El diccionario de la Real Academia Española define la ideología como: “Conjunto de ideas que caracterizan a una persona, escuela, colectividad, movimiento cultural, religioso, político, etc.” Así, se puede decir, por ejemplo, que uno es socialista, anarquista, liberal o conservador.
El escritor vasco, Anjel Lertxundi, señaló: “Todas las ideologías parten de unos elementos buenos, pero también contienen gérmenes nocivos que si se llevan al extremo se vuelven dañinos. Uno escucha que el socialismo se basa en la idea de compartir y piensa que eso es una cosa hermosa, que en manos de los soviéticos se convirtió en un horror. Lo mismo sucede con el nacionalismo. Es bonito sentir que uno tiene unas raíces, pero si haces de ello un absoluto te lleva al totalitarismo”.
El término ideología fue acuñado en 1801 por el filósofo Antoine-Louis-Claude Destutt, marqués de Tracy, con el significado de ciencia de las ideas o facultad de pensar. El primero en utilizar despectivamente esta palabra fue Napoleón, al calificar de ideólogos a quien se oponían a su manera de hacer política.
Con el análisis de Marx se catalogó a la ideología como la “falsa conciencia” de las clases dominantes, quienes mantienen el orden establecido mediante esas ideas para enmascarar sus intereses particulares.
Por eso, es comprensible que el escritor español Arturo Pérez-Reverte afirmara: “Yo no tengo ideología. Tengo biblioteca. Una ideología sin biblioteca es muy peligrosa. Una ideología sin lucidez crítica también es muy peligrosa. El problema que hay en nuestro país es que se profesan ideologías basadas en argumentos simples, no en razonamientos complejos. La ideología del español no es intelectual, es visceral. Una ideología que no se sostiene en libros es peligrosa, insisto. No admite el diálogo... Son los fanatismos, los totalitarismos”.
¿Soy intelectual o visceral? ¿Consulto y frecuento bibliotecas?