Hay personas que se dedican a chismear y levantar falsas acusaciones. Su oficio radica en inventar y señalar culpas en las personas que envidian, o a las que desprecian u odian aunque no exista justificada razón. Esta actitud y forma de proceder se conoce tradicionalmente como “colgar un sambenito”.
El sambenito era una especie de escapulario o saco penitencial que la Inquisición colgaba en los condenados como público escarnio para expiar sus faltas, ya fuera temporal o de por vida. Cuando se condenaba a alguien a la hoguera, se le colgaba un sambenito negro. Es claro que en ocasiones no existía tal culpa, pero bastaba el testimonio de tres personas para que se condenara al acusado a cumplir la penitencia.
La lista de condenados que se exhibía en los templos e iglesias también recibía el mismo nombre.
La expresión no tiene nada que ver con la orden benedictina. El nombre surgió debido a una deformación, porque se trataba de un saco que era bendecido (sacco benedetto). Sin embargo, su sentido perdura hasta nuestros días para manifestar una falsa acusación. De hecho, el diccionario de la Real Academia Española señala que se usa para infamar o desacreditar a alguien.
Federico García Lorca, quien fue fusilado al inicio de la Guerra Civil Española, exclamó con lúcida ironía: “A través de mi vida, si vivo, espero, queridos actores, que os encontraréis conmigo y yo con vosotros. Siempre me hallaréis con el encendido amor al teatro y con la moral artística del ansia de una obra y una escena cada vez mejor.
Espero luchar para conseguir la independencia que me salva, y para calumnias, errores y sambenitos que empiecen a colgar sobre mi cuerpo tengo una lluvia de risas de un campesino para mi uso particular”.
¿Cuelgo sambenitos? ¿Acostumbro infamar?
@rodolfodiazf