Estamos convencidos que este país en la actualidad viene afianzando su despegue económico, si se sigue por ese camino, más temprano que tarde se va a dar el salto cualitativo, consolidando una economía en bien de los ciudadanos, de eso no hay duda.

    Cuando se piensa en las potencialidades económicas de México, se confirma que los penosos rezagos sociales que prevalecen en la sociedad son consecuencia de los ineptos gobiernos que se han padecido, caracterizados por la corrupción apabullante en sus prácticas de gobierno. Ese nefasto periodo se prolongó por largos 36 años (de 1988 a 2018), y se le conoce como periodo neoliberal. En ese tiempo se llevó a cabo el más grande saqueo de los intereses nacionales.

    En ese periodo que señalamos, esta nación ocupó el primer lugar en desigualdad en el mundo. La riqueza sólo se concentró en una minoría de supermillonarios, que aparecían en la revista Forbes, entre los más ricos del orbe, mientras millones vivían en los umbrales de la pobreza. La nación y sus recursos fueron a parar a manos de esa oligarquía. Por eso, insistimos que desde el 2018 se dio un golpe de timón y se comenzó a gobernar el país con un nuevo criterio: sus potencialidades económicas deben ponerse al servicio de su pueblo y de los que, con su esfuerzo honesto, logran desarrollar sus empresas, creando empleos y prosperidad.

    Estamos convencidos que este país en la actualidad viene afianzando su despegue económico, si se sigue por ese camino, más temprano que tarde se va a dar el salto cualitativo, consolidando una economía en bien de los ciudadanos, de eso no hay duda. Si se logra consolidar el rumbo se va a salir del atraso y se va a superar la terrible desigualdad que persiste. Es un imperativo superar esa lacerante realidad de pobreza, que atosiga a las capas sociales más desprotegidas. Continuar con un buen gobierno es esencial para reconstruir una nación que fue dañada gravemente por los gobiernos pasados.

    Claro que, a toda acción transformadora sigue una reacción conservadora. El cambio se abre paso, a pesar de las intensas campañas mediáticas que, con base en falsedades, esparce la derecha, sin parar de difamar y mentir con exagerados sofismas. Campañas ofensivas se están multiplicando en los medios impresos y electrónicos, con propósitos perversos de falsear la verdad de lo que realmente viene sucediendo en el País, éstas arrecian sobre todo en periodos de cercanía de elecciones, como en el presente año.

    Por fortuna, los ciudadanos están muy despiertos y esas campañas permanentes en los medios no hacen mella en la conciencia ciudadana; por el contrario, los ciudadanos las desdeñan sin miramientos.

    En el seno de la sociedad los ciudadanos tienen clara conciencia de lo que les conviene y lo que no lo rechazan de manera rotunda, sin ninguna duda; eso da certidumbre para confiar en los cambios del presente, los cuales cuentan con el consenso de la sociedad, que los hace suyos con entusiasmo. Hay plena confianza en el respaldo del pueblo a los cambios verdaderos, porque ha comprendido que beneficia a sus intereses y su aspiración de lograr una vida mejor. El Gobierno claramente busca terminar con las abismales desigualdades. En eso estriba la razón del apoyo popular que tiene y que tirios y troyanos reconocen.

    Por eso afirmamos que la ciudadanía tiene mucha claridad sobre el futuro de este país. Y no titubea en defender a sus verdaderos líderes, y no a los demagogos que han mostrado, a través del tiempo, ser unos reverendos corruptos y entreguistas por si algo hiciera falta.

    Los ciudadanos tienen memoria y por más sofismas que difundan los conservadores no tienen eco, porque en el pasado, cuando estuvieron en el poder, hicieron los peores gobiernos, plenos de corrupción, de patrimonialismo, de autoritarismo; eso los marcó para siempre.

    Para remachar la triste historia de esos partidos que presumían de nacionalistas, ahora se aliaron al partido más derechista de este país, el cual desde su fundación se ha puesto sistemáticamente en contra de todo lo que beneficie a los humildes, los ejemplos sobran desde el cardenismo hasta la actualidad. Esta política ha ido históricamente en contra de los obreros y campesinos y, ahora, hasta partidos que tuvieron en otro tiempo cierto matiz progresista se coaligan y van a la cola del tren de la derecha. Los partidos coligados contra el actual partido en el gobierno dieron un salto a la derecha sin matices.

    Lo que siempre afirmamos: los ciudadanos tienen claro quiénes son sus aliados y quiénes son sus verdugos, así de sencillo; por eso marchan seguros, sin titubeos, por el camino de la regeneración nacional, para alcanzar sus objetivos más temprano que tarde.

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