Antropología del perdedor

ÉTHOS
31/05/2023 04:17
    rfonseca@noroeste.com / rodifo54@hotmail.com
    ¿A quién no se le dificulta soportar el escarnio cuando los demás lo tildan de perdedor, fracasado e incompetente? Se nos ha repetido hasta el cansancio que perder es vergonzoso, en lugar de comprender que la derrota nos capacita para foguearnos en la lucha y esculpir vigorosamente nuestra personalidad.

    ¿A quién le gusta perder? La respuesta es obvia. Desde niños se nos educa para ganar y nos avergüenza reconocer nuestras derrotas. Cierto, no todos somos ventajistas para tratar de ganar siempre, pero se requiere grandeza de espíritu para asimilar las derrotas y obtener la suficiente sabiduría que permita crecer en humildad.

    ¿A quién no se le dificulta soportar el escarnio cuando los demás lo tildan de perdedor, fracasado e incompetente? Se nos ha repetido hasta el cansancio que perder es vergonzoso, en lugar de comprender que la derrota nos capacita para foguearnos en la lucha y esculpir vigorosamente nuestra personalidad.

    Conviene recordar una frase atribuida al director de cine italiano, Pier Paolo Pasolini: “Pienso que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota. En manejarse en ella. En la humanidad que de ella emerge. En construir una identidad capaz de advertir una comunidad de destino, en la que se pueda fracasar y volver a empezar sin que el valor y la dignidad se vean afectados.

    “En no ser un trepador social, en no pasar sobre el cuerpo de los otros para llegar el primero. Ante este mundo de ganadores vulgares y deshonestos, de prevaricadores falsos y oportunistas, de gente importante, que ocupa el poder, que escamotea el presente, ni qué decir el futuro, de todos los neuróticos del éxito, del figurar, del llegar a ser.

    “Ante esta antropología del ganador de lejos prefiero al que pierde. Es un ejercicio que me parece bueno y que me reconcilia conmigo mismo. Soy un hombre que prefiere perder más que ganar con maneras injustas y crueles. Grave culpa mía, lo sé. Lo mejor es que tengo la insolencia de defender esta culpa, y considerarla casi una virtud”.

    ¿Asimilo con sabiduría mis derrotas?