Calderón: el trauma de AMLO

    Diga lo que diga, López Obrador no ha podido derrotar a Felipe Calderón. De ahí parte su odio histórico contra FCH, más allá de ideologías. Su trauma personal persiste hasta nuestros días y por ello, a la menor provocación, insulta a Calderón bajo un tufo de odio que, sin duda, afecta más la imagen del tabasqueño que del propio Calderón.

    Un chapuzón, el domingo pasado, revivió los viejos traumas de López Obrador:

    Feliz por su triunfo en la Fórmula 1 de Mónaco, Sergio “Checo” Pérez invitó al ex Presidente Felipe Calderón a celebrar juntos, y de excelente humor, abrazados, sonrientes, se dieron un chapuzón en la alberca. “A Calderón tenemos mucho que agradecerle”, reconoció el Diputado federal de Morena, Antonio Pérez Garibay, padre del “Checo”, en entrevista radiofónica con Carlos Loret de Mola.

    Calderón festejado, reconocido, apapachado... ¡y que se encienden los fanáticos de AMLO!

    Esa misma tarde, por ejemplo, Jenaro Villamil, una de las mascotas de AMLO (así las bautizó públicamente el propio López Obrador sin que ninguna o ninguno protestara por el apodo), subió en su cuenta de TW el video del chapuzón bajo el título de “Sin palabras”, mostrando su evidente coraje por el festejo entre Checo Pérez y Calderón.

    Otra mascota, de nombre Jorge Gómez Naredo, resentido manifiesto por la misma razón que Villamil, criticó a Calderón por... ¡traer sus iniciales bordadas en la bolsa de su camisa azul! De carcajada el berrinche del tal Naredo a quien, ante la frustración de la fanaticada obradorista por la celebración Checo-FCH, solamente se le ocurrió mostrar su muina con algo tan trivial.

    Y al día siguiente -era de esperarse-, López Obrador arremetió contra Felipe Calderón desde Palacio Nacional. El odio de sus fanáticos, como la humedad, se trasminó. Y AMLO la agarró contra su bestia negra: Calderón, insistiendo en una frase trillada y gastada: “No somos lo mismo”, criticando la actuación del ex Mandatario ante la violencia. “Cretinos conservadores”, citó AMLO descompuesto, fuera de control, bajo lamentable berrinche. Y todo por un chapuzón.

    ¿Por qué odia López Obrador a Felipe Calderón?

    Por una razón de peso, histórica e innegable:

    Porque nunca ha podido con él. Jamás ha podido ganarle.

    ***

    Durante el trienio 1996-1999, tanto Calderón como López Obrador eran presidentes de sus respectivos partidos: PAN y PRD. Durante sus encuentros como partidos opositores -el panismo en la puerta de la Presidencia de la República y el perredismo enquistado con el entonces DF con Cuauhtémoc Cárdenas en la jefatura de Gobierno-, ambos sostuvieron diversos debates públicos y privados, y en ninguno AMLO pudo imponer sus propuestas por encima de Calderón.

    “Un tipo muy raro ese Andrés Manuel”, deslizaba Calderón luego de reunirse con el tabasqueño quien, desde entonces, comenzó a tomarle tirria al entonces panista. Como líderes de los principales partidos opositores de México, en ningún pasaje AMLO pudo con Calderón.

    Pero el detonante mayor de lo que luego derivó en un odio profundo de AMLO contra Calderón -aunque lo niegue en público, López Obrador es un personaje resentido con la vida, acomplejado por su falta de nivel intelectual y que recurre al odio como estrategia política para alimentar rencores populares y utilizarlos como discurso en contra de sus enemigos-, fue la derrota en la elección presidencial del 2006.

    Sí: hasta hoy, AMLO y sus voceros oficiales y oficiosos siguen explotando la patraña del “fraude electoral” del 2006 sin aportar pruebas contundentes. Tan sólo traen el discurso gastado del supuesto fraude, pero cuando les piden pruebas de las cuales carecen, entonces recurren a la ofensa, al resentimiento... y al odio.

    Aún más:

    Confiado al extremo de que en 2006 ganaría la Presidencia, cegado por su ambición política y negado a cualquier posibilidad de derrota, López Obrador, sin embargo, sabía perfectamente en su interior que esa elección se había cerrado. De hecho, la ventaja que llegó a tener de 15 puntos sobre Calderón en febrero de ese año, había disminuido hasta 10 puntos por tres factores fundamentales: la soberbia pública de AMLO (sus ataques contra el Presidente Fox y no haber asistido al primer debate presidencial), la posibilidad de que su triunfo provocara crisis económica y política (hoy, en la praxis, así las estamos sufriendo), y sus posturas radicales que vaticinaban un desastre para el país (¿alguien duda de ellas?).

    Sin embargo, ¿cuál fue el momento en el que López Obrador se traumó de por vida ante Felipe Calderón? ¿Cuál fue la escena clave que provocó un quiebre emocional en AMLO del cual, hasta la fecha, no se repone ni se podrá reponer jamás?

    El siguiente momento:

    En su valioso y revelador libro 2 de Julio, Carlos Tello (pg. 160), hace una revelación fundamental para entender la actual conducta traumatizada de AMLO:

    Ana Cristina Covarrubias, la encuestadora personal de Andrés Manuel López Obrador y que gozaba de todas sus confianzas, asegura: “A la una de la mañana, yo directamente se lo dije al licenciado López Obrador. Andrés Manuel iba 1.3 puntos debajo de Calderón...”. Hasta aquí, la cita en el libro de Tello.

    López Obrador se negó a escuchar a Covarrubias sobre la realidad que le presentaba: iba perdiendo la elección presidencial frente a Felipe Calderón. Se bloqueó.

    Esa misma noche -sin ningún sustento ni prueba sólida-, AMLO declaró que iba arriba “por 10 puntos”. Así comenzó a construir la narrativa de un fraude nunca comprobado. Se desquició. Se perdió. Y luego, vino la locura:

    Durante los días, semanas y meses subsecuentes aseguraba primero que le habían hecho fraude “con algoritmo”; después, que en el IFE ocultaron casillas para no contarlas; luego, que había sido “a la antigüita”, sin jamás comprobar absolutamente ningún fraude. Su defensa se basó más en arengas políticas, toma de Paseo de la Reforma y autoproclamarse “Presidente legítimo” en el Zócalo, en lugar de comprobar de manera seria y científica que, efectivamente, le habían hecho un fraude, cuyos saldos políticos AMLO sigue explotando hasta nuestros días.

    Como le advirtió Covarrubias ya de madrugada del lunes 3 de julio, AMLO iba debajo de Felipe Calderón. Ese justo momento -ir perdiendo la elección-, le causó un shock emocional a AMLO porque era un escenario improbable para él: perder la elección presidencial, como finalmente ocurrió. Fue un quiebre mental que le perdura hasta hoy y del cual sigue sacando raja política.

    Un trauma del cual jamás sanará López Obrador.

    ***

    Diga lo que diga, López Obrador no ha podido derrotar a Felipe Calderón. De ahí parte su odio histórico contra FCH, más allá de ideologías. Su trauma personal persiste hasta nuestros días y por ello, a la menor provocación, insulta a Calderón bajo un tufo de odio que, sin duda, afecta más la imagen del tabasqueño que del propio Calderón.

    2006 lo marcó.

    2006 lo traumó.

    2006 lo enloqueció.

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