A mi padre

ENTRE COLUMNAS
    Ahora lo veo como un amigo; como mi mejor amigo, mi confidente, mi apoyo. Porque un amigo siempre está contigo, en las buenas y en las malas; en la salud y en la enfermedad. Me pregunto si así son todos los papás

    Nuestros padres, junto a nuestras madres, nos han dado la vida, nos han enseñado a ser las personas en las que nos hemos convertido hoy en día. Han sido quienes nos han empujado a cumplir nuestros sueños, es por ello (y por muchas cosas más) que merecen celebrar su día. Dado que ayer fue el Día del Padre, no quiero dejar pasar la ocasión para contar a mis lectores un poco sobre la persona a la que debo simplemente todo.

    Cuando era niño solía verlo como un súper héroe. Era el mejor en todo, todo lo sabía. Lo presumía ante mis amigos, y contaba anécdotas exageradas para enaltecerlo.

    En aquellos años, cuando tenía algo importante que decirme sobre la vida, íbamos a pescar. Esas charlas decoradas por los atardeceres de Mazatlán, han quedado grabadas en mi corazón para siempre.

    Pero ¿saben? En los años de mi adolescencia, se volvió algo anticuado. ¿Por qué habría de dedicar mi juventud a estudiar, en vez de trabajar en una discoteca de noche? Esto último era más emocionante. ¿El tabaco es un vicio tonto? Si todos los de mi edad fumaban. ¿Alejarme de la maldad? Pero si yo era invencible.

    Fuera de eso, él siempre se esforzó por enseñarnos a mi hermana y a mí, buenos principios antes que bellas maneras. El ejemplo de rectitud, siempre fue más importante que una frívola elegancia.

    ¿Les cuento otra cosa? Toda actividad o logro en la vida, ha sido siempre para tener su reconocimiento, por encima de cualquier otra persona. En cada pequeño logro, he buscado siempre su orgullo.

    Ahora de adulto, me doy cuenta de lo importante que es en mi vida y doy gracias a Dios por tenerlo. Aún a mis 40 años de edad, cada que tengo un dilema, o cada que meto la pata en algo, es la primera persona a la que acudo para pedir un consejo. Él siempre tiene la solución.

    De hecho, ahora lo veo como un amigo; como mi mejor amigo, mi confidente, mi apoyo. Porque un amigo siempre está contigo, en las buenas y en las malas; en la salud y en la enfermedad. Me pregunto si así son todos los papás.

    Bien recuerdo cuando alguna vez en mi infancia me dijo que la única forma de pagarle, sería siendo un buen padre con mis hijos. Ahora que tengo dos pequeñas hijas, no olvido esa deuda. Sólo espero estar a la altura.

    Las personas que me conocen personalmente sabrán que no suelo ser muy expresivo. Ésta es mi forma de darte las Gracias Papá. Gracias por todo.

    Es cuanto....

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