#EsClaudia, bajo esta leyenda sus seguidores, y seguramente, su equipo, promocionaban anticipadamente a Claudia Sheinbaum con la finalidad de colocarla en primer lugar en la encuesta promovida por el propio Presidente de la República para definir quién sería el aspirante de MORENA para competir por la titularidad del Poder Ejecutivo federal en el proceso electoral del presente año, propósito que lograron de punta a punta, de tal suerte, que la promovida, hoy es la Presidenta electa, que continuará escribiendo historia al tomar posesión de su alto encargo a partir del primer día de octubre del próximo mes de octubre. En la serie de Presidentes de la República, Claudia será la primera mujer al mando del gobierno de nuestro país y ocupará el lugar número 67, dentro de la seguidilla iniciada hace dos siglos por el duranguense Guadalupe Victoria, quien gobernó del 10 de octubre de 1824 al 31 de marzo de 1829.
Detrás del triunfo de la ahora Presidenta electa, hay toda una historia, tanto en el antecedente nacional como en los de ella misma. En el registro histórico, inicia cuando un grupo de valiosas y visionarias mujeres, lograron realizar el Primer Congreso Feminista de Yucatán, el cual se realizó del 13 al 16 de enero de 1816, con el apoyo del sinaloense Salvador Alvarado, quien fungía como Gobernador de dicha entidad. Alvarado Rubio, en su exposición de motivos para brindarle patrocinio oficial al citado evento, entre otras cosas, manifestó lo siguiente:
“Para que puedan formarse generaciones libres y fuertes, es necesario que la mujer obtenga un estado jurídico que enaltezca y una educación que le permita vivir con independencia, buscando en las artes subsistencia honesta. De este modo, los hijos que constituyan la Patria futura, se educarán imitando en las madres, edificantes ejemplos de la labor y libertad”.
Uno de los propósitos que procuraba el trascendental evento, en el cual destacaban, entre otras, Elvia Carrillo Puerto, Consuelo Zavala Castillo y Hermila Galindo, era el de conseguir la participación femenina en la vida pública del país y que se les reconociera ciudadanía plena, lo cual, pudo lograrse a nivel federal hasta el año 1953, durante el mandato del veracruzano, Adolfo Ruiz Cortines.
Setenta y un años después de la iniciativa que le otorgó ciudadanía plena a las mujeres mexicanas, una de ellas, Claudia Sheinbaum Pardo, está a unos cuantos meses de asumir el cargo de Presidenta de nuestro país.
Claudia, como se sabe, es una académica con reconocimientos internacionales y con una formación política de izquierda, que inició desde que era pequeña, ya que sus padres participaban activamente en esa corriente política, de tal suerte, que la hoy Presidenta electa, con el paso de los años, se involucró en los movimientos de rebeldía universitaria y posteriormente, a la dinámica partidista
Afortunadamente hasta ahora, esperemos que así siga, en las asignaciones de representación popular que ha desempeñado, no se ha conducido por las líneas de la izquierda radical; la de los desvelados que suspiran por conseguir una transformación del país bajo un mandato centralizado en la voluntad de un hombre, algo parecido, por ejemplo, a una Cuba, a una Venezuela o a una Nicaragua; claro, sin disposición a experimentar directamente las vivencias que sufren los habitantes de dichos países y con la aspiración de formar parte de la burocracia dominante.
Claudia, entre sus múltiples tareas inmediatas, está la de controlar las quimeras de sus compañeros radicales, convenciéndolos de que el bienestar general no solo se logra con políticas públicas, sino también, con lo que genera el capital privado para el sostén de las mismas. ¡Buenos días!
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