"Cámara Mexicana (anteriormente Nacional) de la Industria de la Construcción"
Mario Arturo Huerta Sánchez
(Parte 3)
Febrero de 1967
Asistí como Delegado a la VII Mesa Redonda de la Cámara, en la Ciudad de Mérida, encabezada por la presidente Rovirosa, celebrada para resolver diversos aspectos relativos al buen funcionamiento de la Cámara en provincia.
Los organizadores dedicaron un día para la visita a Chichén-Itzá, ciudad arqueológica a 120 kilómetros al sureste de Mérida, en la que admiramos la pirámide llamada El Castillo, la cual tiene 60 metros en base por lado y 24 metros de altura. Tiene nueve cuerpos escalonados y cuatro escalinatas (una hacia cada rumbo) que conducen al templo situado en la parte superior, que consta de un pórtico, una galería perimetral y un santuario.
Yo fui uno de los decididos del grupo a escalar los 91 escalones, ya que presumí que había subido a la Pirámide del Sol en Teotihuacán, en el Estado de México, que tiene 63 metros de altura, poco más de dos y media veces más alta que la del Castillo.
También visitamos el Templo de los Guerreros, El Caracol de torre circular con pequeñas aberturas que miran a los cuatro puntos cardinales y que utilizaban para observaciones astronómicas; el grupo de las mil columnas, la plataforma de Venus, el Juego de Pelota (168 c 70 metros), el Cenote de los Sacrificios y el Osario. En fin fue un día memorable por todo lo que aprendimos y disfrutamos. Lamentablemente al día siguiente nos perdimos la visita a Uxmal que hicieron nuestras esposas, porque fue día de trabajo para nosotros. Después de la clausura nos dirigimos al bar del hotel, en donde me esperaba un piano que toqué por un buen rato antes de movilizarnos al comedor.
Durante la cena, el ingeniero Crescencio Ballesteros, consejero de la Cámara y también presidente de la Compañía Mexicana de Aviación, nos invitó a mi esposa Vira y a mí a acompañarlos a Jamaica, aunque no pudimos aceptar su invitación, sin embargo aproveché la oportunidad para invitarlo a venir a Mazatlán, ya que previamente le había pedido que construyera un Hotel Camino Real, (cadena de la que también era presidente) en Mazatlán.
Al siguiente mes ya estaba en Mazatlán en donde le mostré el lote Punta Sábalo que me había encargado vender. Don Luis Ossio y Torres Rivas, quien era de los dueños del Hotel del Prado en la Ciudad de México y presidente de la Asociación Nacional de Hoteles y que al morir, quedó en manos de su señora esposa Doña Victoria.
El lote le encantó a Crescencio y más le gustó cuando le dije quién era la dueña, ya que mostró gran satisfacción cuando me confió que él le había prestado dinero a la señora Victoria a través de su hijo, quien era compañero de escuela de un hijo de ella, por lo cual lo dejé en libertad que tratara con ella, renunciando yo a la comisión que ella me había ofrecido, pero logrando para Mazatlán la construcción de un hotel de la prestigiada cadena ligada a la Compañía Mexicana de Aviación, lo cual influyó en el auge turístico de Mazatlán en el inicio de la década de los 70.
Por lo antes expuesto me considero el causante de que se haya construido ese hotel que por circunstancias del destino fue vendido a una empresa de un sinaloense emparentado con mi esposa Vira. Ahora ese hotel se llama El Faro.
Abril de 1967
Durante el mes se celebró el Congreso Industrial de Sinaloa en Mazatlán en el que fui designado Relator de la Mesa de la “Industria de la Construcción” en la que se discutieron muy interesantes ponencias.
Diciembre 1967
Se celebró la VIII Mesa Redonda de la CNIC en Guaymas, Sonora, presidida por el nuevo presidente de la Cámara, ingeniero Jorge Betancourt, electo el mes de abril para el período 1967-1969. Asistimos todos los presidentes de las delegaciones y oficinas de todo el país, con diversas ponencias de mucho interés. Nos acompañó el señor César Gándara, Presidente Municipal de Hermosillo y propietario del hotel en que nos hospedamos
Un día fue dedicado a visitar el Puerto de San Carlos, el cual quedamos impresionados por la maravillosa obra realizada al construir un centro turístico de primer orden. La población estaba formada por ciudadanos norteamericanos que disfrutaban de la pesca, golf, tenis, caza de palomas y patos. Fue una magnífica experiencia, novedosa para todos.
Al concluir el evento pregunté si alguno de los presente iban a viajar a Nogales ya que mi esposa Vira y mis hijos habían ido a Nogales por tren, en donde me esperarían en casa de su primo Rodolfo Sánchez Castro y su esposa Beatriz Gaxiola, Chapito era el representante del Gobierno del Estado de Sinaloa para atender las exportaciones que hacían los horticultores de la CAADES de Sinaloa. De inmediato respondió el ingeniero Roberto Gamboa Mascareñas, presidente de la CMIC en Ciudad Juárez que él iba a volar en su avioneta hacia esa ciudad y que podía llevarme a Nogales. Así quedamos de acuerdo en salir del hotel a las 8:00 A.M. no podía faltar la ya acostumbrada tocada, en el piano de cola que estaba en el comedor, en donde tuve el gusto de acompañar al Presidente Municipal Gándara algunas canciones en las que lució buena voz.
Antes de las 8 de la mañana llamé al cuarto de Roberto Gamboa pero nadie contestó. Me fui al comedor y tampoco estaba ahí, por lo que fui a recepción en donde me aseguraron que no había checado salida. Preocupado regresé a mi cuarto en el momento que empezaba a sonar el teléfono. Era mi amigo que me dijo que en 15 minutos nos veríamos en el lobby del hotel.
Salimos hacia el aeropuerto y después de recoger el plan de vuelo, subimos a la avioneta Cessna de cuatro plazas. Una vez que nos acomodamos en los asientos, él de piloto y yo de copiloto despegamos sin ningún contratiempo.
Ya en el aire, Roberto me preguntó si yo sabía pilotear, a lo que traté de contestarle con un relato que inició diciéndole que aprendí a volar en la ciudad de México en 1944, pero me interrumpió para darme instrucciones de cómo debía yo continuar el vuelo ya que él se iba a dormir porque no había cerrado los ojos en toda la noche.
Me indicó altitud, velocidad, rumbo y en el plano me señaló un punto en donde debía virar 30 grados hacia el oriente y finalmente señaló otro punto en donde debía respetarlo para luego aterrizar en Nogales, Sonora. Al terminar sus indicaciones, se recostó cómodamente en su asiento y en un momento empezaron los ronquidos.
Mientras tanto, yo me trasladé al año 1944, cuando recién iniciadas las clases en la Escuela de Ingeniería de la UNAM mi amigo y compañero de clase Alejandro León de la Barra del Río (hijo del ingeniero Agustín León de la Barra, ex Gobernador de Distrito Rotario en Mazatlán y Anita del Río) me invitó a tomar clases para aprender a pilotear.
Las clases eran los domingos y el precio era de $ 40.00 la hora. Un domingo del mes de abril del 44, escogimos para iniciar las clases y Alejandro ya estaba volando durante el turno de 10 a 11 de la mañana, y yo lo seguí de 11 a 12.
El instructor utilizaba una avioneta Pipper de dos plazas que nos dejó muy bien impresionados por lo sencillo de su manejo. Lo que más gozamos fue el espectáculo maravilloso que podíamos admirar en un ángulo de 220 grados aproximadamente, la ciudad de México por un lado, los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl por el otro, las pirámides de Teotihuacán más lejos Xochimilco, el Ajusco, etc., etc.
Después de varias semanas nuestro instructor nos dejó despegar, volar y aterrizar “solos”, desde luego teniéndolo él a nuestro lado. Ni Alejandro ni yo gestionamos la licencia por razones obvias: “no teníamos una avioneta de nuestra propiedad”. Regresé al presente al distinguir a lo lejos al frente una capa espesa de nubes negras, cosa que alarmado me hizo despertar a Roberto, quien sin mostrar preocupación alguna, me dijo que me fuera por debajo de las nubes y se dio la media vuelta para seguir con su sinfonía de ronquidos. Al fin llegamos a Nogales sin problema.
Cuando poco tiempo después les platiqué a mis compañeros de Cámara mi aventura, alguno, no recuerdo quien, dijo que a Roberto le daban ataques epilépticos, de lo cual nunca pude comprobar su veracidad.
Viernes 22 de Marzo de 1968
Se llevó a cabo la Reunión Promotora de Financiamiento de la Vivienda de Interés Social a la que convocó el FOVI en la ciudad de Culiacán, Sinaloa.
La inauguración estuvo a cargo del licenciado Alfredo Valdés Montoya, Tesorero General del Estado de Sinaloa, con la representación del Gobernador Leopoldo Sánchez Celis. Asistieron los licenciados Marcelo Javelly y Enrique Creel de la Barra, Director de FOVI, el arquitecto Joaquín Martínez Domínguez (que días después le cambiaron el apellido de Domínguez por el de Chavarría, para evitar confusiones con el licenciado Guillermo y su hermano Alfonso Martínez Domínguez), Director del ISSSTE, el licenciado José Morales Rodríguez, de la Asociación de Banqueros, el doctor Jesús Velasco Coppel (mazatleco) Sub Director de Hipotecaria Bancomer, el ingeniero Alberto Franco Sarmiento del Centro Impulsor de la Habitación, autoridades locales de Culiacán y yo asistí con la representación del licenciado José Campillo Sáinz Presidente de la CONCAMIN, del ingeniero Jorge Betancourt Presidente de la CNIC, de la Cámara Nacional de Comercio de Mazatlán y en mi calidad de Presidente de la CNIC en Mazatlán. La Reunión estuvo muy concurrida ya que asistieron e todo el Estado, constructores, banqueros y personas relacionadas con el problema de la Vivienda.
Durante este evento presenté una ponencia titulada “Criterios de la CNIC ante el problema de la Vivienda Popular” que fue publicada y ampliamente comentada en primera plana del Excelsior del día Lunes 25 de Marzo de 1968.
En la ponencia se sugiere la modificación de formas tradicionales de construcción sin que las nuevas especificaciones perjudiquen ni el decoro ni la dignidad de la vivienda y en cambio permitan abatir los costos. También señalé la necesidad de una revisión de impuestos federales, estatales y municipales a fin de reglamentar una exención de impuestos para la vivienda popular. En el caso de los constructores, propuse aplicar su técnica y servicios a la construcción masiva de habitaciones populares, tendientes a reducir costos.
Sugerí que las instituciones de crédito modificaran los criterios para la selección de sujetos de crédito y pedí a las autoridades hacer reservas territoriales dentro de planos reguladores para prever el crecimiento y desarrollo de las ciudades.
El reportero Ramón Morones enviado de Excelsior escribíá: “Lo anterior es en términos generales, lo más sobresaliente del criterio que en la Reunión del Programa Financiero de Vivienda, que se efectuó aquí, sostuvo el ingeniero Mario A. Huerta, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción, oficina en Mazatlán”.
El encabezado del reportaje de Ramón Morones en primera plana fue: “Solicitan los Constructores Modificar los Reglamentos para Reducir Costos de Casas”.
Por la noche fue ofrecida una cena en los jardines del Motel Tres Ríos. Después de la cena el licenciado Alfredo nos invitó a tomar una copa en el Barde ese Motel en donde había un piano y algunos instrumentos musicales de un conjunto que ahí tocaba. No tardó mucho tiempo en que nos posesionáramos del estrado. Jesús Velasco tomó el contrabajo, el licenciado Morales Rodríguez la batería, el Arq. Martínez Domínguez las maracas, clave y bangó y yo el piano, pronto nos acoplamos y tocamos sin parar hasta las dos de la mañana, atendiendo las peticiones de melodías que nos hacía nuestro público que encabezaba el licenciado Valdés Montoya. Después de despedirnos, mi buen amigo y colaborador del Gobernador Sánchez Celis, Germán Gil Macías se ofreció a llevarme al Motel San Luis en el que yo me alojé. En el trayecto, Germán me hizo saber que el licenciado Valdés se estaba preparando para contender por la Gubernatura de Sinaloa y que deseaba que yo lo apoyara y promoviera en Mazatlán, cosa que hice con los buenos resultados que ya conocemos.
Con motivo del cambio del Consejo Directivo de la Delegación Jalisco de la CNIC, un grupo de Consejeros del Consejo Nacional encabezado por su presidente ingeniero Jorge Betancourt viajamos a la ciudad de Guadalajara para asistir al acto solemne de toma de protesta del nuevo Consejo presidido por el arquitecto Aldo Córdova Fermani, de manos del presidente saliente, mi buen amigo ingeniero Jaime de Obeso Orendáin.
El Consejo Nacional, acompañando al ingeniero Jorge Betancourt asistimos el ingeniero Salvador Romero, Vicepresidente, el arquitecto Leónides Guadarrama, Sub Director de Relaciones y el suscrito, Consejero.
Atendiendo a una invitación que hizo el Alcalde de la ciudad de Monterrey N.L., ingeniero César Lazo Hinojosa a la CNIC por conducto de la Delegación de Nuevo León, nos trasladamos a esa ciudad el Presidente de la Cámara Nacional ingeniero Jorge Betancourt, el Vicepresidente ingeniero Salvador Romero, el arquitecto Leónides Guadarrama Subdirector de Relaciones, el C.P. Salvador Rojas y el suscrito, Consejeros.