La migración suele entenderse como una pérdida: pérdida de población, de identidad, de capital humano, de fuerza laboral. Pero también puede mirarse desde otro ángulo: como una oportunidad para reconectar con el mundo, tejer redes globales y, sobre todo, impulsar la circulación de talentos, un fenómeno que redefine nuestra comprensión de los efectos de la migración en el Siglo 21.
En los debates sobre migración, se privilegian como factores de expulsión, los factores “duros”: violencia, pobreza, desempleo, desastres naturales o persecución política. Estas condiciones, graves y apremiantes, obligan a millones a abandonar sus hogares. En México, particularmente en estados como Jalisco, Zacatecas, Guerrero, Chiapas o algunas regiones de Sinaloa, la inseguridad y la falta de oportunidades son causas visibles del éxodo.
Sin embargo, también existen factores “blandos” que empujan o atraen a las personas a migrar: el deseo de superación, de cursar estudios en el extranjero, o de integrarse a redes científicas, artísticas o empresariales una vez concluidos sus estudios profesionales o de posgrado.
Sinaloa es un caso interesante. Históricamente asociado a la producción agrícola y pesquera, hoy también es un semillero de jóvenes con formación técnica, científica y tecnológica. Mazatlán, Culiacán y Los Mochis albergan universidades e institutos que preparan profesionales en biotecnología, medicina, turismo, ingenierías y otras áreas. Muchos de estos egresados emigran no solo por necesidad -aunque también ocurre-, sino por ambición profesional: desean cursar un posgrado en Europa, colaborar con un laboratorio en Canadá o participar en el diseño de software en Silicon Valley.
Lejos de representar una fuga de cerebros, esta movilidad humana puede ser una fuente de riqueza para Sinaloa. Jóvenes sinaloenses participan en congresos internacionales, se especializan o trabajan en el extranjero. Cada experiencia fuera del país no es un cierre, sino una puerta que se abre para futuras colaboraciones, inversiones o retornos.
Según datos del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (Conahcyt), cada año más de 25 mil estudiantes mexicanos cursan estudios de posgrado en el extranjero. Aunque Sinaloa representa sólo una fracción de ese total, su presencia es creciente, lo que demuestra que el talento existe y que, cuando encuentra las condiciones adecuadas, trasciende fronteras.
Este es el tema de investigación de Grecia Paola Soto, alumna del Doctorado en Ciencias Sociales. Coincido con ella en que es momento de superar la narrativa de la “fuga de cerebros” (brain drain) y hablar, mejor, de “circulación de talentos” (brain circulation).
Muchos de esos migrantes altamente calificados fueron formados con becas del Gobierno mexicano: el país invirtió grandes sumas en su educación con la intención de aprovechar su capital humano aquí. Desde una visión tradicional, se considera que esta emigración representa una pérdida. Sin embargo, investigaciones recientes (en su mayoría centradas en India) demuestran que, en ese balance de inversión-provecho, los países de origen también pueden ganar, gracias a las remesas y a la transferencia de conocimientos y habilidades.
Numerosos migrantes altamente cualificados mantienen vínculos con sus comunidades: comparten conocimientos, envían remesas económicas e intelectuales y, en ocasiones, regresan para emprender, investigar o enseñar.
La clave está en crear políticas que faciliten estos retornos o colaboraciones: estancias académicas, incubadoras de negocios, redes de talento en el exterior. En lugar de lamentar la salida de jóvenes sinaloenses con alto potencial, deberíamos preguntarnos cómo aprovechar ese capital humano global. ¿Qué sucedería si Sinaloa contara con un programa estatal de vinculación con sus talentos en el extranjero? ¿Y si sus universidades establecieran alianzas estratégicas con instituciones internacionales, usando a sus egresados como embajadores?
La migración puede ser un drama, pero también una esperanza. Cuando se trata de talento, cada viaje es una inversión. Y cada regreso, un capital que se multiplica. Comprender la migración en términos de movilidad, conocimiento y redes globales es el primer paso para que estados como Sinaloa dejen de ver partir a sus jóvenes con nostalgia y empiecen a verlos como puentes hacia el futuro.
Es cuanto...