Del ruido, la pausa y la banda

    El ruido debe acabar, por la salud de todos, pero no debe perderse de vista que los procesos de turistificación, gentrificación, aderezados de clasismo son los ingredientes perfectos de una comunidad descompuesta, y si algo nos ha enseñado la historia es que cuando al Dinero se le pone por encima de nuestra Humanidad, nada bueno sale de ello. La banda debería ser nuestro tesoro cultural, el turismo es la principal actividad económica de nuestra ciudad, es decir, sustento del mayor número de familias que la habitan, nuestro desprecio inmediato a lo que nos resulta ajeno tiene que parar si de verdad queremos una ciudad para todos.

    Glosario:

    Ruido. Sonidos no deseados o molestos que pueden interferir con la claridad de la comunicación, la concentración o el descanso. El ruido se caracteriza por ser aleatorio, inarmónico y generalmente no deseado en un contexto específico.

    Turistificación. Proceso por el cual un área o localidad experimenta un aumento significativo en el turismo, a menudo resultando en cambios en la infraestructura, la cultura local y el estilo de vida de los residentes. Este fenómeno puede llevar a la gentrificación, la pérdida cultural y la presión sobre los recursos naturales y servicios locales.

    Gentrificación. Este fenómeno se caracteriza por el aumento en la inversión inmobiliaria, la llegada de una nueva población de mayores ingresos, la renovación de edificaciones antiguas y el desplazamiento de residentes de bajos ingresos.

    Clasismo. Discriminación o prejuicio social basado en las diferencias de clase económica entre personas, dónde privilegia o se menosprecia a individuos según su posición económica.

    Después de todas las conversaciones generadas el pasado fin de semana por el tema de la banda, estas definiciones estuvieron acompañando algunas aportaciones que se hacían desde todos los ángulos, todos los medios y todos los niveles de la opinión pública. Me parece importante que empecemos por definir cada una de ellos porque no me parece tema menor todo lo que se expuso, sin embargo antes de emitir mi opinión de la que trataré ser conciso por tema de espacio y tiempo, me gustaría hablar de los hechos.

    Es un hecho que desde el año 2018, por lo menos en el Centro de Mazatlán, que es donde yo hábito, vecinos empezamos a organizarnos contra el incremento del ruido, 2019 se empezaron a entregar a la administración municipal escritos donde se hacía la solicitud explícita de actuar de acuerdo a reglamentos y leyes, y en 2021 se presentó la demanda colectiva.

    El reglamento ambiental del municipio de Mazatlán establece en el Art. 85 que cuando se realicen actividades que generen emisiones de ruido o vibraciones que causen molestias a la población, la Dirección de Ecología implementará las acciones preventivas o de corrección para evitar que rebasen los parámetros máximos establecidos en la Norma Mexicana 081 que van de 55 decibeles a 100 decibeles máximo.

    Es un hecho que el pasado miércoles 20 de marzo se realizó una reunión en Cabildo para revisar este problema de cara a la semana vacacional que se avecinaba, y que en esa reunión en especificó, nunca se dijo “prohibir la banda en la playa”, todo el tiempo la banda en las playas fue un punto más del tema general en el que se trataba de regular, restaurantes, comercios, hoteles, privados y públicos de acuerdo con lo que el reglamento y la ley indican.

    También es un hecho declarado que tanto la autoridad federal, como estatal y local, están limitadas en lo que respecta a la supervisión del cumplimiento de estos reglamentos.

    Es un hecho que Mazatlán viene arrastrando un proceso de turistificación acelerado desde la apertura de la carretera Mazatlán-Durango y, algunas zonas de la ciudad, un embate de gentrificación, producto de este crecimiento sumado al desarrollo inmobiliario.

    Es un hecho que las contaminaciones que sufre la ciudad merman año tras año la calidad de vida de los que aquí habitamos.

    Es un hecho documentado el crecimiento desorganizado y el caos que este ha traído en servicios públicos básicos como el agua, el drenaje, el alcantarillado, el bacheo, la recolección de basura y la movilidad urbana, por mencionar algunos.

    Sin embargo, las expresiones utilizadas alrededor del tema no son inocentes y tampoco nuevas.

    “Vi una escena interesante una noche frente al teatro, una gran banda se apostaba cerca de la puerta desde donde se ejecutaban valses y polkas en un estilo excelente. Tenía el efecto por lo menos de atraer a una gran muchedumbre de clases bajas o humildes al lugar y de hacer subir las ventas de los comerciantes de frutas y bebidas”._ Taylor, 1850.

    El párrafo anterior es un texto rescatado por la doctora Simonett en su libro en Sinaloa Nací, Historia de la Música de Banda. La banda nació con la fiesta, con la cerveza, con la tradición mestiza del colono europeo y también con la discriminación que venía impresa en su naturaleza “popular”, es decir, que pertenece al pueblo.

    El ruido debe acabar, por la salud de todos, pero no debe perderse de vista que los procesos de turistificación, gentrificación, aderezados de clasismo son los ingredientes perfectos de una comunidad descompuesta, y si algo nos ha enseñado la historia es que cuando al Dinero se le pone por encima de nuestra Humanidad, nada bueno sale de ello.

    La banda debería ser nuestro tesoro cultural, el turismo es la principal actividad económica de nuestra ciudad, es decir, sustento del mayor número de familias que la habitan, nuestro desprecio inmediato a lo que nos resulta ajeno tiene que parar si de verdad queremos una ciudad para todos.

    Siempre cuesta mucho trabajo que alguien nos señale un juicio del que somos víctima y victimario, pero debemos superar la etapa del ego dolido para entrar en reflexión, es necesaria la pausa para evitar esa compulsión de opinar desde la negación a los hechos y la confrontación de los juicios. Sólo argumentando, escuchando de verdad a todas las partes involucradas y buscando la justicia en su sentido más amplio, es que podemos llegar a los acuerdos que nuestra ciudad necesita.

    La contaminación debe parar, el clasismo también.

    Gracias por leer hasta aquí, nos leemos pronto.

    Es cuánto.

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    @isaacarangureconacentoenlae

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