¿Dar pescado o enseñar a pescar?

BANCO DE ALIMENTOS
23/01/2023 04:15
    La desnutrición durante el embarazo y la infancia menoscaba en sumo grado la capacidad de aprendizaje a largo plazo de los niños. Lo más preocupante del hambre es que a veces afecta de manera irreversible el aprendizaje de los niños. Las condiciones naturales de la primera infancia pueden afectar la futura aptitud de una persona para aprender y disminuir las oportunidades inmediatas de desarrollar su capacidad cognitiva.

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    Seguramente han escuchado la frase sobre si qué es mejor ¿Dar pescado o enseñar a pesar? O una muy similar; Da pescado a un hombre y tendrá alimento para un día, pero enséñale a pescar y lo alimentarás el resto de su vida.

    Si bien las frases puedan resultar muy simplistas ante una problemática multi-causal, ambas opciones, tanto la de dar pescado como la de enseñar a pescar, son acciones que se ofrecen en nuestra organización como alternativas para disminuir la pobreza. Y que no son mutuamente excluyentes ni debiesen serlo.

    Evidentemente nuestra principal actividad es la de “dar pescado” cuando brindamos paquetes alimentarios en nuestra organización, y lo hacemos sobre todo porque es nuestra principal función, esa fue la motivación de nuestra fundación y será siempre nuestra prioridad.

    En 2022, ayudamos con alimento a más 24 mil niños y niñas menores de 12 años del centro sur de Sinaloa, ocupan más del 20 por ciento de todos los beneficiarios atendidos, y cada vez enfocamos más nuestros esfuerzos en atender a niños con desnutrición y carencias alimentarias.

    Los niños que sobreviven en carencia alimentaria o desnutrición en etapas tempranas de su vida rinden menos en las escuelas, hay muy altas probabilidades de que sufran mayor pobreza cuando son adultos y sientan peores condiciones nutricionales para la siguiente generación, perpetuando con ello el ciclo del hambre.

    El hambre también limita la capacidad del niño de aprovechar las oportunidades de aprendizaje, disminuyendo la asistencia a la escuela, es decir, merma sus oportunidades de atención y de aprovecharlas al máximo. Un niño que acude a la escuela con hambre no aprende.

    La desnutrición durante el embarazo y la infancia menoscaba en sumo grado la capacidad de aprendizaje a largo plazo de los niños. Lo más preocupante del hambre es que a veces afecta de manera irreversible el aprendizaje de los niños. Las condiciones naturales de la primera infancia pueden afectar la futura aptitud de una persona para aprender y disminuir las oportunidades inmediatas de desarrollar su capacidad cognitiva.

    Los datos ponen en manifiesto que, para paliar las repercusiones del hambre en el aprendizaje, debemos primero que todo atender con alimento donde haya escasez del mismo, a las madres y niños pequeños como primera prioridad.

    Otro desafío importante será la de reorientar parte de nuestros esfuerzos en iniciativas preventivas y llegar con ello a las causas más profundas. Dicho de otra manera; enseñar a pescar. Que, si bien no son en gran medida nuestra responsabilidad como organización civil, y corresponderían más a los gobiernos, bien podremos ir enfocando más nuestra atención en los programas de capacitación y adiestramiento de nuestros beneficiarios.

    Estos esfuerzos para ayudar a las familias a adquirir mejores herramientas, más educación y capacitación y con ello encontrar un mejor empleo e ingresos, son con la firme intención de tener cada vez menos personas en pobreza y todas las consecuencias de ello.

    Damos el pescado, pero a la par, enseñamos a pescar.