Ayuno espiritual

ÉTHOS
18/11/2025 04:00
    El filósofo surcoreano Byung-Chul Han señala que en la sociedad de consumo se prolonga la obligación de rendimiento y optimización modificando hasta las horas de sueño.

    “La inactividad en cuanto tal es un ayuno espiritual”, afirmó el filósofo surcoreano Byung-Chul Han. Especificó que la inactividad tiene un papel esencial en las prácticas rituales, ya que se eleva a un plano superior a la vida misma: “El ayuno y el ascetismo se disocian terminantemente de la vida como supervivencia, de la urgencia y la necesidad de la pura vida. Constituyen formas de lujo. Ello les confiere su carácter festivo. Es el reposo contemplativo lo que los destaca”.

    Chul Han subrayó: “El ayuno ritual renueva la vida al reactivar los sentidos. Le devuelve a la vida su vivacidad, su esplendor. Cuando se practica por mandato de la salud, en cambio, el ayuno se pone al servicio de la supervivencia. Con lo cual pierde la dimensión contemplativa, festiva”.

    Agregó que, en la sociedad de consumo, se prolonga la obligación de rendimiento y optimización modificando hasta las horas de sueño: “Es posible que el ser humano se deshaga en el futuro tanto del dormir como del sueño, puesto que ya no le parecerán eficientes”.

    Para reforzar su postura, Chul Han se remitió al inicio de la obra: “En busca del tiempo perdido”, de Marcel Proust, donde el escritor galo dijo: “Mucho tiempo he estado acostándome temprano (en francés, bonne heure, a la hora de la dicha), hora más verídica en que mis ojos se cerraron a las cosas exteriores”.

    El filósofo surcoreano precisó: “El dormir y el sueño son sedes privilegiadas de la verdad. Suspenden las separaciones y los límites que gobiernan el estado de vigilia... La actividad y la acción son ciegas a la verdad. Sólo tocan la superficie de las cosas... Solo en la inactividad divisamos la verdad. La persona que está soñando se sumerge en los estratos más profundos del ser”.