Desaparecidos, duelo eterno

    Dicen que el duelo es amor que no encuentra a dónde ir. Al perderse el receptor físico de ese sentimiento, inicia el proceso de aceptar que habrá otras formas de manifestarlo según la fe que cada quien profese; el ritual de despedida es fundamental para iniciar esa transición.

    La familia y amigos de las 93 mil 808 personas desaparecidas que se contabilizan en México, de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas -con corte a este 1 de noviembre-, no pueden avanzar en su duelo.

    Conversé hace unos días con la madre de un joven que desapareció, víctima de secuestro, a sus 17 años, hace ya siete. El estremecimiento que se siente al escucharla decir que despierta cada día con la esperanza de volver a abrazarlo si es que está vivo o enterrarlo para al menos despedir su cuerpo es demoledor.

    Madres y padres, parejas, hijos y hermanos de los desaparecidos viven el drama de no poder curar el dolor de la partida de su ser querido, porque incluso el derecho a una muerte digna les fue arrebatado. El duelo se vuelve eterno y se combina con el coraje que da fuerza a sus manos para convertirse, en miles de casos, en buscadores de huesos, ropa, alguna huella.

    Están comprometidos a nombrarles en cada fiscalía, a asegurar que sus historias y las huellas de su desaparición no se vuelvan solamente papeles que abulten expedientes.

    En la literatura psicológica internacional se refiere cómo la muerte implica un proceso de duelo que atraviesa por diversas etapas, desde la negación y la ira hasta la confrontación y la aceptación. Aunque en todo momento está presente la certidumbre del fallecimiento.

    Pero existe el “duelo sin cuerpo”, que implica una doble preparación para aceptar la condición de ausencia, aún sin el conocimiento del destino, pues la incertidumbre domina. Las desapariciones son un problema no resuelto a nivel hemisférico, basta voltear a la ver la historia de países como Chile o Argentina; en el nuestro, el 81 por ciento de los casos se concentran en Jalisco, Guanajuato, Tamaulipas, Ciudad de México, Nuevo León, Sinaloa, Michoacán, Veracruz, Guerrero y Chihuahua.

    En los últimos tres años, las investigaciones, búsquedas y estadísticas han comenzado a sistematizarse desde la Secretaría de Gobernación; la autoridad ha reconocido que los pendientes son muchos.

    Desde los organismos de la sociedad civil, como el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México se ofrece una labor de acompañamiento en el proceso de duelo eterno que implica este drama. En la capital nacional hay una renovación de los mecanismos de atención a víctimas, especialmente mujeres, encabezada por la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.

    La ausencia, por sí misma, representa un dolor para la persona que la padece. Recibir atención es central para asimilarla y continuar con su vida, sin dejar de recordar a la o el ausente.

    Este año, en el Consejo Ciudadano hemos brindado mil 370 atenciones psicológicas gratuitas por duelo, el 76 por ciento para mujeres, a través de la Línea de Seguridad o el Chat de Confianza 55 5533 5533, que opera 24/7, a todo el País.

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