2025 en el horizonte

11/01/2025 04:02
    2025 llega con las democracias en riesgo. La gran paradoja es que son precisamente los países democráticos los cuales, a través de procesos e instituciones electorales, están abriendo la puerta a liderazgos autoritarios y dictatoriales tanto de derecha como de izquierda.

    Si el 2025 llevase un nombre debería ser: “El año de los retos compartidos y las soluciones postergadas”. Quisiera que las soluciones fueran alcanzadas de manera compartida, pero sospecho que no será así.

    Cada año decimos “éste será un punto de inflexión en la historia contemporánea”, pero creo que éste será recordado de muchas maneras y veremos en 12 meses si algún pronóstico cambia.

    Todos los actores internacionales se verán afectados: gobiernos, organismos internacionales, empresas globales, asociaciones no gubernamentales que trabajan más allá de las fronteras, actores sociales y sobre todo, las personas sin importar su nacionalidad. (Incluyo a las personas como actores internacionales porque hoy, más que nunca, las personas como individuos y haciendo uso de las tecnologías de la información y comunicación, están demostrando tener capacidad para hacer visibles realidades y para impactar globalmente como no se había visto antes).

    Nadie se libra de los efectos de las tensiones geopolíticas, de la continuidad de conflictos que llevan décadas y de los relativamente recientes (Israel-Palestina, Rusia-Ucrania por poner dos ejemplos), de la crisis medioambiental y energética que existe, de las migraciones, del terrorismo, y del resurgimiento de gobiernos dictatoriales y autoritarios en un mundo en el que hace no muchas décadas parecía que la democracia había llegado para quedarse y, por supuesto, del retroceso que se vive en materia de derechos humanos en general y de los derechos de las mujeres en particular.

    El regreso de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos amenaza con profundizar la fragmentación y la polarización global y ni qué decir del efecto interno en ese país y los efectos para la relación bilateral con México. Su visión proteccionista y antimigratoria busca desvincular a Estados Unidos de las dinámicas internacionales en un mundo interconectado. Al mismo tiempo, China enfrenta un crecimiento económico en declive y una crisis de deuda interna, a la par que se plantea una readecuación de su modelo de desarrollo, el cual hace énfasis en las “nuevas fuerzas productivas de calidad”. Mientras tanto, Europa navega por sus propias fracturas, con Alemania y Francia debilitados políticamente y un Parlamento Europeo cada vez más dividido. Los BRICS, a pesar del esfuerzo que han hecho por convertirse en una fuerza clave a nivel global, no logran consolidarse como una alternativa real en el tablero internacional.

    Conflictos como los de Ucrania y Gaza, lejos de resolverse, siguen devastando comunidades enteras, exacerbando desigualdades, redibujando alianzas y abonando al mundo de las fake news (que hoy ya son parte de la realidad), cuando alguno de los bandos usa las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y la Inteligencia Artificial (IA) para (des)informar. En lugar de encontrar soluciones, parece que la única voluntad que existe es la de fomentar el disenso, no encontrar salidas negociadas y hacer imposible una paz sostenible e incluyente. Esto último no se limita a las partes directamente involucradas, incluye a los jugadores indirectos de estos conflictos (quienes están financiando las guerras y beneficiándose de ellas). La comunidad internacional está demostrando su incapacidad para sumar a la construcción de soluciones justas o, peor aún, está demostrando su indiferencia y complicidad ante las injusticias.

    Las democracias están hoy en riesgo. La gran paradoja es que son precisamente los países democráticos los cuales, a través de procesos e instituciones electorales, están abriendo la puerta a liderazgos autoritarios y dictatoriales tanto de derecha como de izquierda. Se trata de mujeres y hombres que han llegado al poder por la vía de las urnas y que una vez en el poder han tratado de eliminar o están eliminando las instituciones garantes del equilibrio de poderes, de la transparencia y rendición de cuentas y de la justicia para subsumir al país en turno a su visión particular del poder o a la de su partido y la camarilla con la que llegaron. Llegar por la vía democrática para deshacer la democracia. No existe una sola región del mundo que hoy se libre de esto, América Latina no es la excepción.

    En medio de todo esto, una brecha sigue prevaleciendo: la brecha de género en la toma de decisiones. La mitad de la población, las mujeres, no participa en la toma de decisiones o lo hace de manera marginal, en un mundo en el que ellas viven de manera directa los efectos de todas las crisis. En las zonas en conflicto el cuerpo de las mujeres sigue siendo una extensión del campo de batalla. Ya se demostró que si se cierra la brecha económica de género el PIB mundial podría aumentar un 20 por ciento y, aún así, no se toman decisiones micro y macro en concordancia. Frente a los avances que los movimientos por los derechos de las mujeres han logrado en las últimas décadas, la llegada de regímenes autoritarios está implicando un retroceso: desde eliminar las secretarías de la mujer con el pretexto de su “inutilidad”, hasta la violencia institucional que le prohíbe a las mujeres hablar en público, reír, cantar y ahora asomarse por las ventanas, y el recorte a los presupuestos de género e igualdad.

    El gran desafío para este año será cómo pasar de la parálisis a la acción, construyendo un futuro incluyente, igualitario y justo, que no deje a nadie atrás.