Cuauhtémoc Celaya Corella
Recuerdo cuando desfilábamos y cuando estuvimos en el servicio militar Inge, cuando el cabo responsable del pelotón, decía con voz firme, “conversión a la derecha”, todos dábamos un paso al frente de manera marcial y volteábamos el cuerpo hacia la derecha, tomando otra ruta en la marcha.
Hoy, las coaliciones que llevan un candidato a la Presidencia, más los independientes que se sumen, será una conversión a la derecha en materia política. Por primera vez no aparecerá la izquierda. Al confabularse ésta con los partidos de derecha, que tienen más militancia, en automático, así lo aprecio, todo se derechizará.
El PRD que era el principal partido de izquierda con peso y con agallas para, desde una posición política, contraatacar el oficialismo priista y la directriz panista, y buscar llevar sus ideas de mejora social, de defensa de las capas desvalidas, e incluso enfrentar con denuedo y con criterios los ataques provenientes del exterior, va ahora de arrimada en una coalición en donde no es figura y sí comparsa.
En otra alianza, la priista, todo camina de acuerdo a sus cánones. Con la diferencia de que los harapos políticos del PRI, no alcanzan a cubrir a un aspirante que no viene de sus filas, ni de las filas de los otros dos partidos que la forman, pero obedientes como son, les impusieron y llevaron muy bien la farsa, y con ese candidato van a tener que entrarle con todo, o se irán a esperar seis años para intentar regresar.
La tercera alianza, la que funda y dirige López Obrador, y que se auto postuló candidato por tercera vez a la Presidencia, con trabajo político por casi 40 años, no puede considerarse de izquierda, porque como lo señala el ex Presidente de Uruguay, ser hombre de izquierda es ser hombre de acción. Y dime, Inge, ¿Quiénes de los de la plana mayor o menor, incluido el caudillo, tienen currículum de izquierda?
Porque ser opositor del régimen en turno, no da la categoría de izquierda, y López siempre ha sido opositor al Gobierno desde que salió del PRI, él mismo lo ha gritado y se ha escuchado en montes, volcanes y cañadas: “Al diablo con las instituciones”, y ni cuando tomó los pozos petroleros en Tabasco, lo hizo como una conducta de izquierda, sino más bien como revancha porque en su partido de entonces, el PRI, no lo seleccionó para ser candidato a la Gubernatura de Tabasco.
Así entonces, los ahora candidatos, ninguno de los tres, son hombres de izquierda, y los independientes, si llegaran a figurar en la boleta electoral, tampoco son de esa ideología. Cabe Inge, una pregunta: ¿Qué propuesta irán a proponer a la ciudadanía en pobreza, que prometa un progreso social y económico en conjunto para un país con severo atraso en lo referente a desarrollo social y económico, que ha dado resultado, más pobreza, marginación, indigenismo, migración, convirtiendo a esos ciudadanos pobres en los olvidados de la Revolución, los vulnerables de la economía y las víctimas del modernismo urbano?
Difícil de saberlo ahora, porque las ideologías están torcidas y los partidos dejaron su esencia para presentarse como tríos políticos que van por el poder, a como sea. Lo vemos en el actual zafarrancho contra Anaya, del cual no se ha sabido defender, y no confiesa si es verdad o mentira, y sí en cambio despotrica contra el Gobierno y los vacíos de las leyes que lo presentan como delincuente. Y alineados por la derecha todos, no habrá alternativa de dispersión del voto.
La izquierda como la derecha son ideologías Inge, pero por ahora están torcidas y dispersas en el ámbito político. Pareciera que no es la era de las ideologías, y recurrir a ellas suena a obsoleto, pero siguen siendo esencia para la política y los partidos. Se han ignorado debido a que se busca el asalto al poder, mintiendo, mezclando intereses de grupo, denigrando, separándose, delinquiendo, simulando ante un electorado asqueado, burlado, denostado, apático, y engañado por políticos y partidos que abandonaron la ética, el civismo y la moral política.
Por eso se ven esos bodrios de alianzas, en donde pretenden ser iguales los que son contrarios de raíz, de origen. Lo que diferencia a la derecha de la izquierda y viceversa, está en la intención de su hacer, aplicando conocimientos, sensibilidades, identidad, solidaridad en problemas y búsqueda de soluciones. No está en el tener, sino cómo aplicar el tener para coadyuvar a resolver problemas que le afectan a conglomerados en situación desprotegida.
A la derecha se le culpa de no exponerse a retos que puedan disminuir su fortaleza económica, a proteger y protegerse, a compartir lo que les sobra, lo que no es prioritario, a no involucrarse más allá de lo necesario, simulando que se apoya, pero para protegerse. La izquierda en cambio es todo lo contrario, va al riesgo y lo toma y lo enfrenta, es acción que busca la mejora social, no la disfraza, no la simula, se alza aun contra el fuerte, el rico y lo establecido.