segmento criminal. Lo cierto es que, uno de los parámetros de que se valen tales autoridades es de simple observación popular, diríase de sentido común, como repetir el viejo adagio: ¡el amor y la riqueza, no se pueden ocultar!.
    Con una policía bien entrenada, con centros de inteligencia a la alta escuela, mantienen siempre en observación e investigación a los grupos y sus movimientos financieros. Ahí donde se ve que hay dinero en abundancia, ahí se supone que debe haber flujo constante de recursos no siempre explicables. El que está enamorado o es rico jactancioso, siempre es vigilado. De ahí que hayan estructurado sistemas para detectar las rutas del dinero y los flujos económicos, particularmente los destinados a la construcción y los servicios turísticos, donde más se han manifestado las ligas con el narcotráfico”.
    En Italia, los medios de comunicación son muy abiertos; predomina la radio sobre la televisión, donde a menudo hay programas llamados “talk show” en los que abundan los temas sin ninguna cortapisa. ¿Como en México?, le pregunté a Gaxiola. A lo que ya no contestó.