Cambio de oleaje

    No todas las promesas se cumplen, ni todos se comprometen hasta el fin por cumplir lo prometido.los cambios de oleaje, ciclones y tormentas son necesarios para saber apreciar los días en calma. Además, es sabido que no existe ningún buen capitán que se haya forjado en mares silentes. Los avezados timoneles se forjan en el duro combate que les presentan las olas.

    Navegar con un mar en calma constituye un placer y una delicia, aún para las personas que temen al mar o el adentrarse en sus profundidades. Sin embargo, cuando el mar se revuelve y encrespa, como si quisiera arrojar algo que indigestó su estómago, el panorama se torna frío, oscuro y tenebroso. Incluso, los apóstoles se mostraron temerosos ante el bamboleo de la barca cuando atravesaban el lago, a pesar de que Jesús estaba con ellos: “Lo despertaron diciendo: ‘Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?’” (Mc 4,38).

    Sin embargo, los cambios de oleaje, ciclones y tormentas son necesarios para saber apreciar los días en calma. Además, es sabido que no existe ningún buen capitán que se haya forjado en mares silentes. Los avezados timoneles se forjan en el duro combate que les presentan las olas.

    Ésta es la lección que ofrece Joan Didion en su libro El año del pensamiento mágico, donde narra la terrible experiencia que vivió el 31 de diciembre de 2003, cuando su marido y ella se disponían a cenar, después de visitar a su hija, Quintana, que estaba hospitalizada y permanecía en coma. Mientras terminaba los preparativos de la cena, dialogaba con su marido hasta que éste ya no respondió, pues fue víctima de un ataque cardíaco. Solicitó el auxilio de emergencias, arribaron rápido los paramédicos, pero el daño estaba hecho

    A un año del fallecimiento de John, comprendió que no debía cargar con su recuerdo, que era preciso dejarlo descansar. Sí, porque muchas veces nosotros también continuamos cargando con nuestras pérdidas, pleitos, problemas, dificultades y malestares.

    Joan siguió teniendo muy presente el consejo que le repetía su marido: “Tienes que sentir cómo cambia el oleaje. Tienes que ajustarte al cambio”.

    ¿Desdeño la enseñanza del oleaje? ¿Me resisto al cambio?

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    rfonseca@noroeste.com

    rodifo54@hotmail.com

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