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"ENTREVISTA DE ANIVERSARIO"

"Un periodista 'todoterreno'"

"Pese a no estudiar para periodista, Alonso Casillas siempre se ha distinguido por el oportunismo de sus notas y fotografías"
15/11/2015 09:58

    Ariel Noriega

    CULIACÁN._ Alonso "El Choncho" Casillas dice que no estudió para ser fotógrafo ni reportero, que él es "lírico", las palabras se le atraviesan, busca y rebusca en la memoria, repite anécdotas y confiesa logros que le duelen un poco porque ante todo pregona que él es humilde y muy chambeador. 

    "Yo fui empírico, como lo sigo siendo, yo no estudié la carrera de Comunicación… ya trabajando lo desarrollé con más profesionalismo", recuerda Casillas. 

    La vida se le ha ido complicando desde que nació en la sindicatura de Piaxtla, fue en 1968, "soy olímpico", grita. 

    De familia numerosa y sin un peso en el bolsillo, Casillas trabajó en el campo, ascendió a mayordomo, después vendió paletas, fue bolero y terminó proyectando las películas en el cine Encanto, un cajón de ladrillo sin techo, donde también cobraba las entradas, la hacía de animador y un día terminó cantando, todo para llevar unos centavos a la casa, donde lo esperaban siete hermanos. 

    Ganador de 9 premios internos de fotografía y periodismo, Casillas tuvo que caminar mucho antes de llegar al periodismo, en los años 80 se trasladó a Mazatlán sin imaginar siquiera que su vida estaría dedicada a escribir y tomar fotos insólitas, lo único que se trajo fue su afición por el beisbol que practicaba desde niño. 

    Se estableció en el puerto, donde encontró trabajo en una dulcería, de ahí se iba a jugar los fines de semana y en un Try Out fue elegido para probarse en Pastejé, la mítica escuela de beisbol que floreció y murió en Toluca. 

    El frío acabó con sus sueños de cátcher profesional y en dos meses ya estaba de regreso en Mazatlán, donde siguió jugando a la pelota y se fue enrolando en las ligas locales de beisbol. 

    El gerente de las primeras tiendas Oxxo, aquellas que salieron huyendo por el clima de violencia, lo descubrió jugando beisbol y lo invitó a trabajar en las tiendas, como supervisor, pero cuando se fueron las tiendas se quedó sin trabajo.
    En 1987, Roberto Riveros, editor de la sección deportiva de Noroeste, lo conoció entregando los resultados de una par de ligas de beisbol y lo invitó a formar parte de Noroeste. 

    "Yo aquí llegué por una invitación de Roberto Riveros, editor de deportes, fue en el 87, y me invitó a colaborar porque yo era promotor de beisbol de dos ligas, una liga rural y otra de nuevos valores, y yo le hacía los boletines a mano". 

    Ya en el periódico, Casillas descubrió que también se necesitaban plumas en la sección policiaca, donde se hacía un gran esfuerzo para cubrir la ola de violencia que provocaba la banda de Los Aireados, así que tomó una cámara 110, de aquellas largas como cajitas de pasta de dientes, y salió a la calle a aprender a ser reportero. 

    Sin grandes lecturas ni formación profesional, salvo su carrera como abogado, Casillas se construyó a sí mismo con la ayuda de dos de sus principales dones: su carisma con la gente y una terquedad a prueba de fuego. 

    "Uno muestra humildad, pues, de lo que es uno, hacia la gente, y eso es lo que yo gano, gano amistad, y la amistad es lo que me ha favorecido en mi vida como persona". 

    En el camino se encontró a la Raquel, o ella se tropezó con él, y formaron familia, mientras Casillas desplegaba su cobertura más allá de Mazatlán, rumbo al sur, donde se ha vuelto el reportero oficial de los deportes de fin de semana, desde Villa Unión hasta Escuinapa. 

    Sin límites que le imponga el miedo o la vergüenza, cuando le propusieron que se lanzara como Rey de la Alegría, en 1995, Casillas no sólo se convirtió en candidato, organizó guerras de bandas, desfiles y boteos que arrastraron a sus compañeros periodistas hasta llevarlo a la Carroza Real que lo paseó por el puerto.
    "Fui, me eché un baño, nos inscribimos, y nos lanzamos". 

    Con el tiempo su picardía y talento natural para el humorismo involuntario fue trasladándose a sus fotografías e historias, donde lo mismo una gallina atraviesa un maratón en el momento en el que él toma la foto, que aparece frente a su lente los restos de lo que aseguran es el mismísimo Chupacabras. 

    En 2007, le entró el gusanito por la política, una aventura que lo iba a llevar a abandonar el periodismo por unos meses y de donde iba a regresar apaleado por unas urnas que se negaron a darle los votos que le prometía la gente del Distrito 20. 

    "Me entró la curiosidad de ser candidato, quise experimentar con mi vida, quise calarme, saber en qué se gastaba la lana, yo lo primero que le dije al partido fue que no quería manejar ni un cinco, para que el día de mañana no me fueran a reclamar que había agarrado dinero". 

    Después de soñar con ser Diputado anduvo deambulando por el puerto, vendía tortas y licuados y en una ocasión enchiló a un dirigente deportivo cuando le preparó una limonada en la misma licuadora donde acababa de preparar la salsa para unos camarones en aguachile. 

    Sin más destino que el periodismo, Casillas regresó a Noroeste, donde lo esperaba su ruta al sur y los campos de beisbol. 

    La vida del "Choncho" Casillas es un trabalenguas donde lo único claro son sus fotos de pequeños beisbolistas que sueñan con ser grandes y de gallinas, burros y guajolotes que se le atraviesan exactamente cuando va a tomar una foto.

    "Yo fui empírico, como lo sigo siendo, yo no estudié la carrera de Comunicación… ya trabajando lo desarrollé con más profesionalismo".