De la inundación al olvido

    El huracán no pudo llegar en peor momento, justo en el proceso de transición de un gobierno que está punto de irse y otro que no termina por definirse. Pegaron las lluvias cuando la burocracia se encuentra más preocupada por su futuro laboral que por su deber como servidores públicos. Cuando las arcas del erario tiemblan en languidez del fin de sexenio y se vive el impasse provocado por la desaparición del Fondo de Desastres Naturales y la creación de sabrá Dios qué mecanismo supletorio para las contingencias de esta magnitud.

    “El Huracán Nora dejó millonarias pérdidas económicas en el centro y sur del estado. A diferencia de otras tragedias por fenómenos naturales, ahora las autoridades actuaron con lentitud, sin coordinación y sin ánimos. A los ciudadanos nos queda claro que si esto hubiera ocurrido antes de las elecciones, otra historia se estaría contando”.

    Las torrenciales lluvias que trajo a Sinaloa el Huracán Nora acabaron con el patrimonio de miles de familias, en Escuinapa, Rosario, Concordia, Mazatlán, San Ignacio, Elota y Culiacán al menos 5 mil perdieron sus viviendas y todo lo que había en ellas. Las crecientes de los ríos del centro y sur de Sinaloa dejaron bajo el agua miles de hectáreas de cultivos, arrastraron cientos de cabezas de ganado y golpearon a punto de quiebra a pescadores ribereños y dejaron en crisis total a los productores acuícolas de la región.

    Los ayuntamientos, el Ejército Mexicano, la Marina Armada de México, la Guardia Nacional, Protección Civil del Estado y municipales, cuerpos de Bomberos y otros prestadores de auxilios fueron los héroes que hicieron posible que aún con las condiciones adversas nuestra entidad mantuviera saldo blanco al no registrarse, por fortuna, víctimas mortales. La parte preventiva y de reacción antes y durante el paso del fenómeno meteorológico operó bien, pero las que no pudieron funcionar y siguen sin dar respuestas claras son las dependencias federales y estatales encargadas de velar por los ciudadanos afectados, pasado el vendaval.

    Lejos quedan en la memoria aquellos días donde, en otras contingencias naturales, los funcionarios de más alto nivel hacían recorridos de evaluación de daños y ofrecían respuestas claras respecto al proceso de recuperación de lo perdido. Muchos de habitantes de comunidades afectadas han recurrido a los distintos medios de comunicación para pedir apoyo al Gobierno, que se ha visto lento y superado por las circunstancias.

    Y es que el huracán no pudo llegar en peor momento, justo en el proceso de transición de un gobierno que está punto de irse y otro que no termina por definirse. Pegaron las lluvias cuando la burocracia se encuentra más preocupada por su futuro laboral que por su deber como servidores públicos. Cuando las arcas del erario tiemblan en languidez del fin de sexenio y se vive el impasse provocado por la desaparición del Fondo de Desastres Naturales y la creación, de sabrá Dios qué mecanismo supletorio para las contingencias de esta magnitud.

    Los sinaloenses no fuimos merecedores de la acción inmediata del Gobierno federal y sus dependencias del Bienestar. Corrimos la desgracia de ser golpeados por una tormenta justo en el marco del Tercer Informe de Gobierno. Cuando en la capital todos los secretarios y secretarias de Estado, estaban muy ocupados preparando el “tengan para que aprendan”. Tímidamente algunos diputados locales y uno que otro federal asomó la cabeza allá por el martes pasado, pidiendo solidaridad con las familias afectadas. Pero eso sí, nadie con compromiso claro de exponer en lo más alto, la exigencia de los que de una noche para otra lo perdieron todo.

    El Gobernador asegura que con Fonden o sin él, habrá recursos para la recuperación de Sinaloa, que el Gobierno del Estado no tiene dinero ahorita, pero habrán de llegar pronto. Sin explicarnos cómo, y más bien pidiéndonos compartir la esperanza en la voluntad del Presidente, Quirino asegura que Sinaloa saldrá adelante. No quisiéramos dudarlo, pero los ciudadanos que quedaron con el agua en el cuello merecen más precisiones sobre el incierto futuro.

    La política es de tiempos y de escenarios, lastimosamente en los cálculos de los salientes este tema es intrascendente porque quedará en el olvido, será uno de los menos preocupantes cuando estén por entregar las oficinas en los pocos días que quedan. Para los entrantes, tampoco será problema relevante porque siempre estará la opción de culpar de omisos y desentendidos a los que se fueron. De la inundación al olvido, tan solo hay un cambio de gobierno de por medio. Luego le seguimos...

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