Cuando la política vuelve
a ser servicio

BANCO DE ALIMENTOS
17/11/2025 04:00

    Hay una palabra que hemos dejado caer en el olvido: política. No la de campañas, debates llenos de ataques o lonas colgadas por toda la ciudad. Hablo de la política verdadera, la que nació mucho antes de que existieran los partidos.

    Esa política que significa cuidar lo que es de todos, pensar en el bien común y preguntarnos qué podemos hacer para que nuestra comunidad viva mejor.

    Con el tiempo, esa palabra se contaminó.

    La política electoral se llevó todas las miradas y, con ellas, todo el desprestigio. Y es comprensible: promesas que no se cumplen, escándalos, discursos vacíos, intereses personales que pesan más que las necesidades de la gente.

    Ante eso, muchos decidieron alejarse, como si la única forma de mantenerse “limpio” fuera no participar en nada. Pero esa distancia ha tenido un costo enorme.

    Cuando dejamos la política solo en manos de quienes compiten por el poder, renunciamos a nuestro papel.

    Dejamos que otros tomen decisiones por nosotros. Y, sin querer, confirmamos la idea equivocada de que la política es un asunto sucio, exclusivo de los que buscan un cargo.

    Pero la política no es eso. Al menos, no debería serlo.

    La política real está en lo cotidiano: en quien organiza a su colonia para tapar un bache, en quien levanta la voz cuando falta agua en su comunidad, en quien crea un banco de alimentos, una asociación o un pequeño grupo de vecinos que se cuidan entre sí.

    Política es tender la mano, resolver problemas, preguntarnos qué podemos mejorar. Política es decidir no ser indiferentes.

    Mientras la política electoral se desgasta, la política ciudadana sigue viva.

    Tal vez no aparece en la televisión, ni llena estadios, ni promete lo imposible, pero sostiene este estado todos los días. Es silenciosa, pero poderosa. Es la que realmente transforma.

    Hoy necesitamos recuperar esa palabra. Necesitamos volver a entender que participar no significa buscar un cargo, sino asumir una responsabilidad.

    Que la política es demasiado importante como para dejarla solo en tiempos de elecciones.

    Que cada uno de nosotros tiene un espacio donde puede ejercerla sin pedir permiso: nuestra casa, nuestro trabajo, nuestra comunidad.

    La política electoral seguirá su rumbo, con sus luces y sombras. Pero nosotros no podemos seguir esperando que alguien más haga todo.

    Si queremos un Sinaloa diferente, el punto de partida no está en una boleta. Está en nosotros.

    En reconocer que la política es un acto de servicio, no de ambición. En recordar que buscar el bien común no es una carga, sino una forma de vivir.

    Tal vez no podamos cambiar todo, pero sí podemos cambiar algo.

    Y ese “algo”, cuando se suma al de otros, termina moviendo montañas. Ese es el tipo de política que Sinaloa necesita. Y esa política, la verdadera, está en nuestras manos.