A mitad del camino...

    Si el empecinamiento del Presidente de la República presenta alguna rendija para la rectificación de sus programas, también tendría que metérsele mano al llamado Jóvenes Sembrando Futuro, el cual, ya fue pervertido por mediadores y empresarios vivales que le encontraron la forma de contar con mano de obra gratuita y sin cumplir el objetivo de cultivar entre los jóvenes becados, la enseñanza de alguna actividad laboral.

    Y de pronto, el solar sinaloense fue iluminado por el verde del mítico semáforo sanitario, lo cual indica que, según los datos de las autoridades, la pandemia ha bajado de intensidad. Claro, de manera razonable nos piden que no bajemos la guardia, con el lavado constante de manos, guardar sana distancia, evitar aglomeraciones, estancias en lugares cerrados y no dejar de portar el nada agradable cubrebocas.

    Hasta ahí todo bien, pero pasos más adelante, los gobernantes, en abierta contradicción, autorizan el incremento de asistentes a restaurantes, bares y centros nocturnos, adicionando, además, permisos para eventos masivos. Es decir, que los propios agentes que lidian con la pandemia, abren las condiciones para que el perjudicial bicho, de nueva cuenta, encienda las alarmas.

    Accionar de alarmas que también son procedentes sobre la situación de algunos programas sociales que desarrolla el gobierno federal, con el propósito de que cumplan con su objetivo y se consiga darles sostenibilidad para lograr que sean transexenales.

    Un primer caso es el de la pensión universal para adultos mayores, enfocado, en una primera etapa, en las personas de 68 de edad hacia arriba, recientemente modificado reduciendo la edad a 65 años, como único requisito para ser beneficiario de un apoyo económico que ronda los 1,650 pesos mensuales, sin importar la situación económica de los favorecidos.

    Es decir, dado el carácter de universal del programa, reciben exactamente lo mismo una persona que obtenga 60 mil pesos de ingresos mensuales, que quien cuenta con una mensualidad de 5 mil pesos, y justo en esa circunstancia, es donde tienen que darse ajustes, destinando la mesada a los adultos mayores con un ingreso no mayor de tres salarios mínimos mensuales, es decir, 12 mil 923 pesos en el interior del país y 19 mil 461 pesos en la franja fronteriza norte.

    Con tal ajuste se contaría con una asidera para darle sostén al programa, y de paso, el resto de los recursos que ahora se gastan por la universalidad, bien podrían dirigirse al sistema de salud pública, lo que de alguna manera, también significaría un apoyo para los adultos mayores y la población en general.

    Al programa de bienestar para los adultos mayores, actualmente se le asigna una anualidad de 152 mil millones de pesos; para el próximo ejercicio subirá a 240 mil millones de pesos y así seguirá incrementándose en función del crecimiento natural del padrón de beneficiarios y de la promesa presidencial de elevar la pensión mensual referida a 3 mil pesos mensuales en el 2024.

    Si el empecinamiento del Presidente de la República presenta alguna rendija para la rectificación de sus programas, también tendría que metérsele mano al llamado Jóvenes Sembrando Futuro, el cual, ya fue pervertido por mediadores y empresarios vivales que le encontraron la forma de contar con mano de obra gratuita y sin cumplir el objetivo de cultivar entre los jóvenes becados, la enseñanza de alguna actividad laboral.

    Los que idearon este programa se olvidaron que el sistema educativo cuenta con centros de enseñanza técnica de oficios, los llamados Centros de Capacitación para el Trabajo Industrial (CECATI) con 201 planteles a lo largo de todo el país, y 31 Institutos de Capacitación para el Trabajo, en los cuales se manejan más de 20 especialidades, a todo lo cual, se le suman los Institutos de Capacitación para el Trabajo, de carácter estatal.

    Desde mi silvestre opinión, a dichos espacios de preparación laboral técnica, deben ser destinados los becarios del programa que pretende desarrollar laboralmente a los llamados “ninis”, con la ventaja de poder ejercer un control más efectivo de los recursos que se destinan para ello, al contar con listas de asistencia y evaluciones de desempeño.

    A mitad del camino es pertinente reflexionar sobre el trecho andado, para tomar con mayor visión el que falta por recorrer, para en su caso, replantearse el rumbo, lo cual, da la posibilidad real de trascender ¡Buenos días!

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