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"OBSERVATORIO"

"Con AMLO y El Sauz, el crimen va. Nadie pierda todavía la esperanza"

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OBSERVATORIO

    En menos de 12 horas ocurrieron tres hechos de violencia en el sector Santa Fe de Culiacán, entre las ocho de la noche del lunes y las siete de la mañana de ayer martes. Se trata de tres vidas humanas afectadas, en uno de los casos por robarle el automóvil y en los otros dos en calidad de “encobijados”, según el argot policiaco.

    La violencia aquí, en Sinaloa, sigue igual a pesar de que desde el primero de diciembre México tiene un nuevo Presidente y que a partir del 27 de noviembre funciona en Sinaloa la Ciudad Militar El Sauz, la cual aloja a 3 mil 500 militares que realizan tareas de seguridad pública.

    En ambos casos resulta precipitado evaluar avances aunque sí es posible encontrar indicios de lo que sucede hoy, y lo que viene. En Culiacán, por ejemplo, los convoyes de la Policía Militar ya recorren las calles y tal despliegue no inhibe ni mucho menos detiene a los grupos criminales. Una noche los maleantes asesinan a uno, llega la presencia policiaco-militar que toma nota y se va, y a la mañana siguiente aparecen otros dos cadáveres en el mismo perímetro.

    Tampoco la instalación de un nuevo régimen, ideológicamente distinto al PRI, arredra a la delincuencia que pareciera indiferente a los cambios políticos o la militarización de la seguridad pública. Los diez días iniciales del gobierno de Andrés Manuel López Obrador siguen siendo la crónica habitual de vidas segadas y delincuentes que escapan de operativos policiacos y militares.

    Durante la primera semana del amloísmo se registraron 254 asesinatos en el territorio nacional, entre estos la inmolación de los periodistas Alejandro Márquez Jiménez, en Nayarit, y Diego García Corona, en el Estado de México. Y si para algo sirve la necroestadística, en el mismo período de arranque del sexenio de Enrique Peña Nieto ocurrieron 213 crímenes.

    La tendencia diaria en Sinaloa de tres homicidios dolosos en promedio da visos de recuperarse en el mes actual, diciembre, haciendo que el descenso de asesinatos a dos por día que se registró en noviembre sea efímero y sirva de reminiscencia a tiempos más tranquilos. De ser así, la sensación de miedo volverá a reinstalarse en la población tras la breve esperanza de paz que vino con los soldados que marcharon con sus arreos de guerra y dijeron que venían a cuidarnos.

    Entonces la ciudadanía empezará a preguntarse pronto donde está la tranquilidad prometida. La que emanaría de aquellos foros que el hoy Gabinete de López Obrador realizó para estructurar el programa nacional de seguridad pública.  Aquella que debió llegar con los aviones, tanquetas, tropas y el escuadrón canino que se lució por la avenida Obregón en Culiacán.

    Más allá del duelo de los deudos, continúa doliendo más el silencio de las autoridades que permea a través de declaraciones de pesar y el discurso roído que ofrece protección a la población y las garantías para desempeñarse libremente cada quien en sus ámbitos. Cansados de la oratoria que lava con saliva la sangre, esperamos el día en que hablen los jueces castigando a los homicidas.

    Ninguna institución o servidor público en funciones de gobierno puede pedir tiempo cuando lo que está en peligro es la vida humana. En nuestro País cada hora que se pierde en buscar estrategias que funcionan en materia de protección a la población propicia que se concrete la amenaza de muerte contra ciudadanos, algunos de estos sin deberla ni temerla.

    Van empezado el Presidente López y la Ciudad Militar El Sauz y tienen aún el derecho a prolongar la confianza social puesta en ellos. Esperar solo lo prudente en estos tiempos donde el reloj del miedo hace que las campanas suenen a duelo con frecuencia. ¡Ah, si nos fallan! A Sinaloa ya no le queda sangre inocente para derramar. 

     

    Re-verso

    No sea como aquella vez,

    Que a ciegas les creímos,

    Y por la ingenua dejadez,

    Siguiendo vivos, morimos.

     

    La chispa y la hoguera

    En algún lado tenía que brotar la chispa de la inconformidad que existe en los estudiantes de la Universidad Autónoma de Sinaloa a quienes entre más tiempo pasa les quieren lavar o manipular el cerebro para que se ajusten a un modelo educativo-militante que a todas luces va contra las libertades de pensamiento y del saber. Y ocurrió en la Facultad de Psicología, como preámbulo de la hoguera donde arderá la sinrazón.

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