Caridad intelectual

    He de reconocer que no poseo los requerimientos distintivos; sin embargo, una fuerza interior me impulsa a seguir comunicándome con mis escasos lectores. Creo que el citar muchos autores no sea un obstáculo, sino una gran ventaja. Al menos, para mí, ha sido de gran ayuda buscar las obras y autores que citan los escritores consagrados, porque me permite ahondar en el tema abordado. A través de esa ruta he trabado contacto con otros muchos autores que para mí eran desconocidos. Si eso me ha servido de trampolín, creo que a otras personas puede serles también de provecho y ayuda.

    En más de una ocasión me han preguntado -y yo mismo me he cuestionado- sobre por qué y para qué escribo esta columna. ¿Acaso creo que mi estilo, redacción y pluma son lo bastante adecuados para ser publicados? Claro está que no. ¿Entonces?

    Por si esto fuera poco, otras personas me señalan que cito a demasiados autores, más que escribir mi propio pensamiento. Empero, si los cito no es para presumir su conocimiento, ni porque presuma de amplias lecturas. Es, simplemente, porque me han hecho reflexionar y motivado a escribir el tema del que nos ocupamos.

    He de reconocer que no poseo los requerimientos distintivos; sin embargo, una fuerza interior me impulsa a seguir comunicándome con mis escasos lectores. Creo que el citar muchos autores no sea un obstáculo, sino una gran ventaja. Al menos, para mí, ha sido de gran ayuda buscar las obras y autores que citan los escritores consagrados, porque me permite ahondar en el tema abordado. A través de esa ruta he trabado contacto con otros muchos autores que para mí eran desconocidos. Si eso me ha servido de trampolín, creo que a otras personas puede serles también de provecho y ayuda.

    En 1934, la filósofa María Zambrano publicó un ensayo en la Revista de Occidente, donde se preguntó: “habiendo un hablar, ¿por qué el escribir”. Y respondió: “Al escribir se retienen las palabras, se hacen propias, sujetas a ritmo, selladas por el dominio humano de quien así las maneja”.

    En otra ocasión, hablando de su maestro, José Ortega y Gasset, expresó: “Era una alegría, un regalo para sus lectores, el ver aparecer sus folletones, su firma bajo una columna. Leerle daba ganas de vivir. Su pensamiento era esperanza en ejercicio, caridad intelectual”. Esa es mi aspiración.

    ¿Escribo con caridad y claridad?

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!