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"Opinión"

"De qué habla el Rector, ¿cuando habla de autonomía?"

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    ‘La conservación del control político sobre los universitarios, los privilegios, las prebendas, el manejo de los recursos públicos, y la conservación de estos es lo que hace que bajo presión se movilicen para evitar que se detenga la ola que tarde o temprano habrá de caer sobre universidades que se han convertido en patrimonio con el que se negocia y presiona al poder público’


    Ernesto Hernández Norzagaray
    jehernandezn@hotmail.com

    Entre los hombres y mujeres del primer piso del Edificio Central de la UAS, hay angustia, desconcierto y falta de argumentos sólidos y provocación.
    Los tiene nerviosos la primera lectura de las tres iniciativas de reforma a la ley orgánica de la centenaria casa de estudios de los sinaloenses y exigen, en la insensatez de quienes acostumbran a mandar autoritariamente, que no se dé trámite a las iniciativas ciudadanas porque la UAS “está bien con la ley actual”.
    Con esa actitud provocadora buscan invadir las funciones del Poder Legislativo y evitar la pérdida del control que han ejercido prácticamente desde 2004, viene a menos, resquebrajándose, y sin capacidad para detener lo que parece irremediable cuando es mayor el número de voces que exigen el fin del cacicazgo que ha construido Héctor Melesio Cuén Ojeda.
    La derrota que sufrió su partido el pasado verano fue estrepitosa y lo redujo a una presencia testimonial. Una diputada local, tres alcaldes de coalición y un puñado de regidores es todo lo que les quedó cuando pensaban que la espuma del triunfo iniciada en 2013 seguiría subiendo y garantizándoles el blindaje en su esfera de control, como también el manejo de cuantiosos recursos públicos, vinieran estos por la vía del financiamiento a las instituciones de educación superior o de la institución electoral del estado.
    Sin embargo, aquella idea omnicomprensiva, construida a golpe de declaraciones mediáticas, el control de voluntades y un asistencialismo pueril, no sirvió de contrapeso en lo más mínimo al tsunami lopezobradorista y prácticamente todos sus candidatos terminaron derrotados en las elecciones concurrentes del verano pasado. Repito, obtuvieron, una sola diputada local y tres alcaldes coaligados, nada, cuando esperaban ganar mucho y hasta llegar al Congreso de la Unión a través de la coalición Por México al frente.
    Fue tal el golpe, que su líder Cuén Ojeda, afirmó a bote pronto que en 2021 no estaría en la papeleta cuando estará en juego nuevamente la candidatura de gobernador a la que aspiró en 2016 convirtiendo a su partido en la segunda fuerza electoral.
    Es en este punto donde el vínculo entre la Universidad y el PAS se encuentra en un momento decisivo, los directivos de la primera buscan ganar la iniciativa mediática llamando a “defender la autonomía de la institución” como último recurso movilizador para conservar el control, y el partido busca el apoyo de la fracción del PRI para detener esa primera lectura de las iniciativas de reformas a la ley orgánica de la UAS.
    Sin embargo, la mayoría morenista ha dicho que ésta va y ha defendido la función del Poder Legislativo, lo que ha tenido que aceptar Sergio Jacobo, el líder de la fracción del PRI, con lo que el Rector ha sufrido una derrota mediática. Los priistas no lo acompañarán aun con todas las diferencias y choques que tienen con el morenismo en el intento de evitar que el Congreso del Estado cumpla con su tarea de hacer y reformar leyes. 
    Menos aun, cuando los incentivos para la actividad política en el PAS, no se encuentran en un sistema de valores políticos o en una oferta de cambio real, sino en un sistema de carácter pecuniario, es decir, renovación de contratos laborales, aumento de horas clases, plazas de base o profesionalización en el partido.
    Y si eso, está en riesgo, pregunto, ¿qué puede llevar a movilizar a profesores depauperados?, ¿acaso la desesperación, la angustia o el sentido de pertenencia colectiva al PAS? No dudo que todavía en esta fase de incertidumbre podrán seguir movilizando a un sector de sus profesores y trabajadores administrativos, sobre todo si se esgrime que está en juego no sólo la autonomía universitaria, sino también conquistas laborales. 
    El PAS es la quinta esencia del pragmatismo, pero éste, sin recursos que repartir a mediano plazo, aquello tenderá hacia la dispersión política como se vio en las elecciones pasadas, cuando la mayoría universitaria, como en todo el estado, decidió votar por los candidatos de la coalición Juntos haremos historia.
    Y aun cuando la base del PAS, son esa mayoría de profesores que cada seis meses, buscan conservar sus horas clases para tener un ingreso no del todo decoroso, mientras de reojo ven los salarios que reciben los miembros de la cúpula burocrática.
    Salarios como el del Rector que alcanzan o alcanzaron los casi 200 mil pesos mensuales, y prestaciones que son un sueño para la gran mayoría universitaria, y es que basta ver la imagen satisfecha de los miembros de esa élite burocrática, para intuir que ellos no sufren al final de cada quincena y ganan más que los escasos miembros del SNI sin mayor mérito académico.
    Aun con esas diferencias el Rector encabeza el contingente universitario del 1 de mayo y exige no un aumento de los salarios, sino va contra quienes supuestamente atentan contra la autonomía universitaria y pone por delante esa imagen ofensiva donde el patrón con su agenda choca con la de muchos trabajadores que se manifiestan airadamente en contra del cacicazgo en su casa de estudios.
    Finamente, ¿de qué autonomía habla el Rector cuando sale en su defensa? Acaso ¿aquella que pregona la Constitución, y que establece la libertad como un principio que guíe el quehacer cotidiano de las instituciones de educación superior? o ¿la anomalía que representa un grupo político que fue capaz de imprimir una visión patrimonialista a ese concepto sustantivo que vino de las luchas por la autonomía universitaria?
    Y es que la autonomía en clave de la UAS hoy significa literalmente la conservación del control político sobre los universitarios, los privilegios, las prebendas, el manejo de los recursos públicos, y la conservación de estos es lo que hace que bajo presión se movilicen para evitar que se detenga la ola que tarde o temprano habrá de caer sobre universidades que se han convertido en patrimonio con el que se negocia y presiona al poder público.
    Sin embargo, en este tipo de universidades el pataleo mediático no tiene futuro y ahí está como ejemplo la confiscación de una parte importante de los recursos públicos que manejan algunas universidades que fueron parte de lo que genéricamente se conoció como la Estafa Maestra.
    A la Universidad Autónoma de Hidalgo acusada además de lavado de dinero sólo se le dejó el 30 por ciento de los recursos de la federación en tanto no esclarezca el origen de unas transferencias millonarias a sus cuentas.
    Acá sabemos, hay materia, quizá por eso crece la desesperación y el nerviosismo.

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