"Zulema decide ser mecánica"
MAZATLÁN._ Desde pequeña, Zulema Elizabeth Brambila Osuna hizo a un lado todos los estereotipos y siguió los pasos de su padre en el taller mécanico de la familia.
Lo que parecía un pasatiempo diario luego de las clases se convirtió en su oficio; en él, no sólo encontró una manera de fortalecer su carácter, sino que además encontró a su compañero de vida.
Con sus pantalones roídos, portando una camiseta holgada, tenis, el cabello recogido, con manchas de aceite y anticongelante en manos y rostro, Zulema demuestra que ser mujer no es una limitante para realizar la actividad que se proponga.
"Me acuerdo que, empezando, de chiquita, llegué a barrer, me metí a lavar fierros y aquí me quedé. Aprendí viendo y después me fui con pura práctica, porque mi papá ya no se dedica a la mecánica", recuerda la joven de 35 años de edad.
Zulema es la segunda de tres hermanos, aunque los tres crecieron juntos, sólo a ella le interesó dedicarse a la mecánica, sin importarle estar rodeada siempre de varones aun cuando en un inicio acostumbrarse a las críticas no fue sencillo.
"Tengo dos hermanos, una hermana mayor y un hermano menor, somos tres de familia, a ellos no les gustó la mecánica, a mí sí me gustó acompañar a mi papá. Sí ha sido difícil hacer un trabajo que por lo general es más de hombres, no te ven bien a veces, hay muchos clientes que son muy machistas, la mera verdad, y te catalogan de otra forma, para mí no ha sido sencillo, pero aquí está uno trabajando, tienes que aprender a lidiar con eso. Al principio es pesado, el cansancio físico es mucho, pero para todo hay mañas", comenta.
Todos los días, desde las 9:00 y hasta que oscurece, Zulema trabaja en el taller mecánico de la Colonia Villa Galaxia, que aunque no presenta un nombre en la fachada, es conocido por su clientela como el taller de "El Monchi", como le apodan a su padre, don Ramón Brambila.
La joven mazatleca deseaba estudiar ingeniería en informática luego de culminar sus estudios de preparatoria, pero la necesidad la llevó a emplearse en el negocio de su familia, sin embargo, logró finalizar un cuso de computación, además de mantenerse actualizada en el sistema computarizado de los modelos más recientes de automóviles.
Cuando ingresó al bachillerato, Zulema conoció a Cándido Quintana Osuna, su esposo, con quien lleva 11 años de matrimonio, sin imaginarse que los dos compartían algo más que las parejas comunes, los dos ya eran mecánicos.
"Nos conocimos en la prepa, nada qué ver, yo creí que yo nomás era el mecánico y resulta que ella también. Me enteré cuando vine para acá y la ví abajo de un carro", recuerda Cándido, quien también forma parte del personal del taller automotriz y en repetidas ocasiones confiesa sentirse orgulloso de su mujer.
"Yo la admiro por eso, le digo, tú has lo que te gusta. Le digo que cuando se enfade lo deje, que no creo que eso pase, porque aquí es un trabajo. Ella es la jefa aquí, nos apoyamos entre todos, nos damos consejos, somos un equipo, en la casa es igual, nos dividimos los gastos", expresa mirando trabajar a Zulema.
"No hay nada que temer, uno se puede desempeñar tanto como el hombre, cuando vas comenzando te agarran de su tortita, pero si esto te gusta no tienes por qué dejarlo", manifiesta.








