Jeff Thomas, The Sandcastle, en International Man, de Doug Casey:
“Hoy en día, muchas personas perciben el fascismo como una condición tiránica impuesta repentinamente por un dictador, pero rara vez es así. El fascismo es, de hecho, un paso lógico. Así como los votantes sucumben con el tiempo a las promesas del socialismo, se produce un declive paralelo a medida que el fascismo reemplaza lentamente al capitalismo. El fascismo puede parecer capitalismo, pero es la antítesis de un mercado libre. Como bien dijo Vladimir Lenin: ‘El fascismo es el capitalismo en declive’.
El camarada Lenin comprendió el valor del fascismo para los líderes políticos. Si bien mantuvo una estrecha relación con los banqueros de Nueva York y Londres, y se aprovechó un mercado capitalista saludable para las importaciones de la era soviética, era consciente de que su base de poder dependía en gran medida de negar el capitalismo a sus secuaces.
Entonces, a partir de las citas anteriores, podemos ver que ha habido un grupo bastante erudito de personas que han comentado sobre este tema durante los últimos 2 mil 500 años. Están de acuerdo en que las democracias, como los castillos de arena, nunca duran. Por lo general, comienzan de manera prometedora, pero, con el tiempo suficiente, cualquier gobierno erosionará la democracia tan pronto como los líderes políticos puedan salirse con la suya, y la progresión siempre termina en tiranía.
Actualmente nos encontramos en una coyuntura histórica importante, una época en la que gran parte del antiguo mundo libre se encuentra en las etapas finales de decadencia y se acerca a la etapa de tiranía.
En este punto, el proceso tiende a acelerarse. Podemos observar esto cuando vemos un aumento en las leyes que se están aprobando para controlar a la población: aumento de los impuestos, aumento de la regulación y mayores promesas de generosidad del gobierno que no tienen los fondos para cumplir.
Cuando cualquier gobierno llega a esta etapa, sabe muy bien que no cumplirá y que, cuando se descubra la mentira, la población se volverá loca. Por lo tanto, justo antes del final del juego, se puede esperar que cualquier gobierno aumente su estado policial. Las demostraciones de los gobiernos de que lo están haciendo ahora se ven regularmente: redadas de los equipos SWAT en situaciones en las que solo un pequeño número de autoridades podría manejar la situación de la misma manera. Exhibiciones de fuerzas armadas en la calle, incluidos vehículos blindados, en casos de interrupción.
En Londres, Ferguson, París, Boston, etc., las manifestaciones autoritarias se han vuelto cada vez más frecuentes. Todo lo que ahora se necesita es una serie de eventos (ya sea en escena o reales) para sugerir terrorismo doméstico en varios lugares aproximadamente al mismo tiempo. Entonces se puede declarar un estado de emergencia nacional ‘por la seguridad de la gente’.
Es esta justificación la que asegurará el éxito de la tiranía. Históricamente, la mayoría de la gente en cualquier condado, en cualquier época, elige la ilusión de seguridad sobre la libertad. Como le gustaba decir a John Adams: ‘Aquellos que cambian la libertad por la seguridad no tendrán ninguna de las dos cosas’.
A partir de este momento, sería prudente que cualquier persona que viva en la UE, EE.UU., Reino Unido, etc., observe los eventos de cerca. Si de repente aparece una oleada de ‘terrorismo interno’, bien podría ser el presagio de que el gobierno ha llegado al punto de inflexión, cuando se inaugure la tiranía bajo el pretexto de ‘proteger la seguridad del pueblo’.
La conclusión más importante aquí es que, aunque algunos pueden objetar (incluso violentamente), la mayoría de la gente cambiará su libertad por la promesa de seguridad”.
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