Cyrano (2)

BUHEDERA

    En El otro mundo, el propio Cyrano narra en primera persona un viaje surrealista a la Luna y al Sol a bordo de una máquina voladora, donde conoce a sus extraños habitantes, dotados de todo tipo de poderes. También se encuentra con los fantasmas de los filósofos Sócrates y Descartes, con quienes debate sobre la naturaleza de la Tierra y el Universo, y es perseguido por sus ideas subversivas acerca de la autoridad, la religión y la sociedad. La sátira evidente con la que retrataba su propio mundo hicieron de esta obra su creación más provocadora: habiéndola confiado a su amigo Henry Le Bret, este realizó una criba para eliminar las partes que juzgaba más controvertidas antes de publicarla.

    Dos siglos antes que Jules Verne, Cyrano de Bergerac narró un surrealista viaje al espacio que, bajo su capa de fantasía, constituye una de las obras más mordaces que escribió: los habitantes de la Luna y del Sol, aunque muy distintos en aspecto a los seres humanos, pecan de sus mismos defectos morales y se convierten en el blanco de las críticas que Cyrano dedica a su propia sociedad.

    Un mito inmortal

    De un modo u otro, su polémica vida terminó por pasarle factura. En 1654 resultó herido en la cabeza por una viga de madera en circunstancias que nunca terminaron de ser esclarecidas, pero que sugerían la posibilidad de un asesinato fallido por parte de sus numerosos enemigos. No obstante, sobrevivió y fue socorrido por su hermana Catalina, ahora superiora del convento de las Hijas de la Cruz, y por su primo Pierre, quien le acogió en su casa. A pesar de ello murió un año después, el 28 de julio de 1655; además de las secuelas de la herida, sufría una enfermedad no especificada: posiblemente era sífilis, dados los síntomas, aunque no se descarta la posibilidad de que fuera envenenado.

    Con solo 36 años, Cyrano de Bergerac dejó una profunda huella en el arte: el dramaturgo Molière se inspiró en sus obras satíricas -o según algunos críticos, las plagió-, el maestro de la ciencia ficción Arthur C. Clarke lo alabó como un pionero de la ciencia ficción por su obra El otro mundo, y el también dramaturgo Edmond Rostand inmortalizó su faceta aventurera y descarada en la obra de teatro que lleva su nombre: Cyrano de Bergerac, estrenada en 1897, fue un gran éxito y rescató como héroe romántico -y acomplejado por su enorme nariz- este personaje que en vida había sido tan criticado.

    La obra teatral de Edmond Rostand, estrenada en 1897, se basa libremente en el personaje de Cyrano, mezclando algunos elementos reales con la ficción. La historia nos presenta a un caballero aventurero y bravucón, culto y poeta, que no titubea ante el peligro pero es incapaz de confesar el amor que siente por su prima, debido al complejo que siente a causa de su gran nariz.

    Para añadir un último halo dramático a su vida, no se sabe con certeza dónde fue enterrado. Aunque su tumba oficial se encuentra en el cementerio parisino de Père Lachaise, un supuesto certificado de defunción encontrado en un archivo en 1911 señala a una iglesia de Sannois, el distrito de París en el que se encontraba la casa donde murió. Tal vez tuviera razón el Cyrano teatral al dejarse descansar sencillamente bajo el rayo de luna que viene a buscarle, exclamando: “Filósofo, físico, poeta, espadachín, músico, inventor, gran polemista y amante, pero no por su bien: aquí yace Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac, que fue todo y no fue nada”.

    https://historia.nationalgeographic.com.es/a/cyrano-bergerac-pluma-transgresora-francia_15517 Actualizado a 19 de abril de 2022

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