Tradicionalmente se concibió al ser humano como la gema de la creación, lo que originó el desarrollo de un refinado antropocentrismo que lo convirtió en el principal depredador y destructor del medio ambiente. Hoy, es impostergable que recapacite y construya un saludable ecocentrismo que genere la supervivencia de su especie, porque todo acto ecocida es también un acto suicida.
“Relacionarse con la naturaleza es inherente a nuestra naturaleza humana. Podemos vivir una vida más larga, saludable, en paz y agradable si mantenemos nuestros lazos con ella”, subrayó Gilberto Cely Galindo en su conferencia Medio ambiente, salud y Bioética.
Señaló que la macrobioética se enfrenta a graves desafíos: problemas transfronterizos de salud pública y fitosanitaria, explosión demográfica, armamentismo y guerras, injusticias norte-sur, polución ambiental, calentamiento global y destrucción de recursos naturales.
Especificó que el cambio climático produce alteraciones radicales y bruscas de los equilibrios medioambientales entre el hombre y la naturaleza, y sus consecuencias pueden ser nefastas si no se llevan a cabo medidas conjuntas y urgentes para controlarlo.
Precisó que el planeta ha aumentado su temperatura entre 1.4 y 5.8 grados centígrados. Por tanto, teniendo en cuenta que la temperatura media ideal de la tierra es de 14 grados centígrados, dentro de 50 años podría alcanzar los 19 o 20 grados y para final del siglo los 25.
Agregó que el efecto invernadero, destrucción de la capa de ozono, lluvia ácida, deforestación y erosión, así como glaciales y aguas dulces perdidas, son otros graves factores que destruyen el planeta.
Adelantó que las selvas tropicales habrán desaparecido dentro de 25 años y que el 97 por ciento del agua de la tierra está contenida en los océanos, el 2 por ciento congelada y el 1 por ciento fluye en la superficie del suelo y el subsuelo.
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