Sinaloa sufre el embate de muchas tormentas y huracanes. ¿Quién no recuerda a Lisa, Paúl, Ismael, Waldo, Lidia, Manuel?, por citar algunos de los fenómenos meteorológicos que han golpeado las ciudades y costas del estado.
El ulular del viento atemoriza, la cantidad de lluvia amenaza con inundar casas, colonias y vastas porciones de territorio. Sin embargo, sufrimos más estos embates por falta de previsión y preparación. Si las construcciones y demás obras estuvieran hechas a conciencia, sería menor la devastación.
Se cuenta que un hacendado tenía grandes extensiones de tierra en un litoral azotado por fuertes vientos, razón por la que batallaba para conseguir empleados.
Un día, se acercó a pedir trabajo un hombre bajo, delgado y de edad media. El hacendado le preguntó si sabía labrar los campos, y el solicitante respondió con una frase enigmática: “Yo puedo dormir cuando el viento sopla”.
Aunque no entendió la respuesta, el hacendado lo contrató por la urgencia que tenía. Empero, al poco tiempo comprobó que era muy trabajador y diestro en todas las labores del campo.
Una noche el viento rugió furiosamente. El hacendado se levantó presuroso, cogió una linterna y corrió hasta el cuarto en donde se alojaba el empleado. Al verlo dormido se irritó y le gritó: “¡Levántate, la tempestad ya está llegando. Amarra todas las cosas antes de que el viento las arrastre”.
El empleado, sin inmutarse, se dio vuelta en la cama y replicó: “Ya le dije que yo puedo dormir cuando el viento sopla”. Enojado, el hacendado pensó en despedirlo. Pero, asombrado, descubrió que el empleado había asegurado ya todas las cosas, siembras y ganado. Entonces, comprendió lo que quiso decir, y se fue también a la cama.
¿Me preparo ante las tormentas? ¿Puedo dormir tranquilo cuando el viento sopla?
@rodolfodiazf