Como asentamos en entrega reciente, en lo que toca a lo nacional vamos bien, se avanza en la línea correcta en consolidar la democracia y, como consecuencia lógica, en ampliar las libertades y que la justicia por fin sea pronta y expedita. La reforma al Poder Judicial va en esa línea.
Pese a los gritos destemplados de la Oposición de derecha, sus alegatos no salen del infundio y el denuesto, se desgañitan en cuanto foro tienen a su alcance para lanzar calumnias o predecir catástrofes, pero los ciudadanos conocen sus desvaríos políticos. Exhiben un discurso completamente desfasado de la realidad que priva en el País.
Por fortuna, las masas populares ven otra realidad, distinta a lo que pregona la Oposición. Las masas populares viven y corroboran con sus propios ojos la realidad objetiva, aplican formas sencillas para comprender la realidad, ven su salario, el cual durante décadas estuvo congelado, que ha ido aumentando; ven que los abuelos mexicanos tienen asegurada una pensión del bienestar, que los jóvenes están labrando su futuro por medio del estudio y capacitándose para el trabajo, que México ahora tiene un Tren Maya y el progreso se acelera en el Istmo de Tehuantepec.
Que el País, con el esfuerzo de todos, viene saliendo airoso de la oscura noche en que lo hundió el régimen de corrupción neoliberal. Aún falta mucho por reconstruir en México, pero el pueblo tiene la certeza de que se avanza por el camino certero.
Lo más importante es la amplia aceptación, por parte de los sectores sociales, a la gestión del gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Con entusiasmo, se percibe a leguas ese respaldo, que blinda las acciones del Gobierno de las asechanzas de la derecha, a la cual no la calienta ni el sol, con su discurso negativo y que el pueblo desdeña de manera rotunda. El pueblo piensa de manera opuesta a la Oposición, mientras ésta se hunde en su amargura, aquél con entusiasmo labra su propio destino. Los ciudadanos no tienen duda del futuro de México, confían en que la nación avanza con pasos agigantados a construir progreso y bienestar para todos.
Los obreros, campesinos y las clases medias tienen confianza en que el gobierno de la doctora Claudia Sheinbaum va a consolidar el desarrollo de la Nación, ven con certidumbre el Plan México en marcha, que tiene proyecciones bien fundadas para mejorar los puertos, rehabilitar la red ferroviaria y crear polos de industrialización en todo el País. Desde el sexenio pasado se comenzaron a construir obras de infraestructura, que van a permitir que la economía nacional dé un salto cualitativo a tal grado que muchos mexicanos ni se imaginan, pero lo vamos a ver y pronto.
Ya se empieza a hablar, con grandes expectativas, del polo de desarrollo transístmico de Tehuantepec, entre Coatzacoalcos y Salina Cruz, Oaxaca, que será competencia del propio Canal de Panamá, y que está uniendo y haciendo más fluida el paso de mercancías del Atlántico al Pacífico. Esta ruta comercial es de una importancia estratégica para el desarrollo del país.
Lo mismo va a pasar con la reconstrucción del sistema ferrocarrilero nacional, que permitirá recuperar los trenes de pasajeros y aprovechar las grandes ventajas turísticas que tiene el país. Se está recuperando la producción de hidrocarburos, combatiendo el “huachicol” y cualquier viso de corrupción en el sector, para avanzar en un objetivo que no debemos perder de vista: nuestra autosuficiencia energética. En el sector agrícola no se descuida la construcción de presas, la mejora de los sistemas de riego y el aprovechamiento de la diversidad microclimática del País para producir una gran variedad de productos. Cuidar las variedades del maíz nativo y evitar el cultivo de la semilla transgénica también es una prioridad en el campo, porque “sin maíz no hay país”.
Lo que afirmamos tiene bases ciertas. Durante este sexenio pondremos un segundo piso a la regeneración democrática del país. Un México más próspero, jueces más justos con el pueblo, sin el estigma de inclinar la balanza por dinero o venal interés político.
México es un país maravilloso, que tiene su mayor fortaleza en el pueblo. Con su entrega sin límites al trabajo y su idiosincrasia a favor de lo justo, marca la pauta para construir un futuro lleno de buenas nuevas.