Realmente, en México, el Cártel Jalisco Nueva Generación tiene una mayor dominancia territorial. Con presencia en 28 estados de la República, supera en el ámbito criminal al Cártel de Sinaloa, asentado en 25 entidades federativas.
De hecho, el CJNG únicamente no tiene presencia en cuatro estados: Sinaloa, Coahuila, Durango y Tamaulipas, pero sostiene violentas y sangrientas guerras en regiones de las cuales quieren apropiarse en definitiva, como Michoacán, Baja California, Tamaulipas, Guanajuato y Los Altos de Jalisco, entre muchas otras.
Aunque el poderío criminal del Cártel Jalisco lo sostiene Nemesio Oseguera, “El Mencho”, y en el de Sinaloa, Ismael “El Mayo” Zambada, para Estados Unidos, en esta última organización mafiosa es preponderante la actividad delincuencial de los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, preso en aquel país, particularmente Iván Archivaldo Guzmán Salazar, a quien ubican como líder de Los Chapitos, donde se congregan cuatro hijos del capo depuesto, aparte de Iván, Jesús Alfredo Guzmán Salazar, Joaquín y Ovidio, ambos de apellidos Guzmán López, este último detenido en México con fines de extradición en enero de 2023.
En la actualización que hace unos días la DEA llevó a cabo en su lista de delincuentes más buscados, Iván Archivaldo aparece en la posición número uno, donde solía ubicarse El Mencho.
En la misma lista, solía aparecer la cabeza criminal del Cártel de Sinaloa, al menos en México: Ismael Zambada García, quien también fue desbancado por la célula que, de acuerdo con una investigación de la CIA y la DEA, integran personas que, en asociación delictuosa con Los Chapitos, completan el entramado de una red para el tráfico de precursores para la elaboración de fentanilo de China a México, donde se produce la droga química, para después trasegarla a EU.
La salida de El Mencho y El Mayo de la lista de los más buscados de la DEA, no significa que les hayan dejado de perseguir, pero sí que en estos momentos y en el gobierno de Joe Biden, quien irá por la reelección en 2024, la prioridad es combatir el tráfico de fentanilo, droga que ha permeado entre la sociedad consumidora del vecino país, con cifras de cientos de miles de muertos anualmente.
En abril, Anne Milgram, directora de la DEA, informó de la infiltración de esa corporación antidrogas en la estructura de la célula de Los Chapitos para diagramar las operaciones que inician en China, atraviesan México y concluyen en Norteamérica con la venta de dosis de fentanilo. Por entonces, el Gobierno de la República, aun cuando no desestimó la información estadounidense por completo, sí intentó minimizarla. Después de todo, el discurso y la narrativa de Andrés Manuel López Obrador ha sido que México no produce fentanilo, y además, ni en la FGR ni en la Secretaría de Seguridad, Los Chapitos han sido o son objetivos prioritarios para desmantelar una parte del narcotráfico que tanto daña al País, envenena y asesina a la población.
La aprehensión de Ovidio Guzmán a inicios de este año se tomó más como una petición y presión del Gobierno de Estados Unidos que un compromiso del mexicano, ya en 2019 habían tenido en sus manos al junior del narcotráfico y por órdenes presidenciales fue liberado, justificando evitar con ello una masacre en la sociedad de Culiacán, ciudad que en varias zonas ya habían tomado las huestes de los Guzmán, para amagar al Gobierno a la liberación del vástago de El Chapo, lo cual terminó por funcionarles.
Para mayo de este año, el Presidente López Obrador continuó con su justificación del no entendimiento con la lucha de la Unión Americana sobre la célula criminal de Los Chapitos, cuando en una de sus conferencias declaró: “Hablamos del fentanilo, de todo lo que se está haciendo con el propósito de que se tenga información y que no se utilice esta desgracia del consumo de fentanilo en Estados Unidos con propósitos politiqueros”, y remarcó nuevamente: “Que les quede claro que nosotros no producimos fentanilo”.
Para el Mandatario nacional, su verdad es que en México sólo se “troquelan” las pastillas de fentanilo, a pesar de los muchos laboratorios para la producción de fentanilo que tanto Fuerzas Armadas como Guardia Nacional han desmantelado en distintas partes de México.
También parece ser que este desbancamiento de El Mayo y El Mencho por parte de Iván Archivaldo, aparte de corresponder -para EU- en desmantelar la principal red de distribución de fentanilo en su país, dado que tanto CJNG como el Cártel de Sinaloa trasiegan más cocaína y metanfetamina que otra droga, es mantener, especialmente en tiempos preelectorales, viva la narrativa que tanto le funcionó en el pasado con el juicio contra Joaquín Guzmán Loera y su sentencia ejemplar de cadena perpetua, demostrando a través de las investigaciones de la DEA y los más buscados, que hay Chapo Guzmán para combatir para rato, y que la historia criminal que les ha sido rentable, continúa con sus hijos, liderados por Iván Archivaldo, ahora enemigo público número uno de Estados Unidos.
Cualquiera que sea la razón, esa hipótesis no es compartida por el Gobierno de México, donde se eliminó la lista de los más buscados y escasean los objetivos prioritarios a detener, ante una estrategia más enfocada en la prevención disuasiva (que no ha funcionado) a partir de la presencia en calles de Guardia Nacional y Fuerzas Armadas, fortaleciendo la política presidencial de abrazos, no balazos.
El desbancamiento de El Mencho y El Mayo por parte del hijo de El Chapo Guzmán, aun cuando pone ya de manera frontal a esa célula para Estados Unidos, en México no es una realidad. La realidad acá, es que le abona a la impunidad que sostienen en tierras mexicanas Nemesio Oseguera e Ismael Zambada, ya por decenas de años, lo que les permite continuar con el baño de sangre que, protegidos por la incapacidad o la falta cómplice del Gobierno para detenerlos y de una Fiscalía inoperante para perseguirlos, emprenden todos los días.
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@adelanavarro
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