Caminar no es ejercicio, pero es mejor que nada

06/02/2022 04:15
    En nuestro país le entramos duro a las garnachas y a la coca cola, pero la desigualdad educativa y socioeconómica también influyen para que haya aún más obesidad. Entre más bajo sea el nivel educativo y socioeconómico de una persona, más riesgo existe de padecer obesidad.

    El filósofo chino Lao Tse dijo que “un viaje de mil millas comienza con el primer paso”. Se estima que una persona promedio camina entre 3,000 y 6,000 pasos diarios, ya sea para desplazarse al trabajo, sacar a pasear al perro, o para ir de compras. No obstante, una persona que recorre menos de 5,000 pasos al día se considera sedentaria y aquella que se desplaza más de 10,000 pasos se considera activa.

    Muchas personas se encuentran en un estado de autocomplacencia por el hecho de caminar un número concreto de pasos. Eso está muy bien, pero solo indica que se mueven. No es poco, pero es insuficiente.

    Un estudio publicado en The Lancet encontró que la mínima cantidad de actividad física para incrementar la longevidad es de 150 minutos por semana.

    La investigación también mostró que ciertas actividades diarias, tal como limpiar el cuarto o ir al trabajo en bicicleta, son beneficiosos para la vida. Este grupo de investigadores registró los hábitos de ejercicio y el estado de salud de 140,000 personas de 35-70 años. Después de 9 años, volvieron a registrar los mismos parámetros a este grupo de personas y determinaron sus riesgos de salud.

    Los resultados arrojaron que aquellas personas que se ejercitaban al menos 150 minutos a la semana tenían un 28 por ciento menos de riesgo de muerte y 20 por ciento menos de probabilidad de sufrir un infarto cardiaco. Asimismo, los individuos mas dedicados (más de 750 minutos a la semana) gozaban un 20 por ciento menos adicional de riesgo de muerte.

    Los autores afirman que no importa el tipo de actividad física que realizas. Tanto caminar, como ir al crossfit, o trabajar de media cuchara, pueden incrementar tu periodo de vida mientras alcances esos 150 minutos.

    A nivel mundial, México ocupa el poco honroso primer lugar en obesidad infantil y el segundo lugar en obesidad adulta. Aún más triste, se proyecta que el 39 por ciento de los adultos en México serán obesos para el año 2030.

    En nuestro país le entramos duro a las garnachas y a la coca cola, pero la desigualdad educativa y socioeconómica también influyen para que haya aún más obesidad. Entre más bajo sea el nivel educativo y socioeconómico de una persona, más riesgo existe de padecer obesidad. No sólo la falta de información sobre una dieta adecuada impide comer sano, sino que además, la falta de recursos económicos repercute sobre la capacidad para adquirir alimentos nutritivos.

    Resulta imperativo atender el entorno socioeconómico para romper con el ciclo de desigualdad social y obesidad. La obesidad genera altas pérdidas económicas y reduce la competitividad del país; esto se refleja en mayores costos al erario público para tratar enfermedades asociadas, menor productividad laboral, y mayores gastos para la población y pérdida de calidad de vida.

    Se han aplicado diversas políticas públicas para revertir la epidemia de sobrepeso y obesidad, tal como el impuesto a alimentos potencialmente no saludables. En México, se grava un 8 por ciento a los alimentos no básicos con alta densidad calórica, es decir, que 100 gramos de producto contengan mas de 275 calorías.

    Otra estrategia fue la regulación de publicidad en medios para reducir la exposición infantil a alimentos pocos saludables y bebidas azucaradas. En México, esta restricción de publicidad se limita a productos con ciertas características, en horario de 14:30 a 19:30 de lunes a viernes y de 7:00 a 19:30 los fines de semana, así como en películas de clasificación A y AA. Se permite la publicidad durante la transmisión de deportes, novelas, noticieros y series no consideradas aptas para menores de edad, así como películas fuera de esta clasificación.

    Sin embargo, a pesar de éstas y otras políticas mas, no dejamos de hacerle un nuevo hoyo al cinturón con cada año que pasa.

    Es necesaria la cooperación del gobierno, asociaciones, industria, ciudadanía, e individuo, para mejorar el estado de salud en México.