Cuando la abundancia también es un problema: ansiedad financiera en quienes tienen “de más”

20/10/2025 04:00

    Durante años, se nos enseñó a temer la pobreza, pero pocas veces se nos advirtió que la abundancia también puede ser una fuente de ansiedad. Pareciera una contradicción: tener “de más” debería ser sinónimo de tranquilidad, estabilidad y libertad. Sin embargo, muchas personas que logran prosperar económicamente comienzan a experimentar una tensión interna constante: miedo a perder lo conseguido, culpa por disfrutarlo o incluso una sensación de vacío que el dinero no logra llenar.

    El dinero, cuando se multiplica, también multiplica responsabilidades. Las personas con abundancia material suelen enfrentarse a una paradoja emocional: quieren disfrutar los frutos de su esfuerzo, pero temen que hacerlo sea irresponsable. Cada gasto se convierte en una decisión moral; cada inversión, en un posible riesgo; cada nueva meta, en una montaña más alta que escalar. En el fondo, la ansiedad financiera del que tiene “de más” surge del mismo origen que la del que tiene “de menos”: el miedo. Pero en este caso, el miedo cambia de forma. Ya no se teme al hambre, sino a la pérdida; ya no se teme a no tener, sino a dejar de tener.

    La Economía del Comportamiento y las Finanzas del Comportamiento han demostrado que nuestras decisiones financieras no son racionales, sino emocionales. Kahneman y Tversky lo comprobaron: el dolor de perder algo es psicológicamente más intenso que la alegría de ganarlo. Por eso, quien vive en abundancia puede desarrollar una forma de escasez emocional inversa: su mente se enfoca tanto en proteger lo que tiene, que deja de disfrutarlo y muy probablemente de forma inconsciente también deja de producirlo, aunque lo necesite.

    El dinero, entonces, deja de ser un medio y se convierte en un fin en sí mismo. La persona no trabaja por placer o propósito, sino para mantener un nivel de control que jamás llega. Y cuando la vida se vuelve una lucha por no perder, el bienestar se vuelve imposible, incluso rodeado de comodidades.

    He visto empresarios, profesionistas e incluso jóvenes herederos vivir bajo la presión de mantener una imagen de éxito. Su ansiedad no proviene de las deudas, sino del peso de sostener lo que construyeron. Sienten culpa al disfrutar un viaje, al comprarse algo “innecesario”, o simplemente al descansar. Viven hipervigilantes, revisando estados de cuenta, calculando rendimientos, previendo escenarios catastróficos.

    Otros, en cambio, sienten culpa moral: creen que tener más los aleja de la humildad o los hace menos merecedores. Este fenómeno, muy presente en personas con una fuerte carga de educación religiosa o familiar restrictiva, crea un conflicto interno entre el deseo de prosperar y el miedo a ser juzgados por hacerlo.

    En ambos casos, la abundancia se convierte en una prisión invisible.

    La mente saturada por opciones, un efecto poco discutido de la prosperidad es la fatiga de decisión financiera. Mientras más opciones tiene una persona, más difícil se vuelve elegir. Invertir, gastar, donar, diversificar, ahorrar... la mente se agota entre tantas alternativas y el placer de elegir se transforma en ansiedad.

    El problema no es tener muchas opciones, sino no tener claridad emocional para decidir. Sin autoconocimiento, el dinero no amplía la libertad: la reduce.

    La solución no está en el dinero, sino en la conciencia, por lo que para superar esta ansiedad, se requiere un cambio de enfoque. No basta con planificar presupuestos o diversificar inversiones; es necesario trabajar en la relación emocional con el dinero.

    Una herramienta clave es la Atención Financiera Consciente (AFC), un modelo que propongo desde la Psicología Financiera® que consiste en entrenar la mente para observar nuestras emociones antes de actuar con el dinero: reconocer el miedo, la culpa o la euforia antes de decidir. Es una práctica de autoconocimiento aplicada a la economía personal.

    La abundancia deja de ser un problema cuando se vive con conciencia. No se trata de cuánto se tiene, sino de cómo se gestiona emocionalmente lo que se tiene. Dejar de ver el dinero como un símbolo de poder o de inseguridad, y empezar a verlo como una herramienta que amplifica lo que somos.

    Vivir la abundancia
    sin ansiedad

    La verdadera libertad financiera no llega cuando ya no tenemos que trabajar, sino cuando dejamos de temerle al dinero tanto al no tenerlo, como al tenerlo.

    Porque quien teme a perder, ya ha perdido algo: su paz.

    *Maestro en Administración de Negocios en el área de Finanzas

    Psicólogo Organizacional

    Fundador de Psicología Financiera

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    www.psicologiafinanciera.com