Afortunados en la pandemia

ÉTHOS
29/01/2022 04:18
    El texto del evangelio de Mateo (25,31-46), llamado del juicio final, es ampliamente conocido. En él, Jesús afirmó que serían dichosas o bienaventuradas las personas que hicieran obras de misericordia, como dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo y visitar al enfermo.

    El texto del evangelio de Mateo (25,31-46), llamado del juicio final, es ampliamente conocido. En él, Jesús afirmó que serían dichosas o bienaventuradas las personas que hicieran obras de misericordia, como dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo y visitar al enfermo.

    En este tiempo de pandemia, Alejandro Ortiz, Maestro en Teología y Mundo Contemporáneo por la Universidad Iberoamericana, escribió el texto que a continuación reproducimos, levemente enriquecido por el Secretario de la Conferencia Episcopal Mexicana y obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Monterrey, Alfonso G. Miranda Guardiola:

    “Vengan, benditos y benditas de mi Padre; hereden el Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo, porque me dio Covid y me cuidaron, me hospitalicé por el virus y ustedes, aun sin los medios mínimos, me cuidaron y me trataron con ternura, tuve miedo y me dieron esperanza y paz, me confiné y nunca dejaron de llamarme, estuve solo pero jamás me sentí abandonado.

    “Porque en mi aflicción me buscaron, me mandaron mensajes, rezaron por mí. Cuando perdí un ser querido, ofrecieron una oración, o una misa por mí. Cuando tuve hambre, compartieron su comida, su despensa. Cuando me quedé sin trabajo, me compartieron lo suyo y compraron lo que les vendía.

    “Vengan conmigo porque hablaron con mis familiares cuando estuve en el hospital, porque tuvieron paciencia ante mis incertidumbres, miedos y angustias, porque cuando más deprimido estaba, no se cansaron de escucharme y animarme, porque por mi edad avanzada no podía salir, velaron por mí, y vinieron a verme.

    “Gracias doctores/as, enfermeras/os, docentes, amigos/as, familiares, vecinos/as, hijos/as, padres y madres, y desconocidos por su testimonio y su valor. Vengan, siéntense conmigo para festejar la vida y la salud de todos y de todas”.

    ¿Me identifico con estas bienaventuranzas?