"YO CIUDADANO / 'La obsesión por comer es mental'"

"Un grupo de mujeres habla del cambio en su vida tras ser parte del grupo Comedores Compulsivos Anónimos de Culiacán"
16/11/2015 11:45

    CULIACÁN._ Reconocerse una comedora compulsiva, dejar atrás la harina, el refresco, la comida a deshoras y, sobre todo, bajar esos kilos de más, no ha sido fácil para Mercedes, Liz, Chuyita, Alma y Maribel. 

    Son cinco mujeres que tienen un problema de peso, pero que a través de un programa de recuperación que consiste en 12 pasos de Comedores Compulsivos Anónimos, hablan de un cambio físico, mental y espiritual en su vida. 

    Son historias que quieren que no se repitan en otras mujeres u hombres, jóvenes o adultos. Sólo es recuerdo que Mercedes comía a cada rato. Sentada en un sillón saboreaba refrescos, galletas, mientras veía la televisión. 

    Pesaba 84 kilos, su estima era baja y empezaba a aislarse.La llamada de una amiga a integrarse a Comedores Compulsivos hace más de un año es por lo que hoy es distinta, incluso ya no requiere de sus pastillas para la presión arterial. 

    "Se siente más seguridad y motivación en uno mismo, y te lleva a mejor vida en todos los aspectos: económico, familiar, social, porque tienes humor de salir", expresa quien celebrará sus 70 años acompañada de su novio.
    "Qué bueno que me llamaste -le dice a Chuyita- porque yo ya tenía que estar sentada así, porque aquí estaba el bulto grande -de su viente-, eso me motivó y ahora el sillón ni lo toco, ni la tele". 

    Liz tocó fondo tras la muerte de su madre. La depresión tras esta pérdida la llevó a subir en un mes 10 kilos. La comida fue el refugio de su dolor. 

    "Yo me había jurado que no iba a subir de los 100 kilos, iba pasando el tiempo y no podía parar esa obsesión por comer, la obsesión es metal, y cuando lo llevas a la acción es la compulsión", asegura. 

    La gente que no tiene esta enfermedad, añade, se come una rebanada de pastel, pero en su caso no es una ni dos. En este programa de CCA ha aprendido qué alimentos le compulsan y trata de evitarlos. 

    "Abstinencia es mantenerse alejada de. Yo tengo abstinencia de harina y azúcar, porque he descubierto que eso me compulsa", añade. 

    Liz llegó a ocultar las cantidades de comida que consumía, por pena, aunque se ha sentido a reventar. Con el tiempo es que ha aprendido que hay gente que ha reventado por la ingesta. 

    "Era tan fuerte mi dolor que mi tristeza la estaba mitigando con comida. Aquí en el programa lo que hacemos es expresar lo que sentimos para que no me llegue esa necesidad obsesiva por comer. Dicen que si por tu boca te enfermaste, por tu boca debes de sanar", añade. 

    "No es fuerza de voluntad, es buena voluntad la que adquirimos aquí para cambiar".
    Liz, quien ha llorado por una hamburguesa, comenta que las medidas parciales para bajar de peso no le funcionaron. Recurrió a médicos, dietas de moda, la dieta de la artista. Lo único que no hizo fue operarse o inyectarse algo.
    A su problema con la comida se suma el hecho de que padece dismorfia; ante el espejo se ve delgada, de 58 kilos, su peso años atrás. 

    "Al espejo lo podemos engañar, pero cuando compramos ropa, ahí no hay engaño", expresa.
    Chuyita recuerda con sorpresa cómo en un mes subió 6 kilos, y cómo una amiga le dijo que esta ansiedad por comer era igual o peor que el alcoholismo, que conlleva enfermedades como diabetes, hipertensión, entre otras. Ello la impulsó a crear el grupo en 2014. 

    "Comedores Compulsivos funciona como un fuerte impulsor del despertar de conciencia y un potencializador del sentido humano para cada uno de sus miembros, un factor que es crucial en el combate de esta maligna adicción, o en su caso de cualquier enfermedad de la mente y del cuerpo, que es en realidad una sola misma", lee Chuyita de un libro de apoyo. 

    Es una enfermedad triple: física, mental y espiritual, que se aborda en los 12 pasos de este programa que a nivel mundial tiene más de 50 años establecido, refiere. 

    "Lo más difícil para mí ha sido tener conciencia de que la responsable de mi salud física, mental y espiritual soy yo, y que yo voy a sufrir las consecuencias si me salgo, si me abandono", agrega Chuyita. 

    "No quiero volver a los atracones que me mandaban a la Cruz Roja... se sube la presión, el azúcar y sientes morirte, igual que un alcohólico pero aquí es congestión de comida". 

    Cuando sintió que tenía control con su problema compulsivo, Maribel se alejó. Pero está de vuelta en el grupo porque sabe que es difícil decir no a la comida, a los productos dulces como la nieve, café, que la hacen sentir distinta ante sus problemas emocionales. 

    "Uno sabe que tiene la compulsión y sé que estoy mal por eso vengo. No sé cuánto peso, me doy cuenta en la ropa y cuando me veo en el espejo y no me gusto", indica. 

    El comer y comer, para Alma, quien ha llegado a pesar 134.5 kilos, es un estado de ánimo. Sucede cuando no tienes poder sobre uno mismo, asegura. Come chocolates, por ejemplo, para que la distraigan de sus sentimientos, de sus emociones. 

    A sus 31 años llegó a un tratamiento sicológico por un problema de depresión, de violencia, tras el que descubrió que estas situaciones son ocasionadas por sus trastornos alimenticios. 

    "Comes mucho y luego te deprimes, no quieres saber de nada ni de nadie, te aíslas, cortas lazos familiares, de amistades y laborales. No perteneces al mundo", explica. 

    Le ha costado trabajo admitir que tiene un problema con su forma de comer.
    "Hasta ahorita vengo porque primero tienes que traer el cuerpo, mi mente todavía no llega", agrega.
    "Las primeras veces que llegué no podía reconocer que era comedora compulsiva, la sicóloga me decía 'oye, me estás pagando para que te ayude'. Es más fuerte que yo la enfermedad. Admitirlo. Uno no sabe qué es la enfermedad".
    En la terapia diaria del grupo se recurre a libros como "Voces en recuperación", "Sólo por hoy"... se comparten historias personales que no trascienden las puertas del grupo, se tiende una mano amiga en solidaridad. 

    REUNIONES
    Comedores Compulsivos Anónimos de Culiacán, que también recibe a personas con anorexia y bulimia, sesiona lunes, miércoles y viernes, de 19:00 a 21:00 horas, en Ruperto L. Paliza 274 sur. No se abordan temas religiosos.
    En Facebook: Comedores Compulsivos Anónimos de Culiacán.Teléfonos: 66 77 80 49 99, 66 72 27 01 24 

    "Comes mucho y luego te deprimes, no quieres saber de nada ni de nadie, te aíslas, cortas lazos familiares, de amistades y laborales. No perteneces al mundo".
    Alma