"YO CIUDADANO/LUDOPATÍA: Jugar hasta perderlo todo"
CULIACÁN.- Llegaron al juego por curiosidad, diversión, por compartir con los amigos, pero lo que parecía un futuro financiero prometedor los llevó casi al abismo.
Es la historia de tres jugadores de casino que perdieron dinero, autos, propiedades, pero lo más importante: la confianza de sus seres queridos.
Hoy deciden abrirse y compartir sus vivencias porque encontraron la paz en el grupo Respira, Jugadores Anónimos.
Sofía tiene 30 años y ocho años atrás empezó a jugar en los casinos. Primero por diversión, para olvidar sus problemas. Ahí se sentía bien, apapachada, las horas se le iban y también su dinero.
La primera vez que entró a uno ganó una partida grande, pero fue justamente lo que la llevó a la ruina.
"Soy una jugadora compulsiva, agresiva, de casi ocho años, fue un infierno este tiempo en que estuve metida en el casino. Primero era un ratito, una vez a la semana, después cada tercer día, luego todos los días, después en la mañana, a medio día, en la noche, y esto fue en aumento", relata.
La ludopatía, de acuerdo con la enciclopedia Medline Plus, hace a una persona incapaz de resistir los impulsos a jugar y esto la puede llevar a graves consecuencias personales o sociales. Hay ansiedad, depresión, problemas financieros, sociales e incluso legales.
"Por esa jugada súper grande", recuerda Sofía, "pensé que este era mi negocio y que podía sacar dinero. Llegué a perder 50 mil pesos en tres horas. Si cerraban a las 2 de la mañana y me quedaba ansiedad por seguir jugando, me iba a los de 24 horas, y no salía hasta el día siguiente".
Lo terrible, dice, es que salía derrotada, sin un peso, porque aunque la máquina le diera a ganar, su enfermedad impedía cobrar e irse.
"Yo me tenía que gastar todo y salirme sin nada, lo único que quería era gastar y jugar. Salía haciendo miles de promesas 'mañana no juego', tirando tarjetas, implorando a Dios la oportunidad de poder dejarlo y al día siguiente estaba otra vez ahí", reconoce.
"Fue difícil aceptar que tenía una enfermedad, porque para mí el casino era todo, dormía pensando en él, esperando la mañana para ir".
Por el juego mintió a su familia, en su trabajo, a sus amigos. Su economía se vio muy afectada.
"Pega muchísimo porque te gastas lo que tienes predestinado para la luz, la comida, colegiatura, infinidad de cosas. Esta enfermedad no respeta absolutamente nada", detalla.
Buscó ayuda pero fue en Respira Jugadores Anónimos donde encontró la paz.
"Yo doy gracias a Dios y me siento súper bendecida porque desde que entré, sentí por primera vez que había alguien que entendía mi lenguaje, que habían pasado por lo mismo que yo, que se habían quedado sin los 10 pesos para pagar estacionamiento o tirado porque no traías ni para gasolina".
Encontró la tranquilidad que necesitaba, pues como madre de familia, siente la responsabilidad de hacer un patrimonio para su hijo y sobre todo ser ejemplo para él.
"Yo sé que hay gente que se siente desesperada, devastada, arruinada emocional y psicológicamente, que no saben que existen grupos, créanme que cuando abran esa puerta van a sentir que sus vidas cambian", asegura.
"Tengo seis meses sin jugar, me siento tranquila, duermo a gusto, porque el sentimiento de culpa era totalmente horroroso, cada vez que salías del casino sin un peso me sentía devastada, como en una nube, pensando qué le voy a hacer para solucionar este problema".
Cualquier pretexto era bueno
Édgar sólo ansiaba estar en el casino. Tanto, que buscaba cualquier pretexto para salirse de donde estuviera para ir.
Empezó a jugar a los 17 años por diversión, si ganaba poquito o perdía poquito no pasaba absolutamente nada. Pero esa ansiedad fue creciendo al grado de no poder vivir sin el casino.
"Yo tenía que estar todo el día metido ahí, era el primero en llegar y el último en irme, apostando en lo que sea, carreras, peleas de gallo, todo lo que fuera azar. Perdí todo, lo confieso, dinero, empleos, carros, muchas cosas".
También buscó ayuda con psicólogos, en iglesias, incluso fue a hacerse "limpias", sin éxito alguno. Hasta que encontró Jugadores Anónimos, grupo Respira, y fue uno de los iniciadores.
"Surgió por la necesidad de buscar ayuda, en Culiacán es el primer grupo que se forma para el tratamiento de ludopatía, fuimos apadrinados por uno de AA, que nos facilitaron sus instalaciones. Sesionábamos en las tardes, dos días por semana y conforme fuimos creciendo, decidimos reunirnos todos los días y en nuestro propio local".
Desde que inició ahí, asegura, se sintió mejor.
"Con el simple hecho de escuchar, subir y contar todo, como una catarsis, es de muchísima ayuda para todos", añadió.
Después de 17 años de jugar, va para uno sin apostar un solo peso.
"Me ha cambiado la vida, es un grupo que te cambia, te despiertas sin la obsesión de jugar, sin preocuparte, además conoces amigos que se preocupan por ti, me siento muy bendecido".
'De aqui soy...'
Jorge también comenzó a jugar a los 17, por un amigo que lo invitó a un casino que acababan de abrir y que estaba regalando cerveza.
"Y pues dije vamos, llegamos, había un colón, entramos y aposté. Gané 5 mil pesos, cuando yo ganaba 500 a la semana... era el dinero de 10 semanas... dije de aquí soy. En ese momento fue suerte, pero hoy veo que en realidad fue mala suerte", relata.
Enganchado por la cantidad de dinero que ganaba, aumentaron sus visitas a los casinos y el monto de las apuestas.
Entonces comenzó a perder, llegó a empeñar cosas que luego perdía y fue a dar con prestamistas.
"La vida se vuelve un juego, gastas lo que tienes destinado a otras cosas, y luego uno dice no pasa nada mañana lo consigo y eso es todos los días, vives pensando cómo ganar dinero para apostar", apunta.
"Uno piensa que puede con todo y el problema va creciendo, el estado de ánimo de uno depende de lo que pase con la apuesta, si ganas estás bien con todos, pero si uno pierde...".
Entonces decidió poner un alto, buscó ayuda y a Jugadores Anónimos llegó hace 11 meses, pudo al fin recuperar la tranquilidad.
"Ahora veo que el juego me estancó mis negocios, hoy ya estoy haciendo una empresa, ahí vamos. Ya disfruto actividades simples que antes no, como el tirarme en el césped con mi hijo".
"La ludopatía es una enfermedad, con ayuda correcta vas a perder ansiedad de jugar, pero nunca te vas a curar, puedo dejar de apostar tres años, pero si meto una apuesta, mi enfermedad se va a reactivar, lo importante es asistir al grupo diario".
Jorge
31 años
JUGADORES ANÓNIMOS
Grupo Respira de Jugadores Anónimos
Acuden alrededor de 22 personas, entre hombres y mujeres, de todas las edades.
Sesionan en Alfonso Zaragoza Maytorena, Local 8, Plaza las Riberas, en el Tres Ríos, de lunes a viernes de 18:30 a 20:00 horas. Sin costo.
El grupo es totalmente anónimo.